Cuando nos volvamos a encontrar

Capítulo 11

 


A un día de celebrar mi cumpleaños, número dieciocho, edad en la que eres legalmente responsable de tus actos… 

—Magaly, debo contarte algo, pero promete que no vas a enojarte o dejar de hablarme —Evelyn parecía verdaderamente nerviosa.

—Cualquiera diría que hiciste algo muy malo, acaso ¿estás embarazada? —pregunto.

—No, en mi casa me matarían y luego me echan a la calle —continuó —¿Recuerdas a Danilo? —

—¿El amigo de Andrew? —

—Ese mismo, ¿qué piensas de él? —

—¿Por qué te interesa tanto lo que pienso? —dije viéndola con curiosidad —Ya sabes que no me agrada, además, he escuchado cuando habla sobre sus muchas conquistas  —.

—Él no es así, quizá solo lo dice para tener un tema de conversación con los demás —defendía al tal Danilo.

—Me haces creer que talvez te guste  —.

—Y si fuera así, ¿te enojarías conmigo?  —

Mi cara debió ser una mueca horrible, espero haber escuchado mal.

—Te diré dos cosas Evelyn. Primero: no eres ignorante de todo lo que de él se sabe.

Segundo: no estoy para guiar tu vida, pero quiero aclararte que si ríes, yo reiré contigo, si lloras… buscamos al causante y te ayudo a desaparecer el cuerpo —la vi sonreír a ello  —Solo no te dejes montar los cuernos mujer.—

Mi amiga soltó en llanto, pudo ser por mi promesa hacia ella, o ya andaba padeciendo por mal de amores.

—¡Ay amiga! Entonces, quiero decirte que llevo una semana de novia de Danilo —soltó tan fresca.

—¿Y para eso tanto misterio? Ya había escuchado algo de parte de Frank, pero creí que era alguna broma pesada para molestarme —conté —Solo no te fíes tanto, ¿Quieres? —.

—Él es distinto ¿Sabes? —

—No vayas por allí, que a estas alturas de mi vida, no creo en los sentimientos de nadie, con decirte que no creo ni en los míos —

—Llegará el día en que te enamores, y ese día voy a recordarte estas palabras —sentenció burlona.

—No sé, ¿sabes? Tengo miedo a que me suceda lo mismo que a mis padres —

—Tú no eres ellos, ¡Por Dios! —

—Dejemos ese tema allí, mejor cuéntame ¿Cómo terminaste siendo novia de él? —mi yo chismosa necesitaba saber con detalles.

Evelyn me contó que en una fiesta, donde se celebró los quince años de una prima de él, habían bailado casi toda la noche. Y una cosa llevó a otra, además, ya se conocían. Era obvio viviendo en el mismo pueblo.

Conocía a Danilo de vista, dado que en algunas ocasiones había llegado buscando al menor de los Castillo. Y la verdad, no me daba confianza alguna, mi madre siempre dice: "un hombre que habla mal de una mujer… no es hombre"

Había escuchado un par de veces cuando en el instituto alguna hablaba de él, del ligue de turno. Y mi pregunta interna era ¿qué carajos le ven al nariz de piocha? Y si, me reía cada que lo pensaba.


Esa noche habíamos ayudado a Leticia a hornear el bizcocho para el pastel, porque la señora nos salió repostera. Ya casi rayando la media noche no fuimos a dormir, al menos la mayoría. Quizá los nervios, la ansiedad, la tristeza y la nostalgia se me juntaron en un cúmulo de realidad, porque fue imposible no llorar.

Mi madre había planeado durante años este día, había hecho mil cosas en su mente para celebrar, no solo la mayoría de su primera hija, también celebrar la oportunidad de estar ella allí. Deseaba tenerla conmigo ¿Han sentido ese anhelo por alguien? Entonces me entenderán.

 

—¿Qué haces aquí, hija? —a mis espaldas habló mi papá.

 

—No puedo dormir — respondí y continué —¿Recuerda los planes que habían hecho con mi mami para este día? —

No pude contener un sollozo y mis lágrimas salieron abundantes, como hacía mucho no lo hacía.

 

—No te pongas así, hija, hay muchas cosas que siempre van a escaparse de tus manos, no siempre lo que deseas se cumple —

—No pido mucho, solo que ella esté aquí para mi cumpleaños —

—A veces eres tan malagradecida, de saber que te pondrías en esas, ni loco habría dejado a Leticia organizar nada —y con enojo y todo, entró a la casa.

¿Tendrá razón al llamarme malagradecida? A mi parecer no, yo no pedí nada, y aun si así fuera, no podían pedir que no añorara a mi mamita.

Ya entrada la madrugada, fui a dormir un poco, Graciela ni había notado mi ausencia, puesto que estaba aún encendida la luz de la habitación.

 "Estas  son las mañanitas…"

Con esa canción, conocida por todos, me despertaron Leticia, mi padre, Graciela y Frank. Este último, no era tan pesado como al principio, habíamos acordado llevar la convivencia en paz, por el bien de todos.

Para cuando era medio día, ya había llegado el DJ que había contratado Leti, y habíamos ordenado las mesas para los invitados, y a palabras de mí «madrastra» era algo sencillo.




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