Cuando Nos Encontramos

Cuando Nos Encontramos.

Esa herida me cambió repentinamente. Me ha impedido enamorarme de alguien. He aceptado invitaciones para salir a pasear, a comer juntos, a ver una película, pero no avanzo más allá. Siempre me hacen la misma pregunta (y realmente me harta):         h-¿Porqué eres así de frío conmigo?
Yo utilizo la misma frase:
-Lo siento, pero no siento lo mismo.
-Al menos podrías intentar...
-Sólo fue una atracción temporal-termino la conversa, interrumpiendo a mi acompañante.

Mi nivel de crueldad sobrepasa los límites. Ahora mismo ignoro toda pretención sentimental y es en mayor parte la culpa de Iván Ramos. Mil veces me pregunto por qué lo conocí.
Creo que ningún chico podrá hacerme sentir vivo, la alegría de ser un adolescente que cree en un amor verdadero y firme. Siento que soy diferente al Lucas de antes-ése que murió por la vergüenza y la decepción que le causó un falso adonis-.

En el salón de clases, se me acercó Nigel Robinson, un amigo y compañero con el que siempre ando conversando desde que me cayó bien y lo agregué a mi cuenta de Facebook. Somos compañeros desde el séptimo grado. El primer día fui el primero en acercarme a él.
-Hola, Lucas. ¿Cómo te sientes?
-Como siempre, Nigel. ¿Y tú?
-Sin nada nuevo que contar.
-¿Qué ha pasado con Aldair?
-No vuelvas a mencionarlo, Lucas. ¡Él es un completo imbécil y un insensible!
Entiendo la situación de Nigel. Aldair fue uno de los pocos muchachos que se atrevió a ligar con Nigel, pero al poco tiempo se enredó con una porrista del equipo de fútbol llamada Raquel.
-Cálmate un poco. Eso pasó hace mucho.
-Aún no puedo olvidarlo. Es como si hubiera pasado ayer.
-Sí, eso fue duro.
-No pude convencerlo de quedarse. Mi interés en él iba más allá de lo visible.
-Es una pena escucharlo.
-Ahora quiero estar con mi mejor amigo.
-Aquí estoy, Nigel.
-¿Te puedo acompañar hasta tu casa, Lucas?
-Si quieres hacerlo...
-¡¡Claro que sí!
-Entonces iremos juntos.

En la hora de salida, dejé el aula y caminé por el pasillo. De pronto, sentí que alguien tocó mi hombro.
-¡Lucas!
-H...Hola, Paula.
-¿Qué tienes?
-No es nada. Sólo tengo un poco de prisa.
-Espera. Dime cómo te va con Iván.
Me quedé estático al escuchar su nombre.
-No lo sé. No he vuelto a saber nada de ese sujeto.
-¿Acaso ya perdiste el gusto por él?
-¡Déjame tranquilo!
Caminé apresurado y molesto.
-Espera. Cuéntame si sucedió algo malo.
-Ya no me busques más, Paula.
Fue la última opción que tuve. Recordé que fue ella quien me presentó ante él. Y estoy tan enojado con Paula-al igual que con Iván-. Ha sido un día cansado.

Nigel me esperó fuera del colegio.
-¿Qué pasó,  Lucas?
-No es nada, Nigel.
-Si tú lo dices...

Llegamos a la esquina más cercana de mi casa-o mejor dicho departamento-.
-Nos vemos mañana-me dijo.
-Cuídate mucho.
-Tú también.
Fue hacia el norte. Yo seguí avanzando al este.
Al acercarme a la puerta negra, siento que me impactó con gran fuerza. Caí al suelo, gritando de dolor.
-¿Te encuentras bien?-me preguntó alguien.
-¡No! Me duele mucho la cabeza.
-Perdón. No te vi llegar.
-Fue mi culpa también.
-¿Puedes ponerte de pie?
-Creo que sí.
Lo intenté y lo logré. Miré sus ojos y su boca. Me agradaron.
-¿Cómo te llamas?
-Lucas, ¿y tú?
-Miguel. ¿Te acompaño a tu 'depa'?
-No es necesario. Gracias por no matarme.
Se río.
-De nada. Espero vernos pronto.
-Adiós.
Sale corriendo con prisa. Me pregunté si ese chico vive aquí o estaba de visita. Además, me llamó mucho la atención. Es simpático.




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