Cuando nos volvamos a encontrar

Capítulo 2

 

 

¿Cuando se fué todo al carajo?

 

Un año antes…

 

—¿Vendrás a la cena de navidad? —fué la interrogante de Lucía —llevas casi dos meses en los que apareces solo dos veces al mes, y por aproximadamente dos días, en el que llegas y en el que te vas.

 

—¡No me jodas Lucía!, es por trabajo que me ausento. Tampoco es como si a donde voy, estuviese aquí al lado —un tono grosero y fastidioso salió de los labios de Julio.

 

Y los miedos de Lucía se materializaron, cuando las fiestas de fin de año fueron celebradas sólo por tres personas, quedando un espacio vacío en la mesa.

 

Y era normal que eso sucediera, pues había ya una razón de peso para que Julio decidiera ausentarse de casa. ¿Saben que era eso? Pues si, una escoba con falda.

 

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—Leticia, debo regresar a mi casa o tendré problemas con Lucía —intentaba sin esfuerzo de soltarse de su abrazo.

 

—Julito, pero dices que ya no estás con ella, que es solo por compromiso que estas viviendo con ella, ¿Acaso me estás mintiendo? —dijo mostrando ojos llorosos y tono quebrantado.

 

Éste no pudo dejarla sola a ella, pero si a su esposa e hijas, total a su parecer "una vez al año no hace daño".

 

La llegada de Julio, no auguraba nada bueno, pues ¿quien en su sano juicio aceptaría semejante situación en el ligar de Lucía? 

 

Dado que la ausencia de él se vió reflejada en la economía del hogar, Lucía se vió obligada a buscar un empleo que le permitiera no depender en un cien por ciento de su esposo. 

 

—Magaly, por favor cuida de tu hermana. No salgan a la calle, únicamente para ir al colegio —escuchaba con atención las instrucciones de mi madre. —Chely hazle caso a tu hermana, no quiero tener queja de ninguna de las dos a mi regreso.

 

—Si mami, no se preocupe, nos vamos a portar bien —pero la manera de Graciela al pronunciar aquellas palabras decían otra cosa.

 

—Mami ¿vendrá a cenar? Pará esperarla y hacerlo juntas —deseaba que me dijera que si, pues desde que empezó a trabajar la mirábamos muy poco.

 

—Coman ustedes, yo saldré con unas compañeras de trabajo a comer algo, es el cumpleaños de una de ellas —últimamente sus amigas cumplían años cada fin de semana. ¿Tendrá muchas? Quizás.

 

En los meses siguientes, habíamos visto a mi papá 7 veces y en cada una de ellas era un pleito mayor con mi mamá. Decir que teníamos miedo era poco. La última vez que el llegó fué para el cumpleaños de Graciela y todo estalló en nuestra cara.

 

—¡¿Donde carajos esta su madre?! —vociferó de tal modo que me llegue a preguntar… ¿Quien es el?

 

—Dijo que vendría tarde del trabajo. Con eso que usted ya no vive aquí —la voz de Gracie se escuchó acusadora.

 

—¿Trabajo? Si ella no trabaja. —y el desconcierto parecía genuino. —Llámala. Invetate algo, dile que te golpeaste o que sé yo, pero que venga yá.

 

Algo no estaba nada bien, y la angustia que empecé a tener me lo confirmaba. Llegué a preferir que ellos estuvieran separados y así, no tener que lidiar con sus conflictos. Mi mamá nos compraba ropa y zapatos como compensación de su ausencia. Debí ver a la tragedia acercarse, pero estaba tan  encandilada con los regalos.

 

A las once de la noche se escuchó un golpe fuerte y seco, que hizo que nos despertaramos de una. Luego se escucharon los gritos y reclamos de ambos y las palabras «esto no puede seguir de esta manera». Y esperaba que así fuera, deseaba que todo volviera a cuando creí que éramos felices. Que equivocada estaba, nos tocó ser un número más en la estadística de hogares destruidos.

 

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En un lugar muy lejos de allí..

 

—Julio, debes salir de allí, acá tienes prácticamente tu vida hecha. —repetía Miguel, el hermano mayor de Julio.

 

—No puedo dejar a mis hijas allí con ella, terminará poniéndolas en mi contra —un angustiado y enojado Julio gritaba de más.

 

—Pues traerlas contigo es una locura. Pero te voy a buscar un lugar donde puedas vivir, mientras te acomodas totalmente —sugirió —tiene que ser saliendo del ciclo escolar, así puedes solicitar la papelería con antelación y no verte obligado a regresar.

 

—¿Seguro puedes conseguirme un lugar para vivir? En una semana salen de vacaciones y necesito hacerlo ¡yá!.




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