La salida al cine fue reemplazada por un paseo a la playa durante el fin de semana. Miguel me aseguró que ya tenía todo preparado, sólo faltaba ir allá y alojarnos en el hotel. Creo que es astuto y está logrando enamorarme.
Desde la noche de la videollamada han pasado tres días. Nigel no sabe que me voy de paseo con él. Me preocupa que se lo cuente a Said, y éste quiera interrumpir el plan.
Miguel me pidió con amabilidad que no me acerque a él ni tenga contacto alguno. Bueno, no necesitaba pedírmelo, ya que estoy enamorado de Miguel y lo puedo asegurar.
En relación a Ashley no sé nada-tampoco me interesa-desde que Miguel habló muy seriamente con ella. Puedo decir que tomó una sabia decisión para que nuestra relación-en proceso-no sea destruida por terceros.
En hora de receso, noté que Ashley estaba rodeada de un grupo grande-como si me importara-. Miguel venía acercándose a mí-con su mirada encantadora-, cuando ella lo arrastra dentro de su círculo social peligroso. Lo bueno es que ella no se dio cuenta que yo estaba cerca de ellos. Es mejor así, para que no hayan malos ratos.
Cuando terminó la hora de receso, Miguel fue abandonado. Y por fin pudimos estar cerca.
-Hola, amor-me dice tan cariñoso.
-H...Hola.
-¿No quieres que te diga así?
-Bueno, no me molesta. ¿Qué pasó allí?
-Ashley sabe que ganamos el partido de ayer, y me estuvo elogiando ante todas sus amistades. Y me presentó ante todos como si fuera un producto de consumo masivo. Me sentí incómodo.
-Me imagino. Bueno, si no le pones límites, será todo un círculo vicioso.
-No es nada grave, Lucas. Ella ha sido siempre así.
-Yo te felicito por lo de ayer.
-Gracias.
-Y realmente me gustó la nota que dejaste en mi cuarto.
-¿De verdad?
-Sí. Eres tan fascinante que no puedo negar que me gustas.
-Como siempre tan dulce. Bueno, ya es hora de ir al aula. Tengo prisa.
-Nos vemos a la salida.
Miguel corre a su aula. Yo también. No me gusta tener faltas.
A la salida, fui al salón a esperarlo. Sabía que se demoraría cinco minutos más. Salió con una expresión de alegría.
-Vámonos.
Durante el camino de regreso, estuvimos callados. Él sólo me miraba y me hacía sonrojar. Luego, me preguntó:
-¿Quieres saber algo?
-Sí.
-Hoy no tengo que ir a entrenar, así que tendré la tarde libre.
-¿En serio?-pregunté emocionado.
-Sí, pero me toca hacer un trabajo grupal en casa de una compañera. Y creo que regresaré de noche. Y yo quería pasarla contigo.
-Lo más importante es el estudio, Miguel. Después podremos hablar.
-Quisiera que vengas a mi 'depa' en la noche, Lucas. Mi madre saldrá y no regresará hasta mañana temprano.
-Comprendo. Iré a quedarme contigo.
-Te esperaré gustoso, Lucas.
Me apoyé en la pared. Él me besó en la boca y luego en el cuello.
-Miguel, aquí no.
-Lo sé. Guardaré lo candente para la noche.
-Nos vemos más luego.
-De acuerdo.
Miguel se va a su departamento. Entré al mío. Mi hermana estaba en la sala, durmiendo. Pasé de largo y me encerré en mi cuarto.
Mi madre me permitió ir al departamento de Miguel. Se lo agradecí con muchos besos.
-Cuídate mucho, Lucas-me dijo.
-Lo haré. Te quiero mucho, mamá.
Entré al departamento-él dejó la puerta apegada-. Miguel estaba jugando en su cuarto.
-Hola-lo saludé.
Puso pausa al juego.
-Hola. Ven, sientáte.
Esas palabras me las dijo antes...cuando nos encontramos. Ese día fue inolvidable para ambos.
Me senté a su lado. Le pregunté:
-¿Cancelaron el partido del sábado?
-Sí. Lo movieron para el próximo sábado. Así podré estar más tranquilo en el paseo.
-Entiendo. ¿Qué estás jugando?
-Uno de lucha libre. ¿Juegas?
-¿Qué recibe el ganador?
-Si ganas tú, te daré lo que me pidas. Si gano yo, ya sabrás cuál es tu castigo.
-Suena muy tentador.
-Lo es.
Acepté el reto. Aunque Miguel sea bueno jugando, yo le gané.
-¿Qué es lo que más deseas, Lucas?
-Bueno...quisiera que me pongas algo dulce en mi espalda.
-De acuerdo, aunque eso parece un premio para mí.
-Pero no puedes usar las manos para desvestirme.
-Eso suena...atrevido.
-Te encanta el reto, ¿verdad?
-Demasiado. Ahora acuéstate y relájate.
Me quedé en esa postura sintiendo los labios de Miguel moviéndose por mi espalda. Me robaba suspiros y hasta gemidos.
-¿Quieres más?-me preguntó.
-Sí, pero todavía no me desvistas.
-Lucas, tengo una erección incontrolable. ¿Vas a probarme o qué?
-Así es. Quisiera saber cuánto resistes así.
-Está bien.
Miguel continuó por unos minutos más. Después de eso, le comenté:
-Yo también estoy excitado. Mejor sigamos con lo otro.
-¿Quieres que sea en esta postura? Me parece muy buena.
-Sí. Es una muy buena.
Besó mi cuello. Sentí su miembro endurecido rastrillando en mi espalda baja. Miguel enciende la llama de deseo en mí.
Apenas me di cuenta que ya terminó.
-Lucas, ¿estás despierto?-me preguntó.
-Sí.
-¿Qué tal te pareció tu premio?
-Maravilloso. Me sentí en las nubes.
-Sabes que soy muy bueno en esto.
-Es cierto.
Cerré los ojos para descansar. Miguel me abrazó. Recordé haberle visto el tatuaje cuando puso su brazo a un lado. Es tan bonito como él.
Dormimos apegados y bajo una cobija en su cama.