Cuando nos volvamos a encontrar

Capítulo 12

No se que me estaba pasando, pero tenerlo así de cerca, está causandome cosas que no se como explicar, como el hecho de sentir un vacío en el estómago, ardor en las orejas y mejillas, ¿frío? Eso era lo más extraño, porque este lugar es conocido por tener un clima muy caluroso, dado que estamos muy cerca del mar.

—¿Estás bien? —

—¿Qué? —respondí.

—Pregunté si estás bien, te ves muy roja ¿Estás enferma? —la preocupación de Tato era genuina.

—Es sólo la emoción del momento, creo, ya se me va a pasar, no te preocupes —intenté restarle importancia.

La verdad era, que por primera vez me sentía así, ante la presencia de un hombre. Llámenme loca, pero yo juré nunca emocionarme por un chico.

Samuel se mantuvo un rato con nosotros y luego desapareció, era de esperarse, tenia fama de «cazador», seguro ya había encontrado a su presa. Así que tendría que empezar a desechar pensamientos raros que andaban revoloteando por mi mente.

La dichosa reunión dio inicio media hora después de lo estipulado, y eso de recibir felicitaciones de personas que apenas conocía, no era muy cómodo. Pero todo tuvo otro matíz cuando vi llegar a mi amiga.

—¡Magaly! Feliz cumpleaños, ya eres legalmente un adulto —gritó Evelyn al verme. Lo que se ganó miradas nada amables de parte de don Julio.

—Ya nadie puede ir a la cárcel si se acerca a ti en plan de ligue —y en ese instante, fui consciente de quien la acompañaba… Danilo.

—¿Te conozco? —solté mordaz. No hice esfuerzo por hacerle saber lo mal que me cae.

—Ahora hazte demente, he venido a tu casa los últimos tres meses a dar tutorías a tus hermanos —respondió ¿coqueto? Desvergonzado.

—Solo tengo una hermana, por lo que he de suponer, que andas medio confundido —espeté.

—Mag, el es Danilo, mi novio —interrumpió Evelyn, intentando salvar el momento —y ella es mi mejor amiga, ya te había hablado de ella —

—Un gusto Danilo, espero los rumores que se dicen de ti sean solo eso… «rumores» —dije extendiendo mi mano.

Después de la breve conversación con ellos, los lleve a donde podrían sentarse por el resto de la fiesta.

Cabe mencionar, que en mi país, los festejados hacen de mesero, bartender, colocador y demás, aún si se tiene el dinero, para contratar personas que lo hagan, es una manera de «tener el control».

Habían llegado muchos jóvenes, amigos de mis «compañeros de casa» no puedo ni mencionar la palabra que usan los demás para referirse a ellos. Jamás diría «mis hermanos o hermanastros».

Graciela estaba como pez en el agua, hablaba con casi todos, dado que se llevaba mejor con los hijos de Leticia, conocía a los amigos de estos. Cuando empezó a sonar la música, fue de las primeras en ponerse a bailar.

¿Saben que fue lo más difícil? Ver a mi papá bailar con otra mujer que no era mi mami, y estuve a nada de ir a separarlos, cuando la voz de Estuardo me sacó del trance.

—Magaly, vamos a bailar —ordenó.

Y sin esperar respuesta, me tomo de la muñeca y me arrastró a la improvisada pista. Él no era de ser atrevido, pero ese día se veía tan distinto que casi creí era otra persona.

Estuvimos más de una hora moviéndonos al ritmo de la canción que sonara, hasta un son de marimba nos habíamos lanzado entre risas.

—Vamos por algo de tomar, estoy muerta de sed —dije

—¿Tienes alcohol? —su pregunta me dejó sorprendida.

—No sé, puede que haya en el botiquín de primeros auxilios —solté en medio de un intento de esconder mi carcajada —¿Acaso bebes? —

—No, pero vi a tu hermana ir hacia aquella esquina con una botella en sus manos —señaló el lugar. Luego hablaría con ella sobre eso.

Mientras hablábamos se nos acercó una desconcertada Evelyn.

—¿Han visto a Danilo? Se enojó mucho cuando saludé a Samuel —

—¿A mi hermano? No sabia que le hablaras —expresó Tato —si hasta hace un par de meses empezaste a hacerlo conmigo.

—De hecho… lo conocía sólo a él, ya que fué compañero de clases de una de mis hermanas, antes de ir a la universidad, como nosotros. —

Divisé a Danilo, sentado al lado de una chica, muy animado, así que le pedí a Estuardo con disimulo, que fuese a llamarle.

—Allá viene tu novio Eve —señalé —ya no le sueltes la correa —

—¿Correa? — La vi alzar una ceja mientras preguntaba.

—Con eso que tiene complejo de perro, sujétalo de la correa y ponle bozal —y soltamos a reír las dos.

Cuando se acercó «el perro» y dejé a mi amiga con él, no se me daba hacer el mal tercio.

Casi al filo de las nueve de la noche, se acercó Samuel a donde me encontraba con su hermano. La conversación con este era superficial, dado que no sabía que tema abordar, sin evidenciar mis nervios. ¿Podría estar gustándome? Espero que no, solo lo habia visto una vez en casa de Estuardo.

—Maggie, yo me iré, aun me duele la pierna, apenas hace unos días me quitaron el yeso —informó Estuardo con gesto dolorido.




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