Miguel se colocó el interior. Yo también.
-Extrañaba esos gemidos tuyos. Sólo yo te los provoco, ¿verdad?
-Sí.
-Entonces, ¿qué te hizo Guillermo?
-No me gusta describir lo que hice o no con alguien.
-Vamos, puedes decírmelo con confianza.
-Él fue persistente hasta conseguirlo.
-¿Te gustó?
-No. Me hizo sentir un chico sucio y usado.
-Bueno, ya no importa si es cierto o no. Yo te sigo prefiriendo.
-Miguel...
-Voy a demostrarte lo mucho que me importas las veces que sean necesarias.
-Gracias.
-No, gracias a ti.
-¿Y por qué?
-Porque tú eres quien me hace sentir bien y quiero que te sientas bien a mi lado.
Me abrazó.
-Desearía que no tuviéramos tantos malos ratos.
-Yo también. Aunque me hacen dar cuenta de lo mucho que nos queremos y valoramos nuestra relación.
-¿Dijiste relación?
-Sí. Oye, Lucas, hay una pregunta que quiero hacerte.
-¿Cuál es?
-¿Te gustaría ser...mi...?
El sonido de mi celular lo interrumpió.
-¿Hola?
-¡¿Dónde estás?!
-Ya estoy llegando.
-Necesito que vengas ya a la casa.
-Sí, mamá, ya estoy cerca.
Colgó sin hablar más.
-Debo irme, Miguel. Mi madre sonaba molesta.
-Entiendo. Vamos a tu departamento.
A lo que llegamos, ella abre la puerta y me mira fijamente.
-Lucas, entra ahora. Joven, gracias por traerlo, pero voy a tener que pedirle que se vaya.
-Adiós, Lucas.
-Adiós.
Miguel se aleja. Entramos hasta la sala. Mi madre lanza la puerta.
-¿Dónde andabas, Lucas?
-Venía del colegio.
-¿Y porqué estabas con ese muchacho?
-Porque él quiso acompañarme.
-Lucas, tu madre y yo te hemos prohibido salir con él. Y has desobedecido esa regla.
-Mamá, yo no he salido con Miguel. Ambos vivimos en el mismo edificio y nos encontramos viniendo para acá.
-Pues tu compañera dijo lo contrario. Los ha pillado en el parque.
-Mamá, yo...
Miguel entra y declaró lo siguiente:
-Vengo a disculparme por lo que pasó con su hijo. Lucas no tiene la culpa de haberme permitido ingresar a su cuarto. Yo le insistí y a la final aceptó.
Mi madre le dio la espalda.
-Irene, al menos deberías escuchar al muchacho-le pidió mi padre.
-No puedo, Adriano. Lucas rompió su palabra.
-Sé que están bien enojados con él, pero no se desquiten con él, ya que yo soy el único responsable.
-Miguel, no sigas...
-Es la verdad, Lucas. Y si van a prohibirle que me vea, pues adelante. Si él puede aceptar mi ausencia sin problemas, yo saldré por la puerta.
Hubo treinta segundos de silencio. Mi madre resoplaba del enojo que tenía. Mi padre solamente daba pasos cortos.
-Puedes estar con él. Y ahora vamos a ser más comprensivos.
-Muchas gracias, señora. Para mí, Lucas es muy importante en mi vida. Es el chico más maravilloso que haya conocido. Y lo quiero tanto como si fuera mi novio.
-¿Son novios?
-Sí.
-No.
-Miguel, no mientas...
-Pues no lo somos de manera oficial, pero no por eso te he dejado de querer.
-Como sé que se quieren y respetan mutuamente, no tengo ninguna objeción de que sigan juntos.
-Muchas gracias, mamá.
El enojo de mi madre se fue apagando lentamente gracias a la amabilidad y sinceridad de Miguel. Fue lo más lindo y valiente que ha hecho por mí.
Nuevamente fuimos al parque. Ahora decidimos sentarnos en el césped. Miguel me besó lentamente hasta sacarme un suspiro. Se detuvo y me abrazó. -Lucas, ¿quisieras ser mi novio?-fue su pregunta en mi oído. -¡Sí, Miguel! -¡Vaya! Ha sido tan sencillo preguntarlo. -Lo es. Ahora, ¿qué quisieras hacer? -Vamos a cenar juntos. -¿Hoy? -Sí, hermoso.
-Me gustaría mucho.
-¿Tienes frío?
-Un poco.
-¿Quieres que te abrigue?
-No es necesario que lo hagas.
-Soy tu novio, así que lo haría gustoso.
-Préstame tu chompa.
Se la quitó y me la puso sobre los hombros. Me besó en la boca.
-Tengo ganas de hacerte mío aquí y ahora.
-¡¡Miguel!
-Es para abrigarte mejor, y para que podamos salir un poco de la rutina.
-No quiero que me vean desnudo.
-Sólo yo te veré desnudo.
-No quiero que sea aquí, Miguel. Además, ya lo hicimos en la tarde.
-Sí, pero fue incompleto.
-Vayamos a cenar y después hablaremos del sitio.
-Está bien.
Nos levantamos y caminamos con nuestras manos entrelazadas.