cuando nos convirtamos en estrellas

36| Kepler

22 de abril

Estoy nerviosa.

Desde que desperté en la mañana no he podo dejar de morderme las uñas.

El vuelo sale a las seis de la madrugada del jueves veintitrés de abril, nosotros partiremos esta noche a las once. Hoy saldré al mediodía cargando solo con mi vieja mochila gris del instituto, Stefano no puede sospechar nada y ropa ya pondré comprarme allá con mis ahorros.

La tía Geo todavía no sabe nada, pero sé que algo presiente, me conoce, y conoció los malos gustos de su hermana. Sé que me apoyará si le digo que necesito quedarme mas tiempo allá con ella. Ms aun ahora que también sé que cerca de su ciudad hay una escuela de artes que también ofrece alojamiento pupilo a sus alumnos de ingreso.

Si todo sale bien, las cosas pueden dejar de ser grises. Lo único que me impide no salir todavía de casa es el llanto de mi hermana, me aterra dejarla sola. ¿Que será de ella si la sombra de ese monstruo? No deja de ser mi hermana, el vi retrato de mi madre.

Pienso si habrá una forma de no dejarla.

A.




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