Cuando nos volvamos a encontrar

Prólogo

—Pero, ¿donde viviremos? —pregunté a mi padre, mientras empacabamos junto a mi hermana nuestras pertenencias. Y es que desde hacía meses mis padres habían estado en una batalla campal.

—Tus tíos han conseguido un lugar para nosotros pero, debemos irnos hoy. ¿Pueden apurarse? No podemos demorarnos un día más.

—Papá, pero yo no quiero dejar a mi mamá solita, ¿ella vendrá con nosotros? —preguntó Graciela, mi hermana menor.

—Ella ya se adelantó, así que no te preocupes por ella, sólo apresúrate. —respondió él.

Y es que para dos adolescentes era fácil ser engañadas con tan poca información. Pensábamos que mi madre había partido con horas de anticipación a ordenar nuestro nuevo hogar, el cuál estaba a cinco horas de dónde vivíamos actualmente.

El trayecto fué tan cansado, que en más de una ocasión tuvimos que detenernos para estirar las piernas, que por lo amontonadas que íbamos se nos entumecían.

Y cuándo llegamos, nos dimos cuenta que mi madre no estaba y que ni siquiera sabría donde estaríamos.

—Papá, esta no es la casa que nos describió antes de venir. —Era evidente mi desconcierto en la afirmación, porque en ningún momento pregunté.

Mi hermana se soltó en llanto, al darse cuenta que todo lo que conocíamos hasta ese momento, había quedado atrás, amigos, colegio, casa y sobre todo nuestra madre. Antes que pudiera perder la paciencia nuestro padre, logré calmarla pero, prometiendo sobre todo, buscar la manera de comunicarnos con mi mamá y darle la información sobre nuestro paradero.

Nada me había preparado para lo que mis ojos veían, un solo ambiente, que tenía dentro el baño y nada más. ¿Qué pensaba mi padre al traernos acá? Sería muy difícil acoplarnos a esta nueva ciudad, pero sobre todo, a valernos por nosotras mismas.

★★★★★★

Apenas pudimos dormir la primera noche. Escuchábamos la conversación de los vecinos y el llanto de sus cinco hijos, sería cuestión de tiempo, para que termináramos locos en ese lugar, pero ya montados en la situación tocaría mimetizarse.

Una semana después...

—Necesitamos salir de este lugar papá. No creo que podamos aguantar esta situacion por mucho más tiempo, ¿ya vió como nos ve el vecino del apartado cuatro? —la preocupación y el miedo en mi voz era más que evidente.

—Si te dice algo, solo dímelo y yo hablaré con él,. Además, hoy iremos a ver un nuevo lugar, espero les guste —la respuesta de mi padre no fué del todo alentadora, debido al fiasco del lugar en el que actualmente vivíamos. Solo rogaba al cielo, que el nuevo lugar no fuera peor que éste.




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