Cuando nos volvamos a encontrar

Capítulo 13

Quedé con cara de tonta, y la vergüenza se acomodó en mi cara, estaba frente a aquel chico, al que le había respondido de manera grosera. 
¿Ahora que hacía? ¿Me disculpaba? 

Estaba avergonzada hasta la médula, pero no podía retractarme de lo que ya había hecho.

—¿Eras tú?, la verdad, no presté atención en ese momento a quien me hablaba —me defendí—, además, fue un sábado, cuando se supone que nadie debía estar allí.

—Buen punto.

—Ahora que ya sabes mi nombre y sé el tuyo, ya no será necesario que estés molestando de nuevo —objeté.

Soltó una risa muy bonita…

—¿Sabes?, me emocionó verte en mi casa, aunque haya sido solo para visitar a mi hermano, he estado indagando sobre ti con él.

—Ahora entiendo tanta mención de ti, Tato andaba en modo investigador.

—Déjame conocerte un poco más, Magaly —pidió.

—¿Pará qué? No hay mucho que saber o conocer, y siendo honesta, no me atrae la idea de ser vista como la siguiente en tu lista —contesté.

—Veo que no será fácil cambiar la imagen que tienes de mí.

—No es eso, dime algo ¿Por qué no te llevas bien con Andrew?, según escuché por allí, antes eran muy buenos amigos.

—¿No lo sabes? Creí que conocías a tus hermanos.

—No son mis hermanos, ¡por Dios!, aunque si no quieres responder, da igual.

—No seas tan extremista, te contaré: en la Universidad presentó una de mis tareas como propia, dado que teníamos confianza, dejé el portafolio en su casa —dijo con pesar—, nunca vas a imaginar que tu «mejor amigo», es el mayor de los traidores, no pude demostrar en su momento que era mía, hasta tiempo después, pero el daño ya estaba.

—¡Uy!, eso debió doler, ¿sabes?, él no me da ni tantita confianza, agradezco que no haya decidido venir a vivir con nosotros.

Y sin más se vino el cambio de tema más abrupto del momento.

—Mag, ¿tienes novio?

Esto no lo vi venir, y quedé en silencio analizando si había escuchado bien. Y me reí por semejante atrevimiento.

—No hagas preguntas que no tendrán respuesta.

—¿Por qué?, solo quiero saber, no deseo tener problemas de faldas con nadie —Touche.

No sé cuanto tiempo estuvimos allí, pero decidimos volver cuando llamaban a la festejada para cortar el pastel.

Ya cuando todos se habían marchado, iniciamos a recoger las mesas, manteles y demás, pues, al menos yo deseaba dormir hasta que la cama me botara.

Estábamos ya solo mi hermana, Frank y yo recogiendo la basura, así que aproveché para hablar con ella.

—Graciela, ¿A quién le llevaste alcohol en la fiesta?, es más… ¿Dónde lo conseguiste? —pregunté con calma pero seria.

Su nerviosismo la delató, sospechaba que algo tenían que ver los hijos de Leticia. Graciela era de aquellas personas, que con tal de ser aceptadas, se dejaban manipular.

—¿Quién te dijo? —preguntó, y añadió en un susurro—, solo fue un favor para Andrew y Abner.

—No deberías hacer cosas malas que parecen buenas y menos por ese par, si mi papá se entera, el problema será para ti, no para ellos, lo sabes, ¿verdad?

—Si no lo hacía iba a terminar igual que tú, ignorada por todos.

Me solté a reír ante sus palabras, no comprendía el porqué necesitaba estar rodeada de gente estúpida y superficial.

—Yo no necesito la atención de ese par o sus amigos, y te aconsejo dejar de ceder ante sus peticiones, solo por rodearte de «falsos amigos», te quiero mucho, y no quiero que te estén usando, ¿comprendes? —expliqué, ella solo asintió.

Al rato subimos a la habitación, pero me pudo más la curiosidad de abrir los regalos recibidos. Con las dos bolsas llenas de estos, me dirigí hacia el área de estudio, así no despertaba a nadie con la luz o el ruido.

Encontré perfumes, accesorios varios y hasta ropa. Pero había uno en especial que llamaba mi atención desde que lo recibí, era el de mi amigo. Algo me decía que no solo le pertenecía a él.

Lo intrigante era el tamaño, pues era el más grande de todos, en mi mente me veía encontrando una caja dentro de otra, hasta llegar a un diminuto regalo.

Al abrirlo, dentro había dos regalos, tomé el que llevaba tarjeta, en ella estaba el nombre de Estuardo, ¿su contenido?,  una foto enmarcada de los dos y la leyenda “Best friends”. Pero, ¿qué contenía la otra caja?.

Al abrirla, encontré una cadenita con la inicial de mi nombre. No había nota, así que deduje era parte del regalo de mi amigo.

Dos semanas después, en el instituto planeábamos la despedida por el fin de curso, la mayoría migraría a otros pueblos, y queríamos hacer algo memorable para todos, sin excepción.

La idea ganadora fue la organización de un baile, vender bebidas y cobrar la entrada a este, lo recaudado lo usaríamos para irnos todo un día a una playa cercana, con todos los gastos y comida pago.


Cada uno fue aportando ideas y se armó todo el plan, solo quedaba obtener el permiso del instituto para llevarlo a cabo en las instalaciones.




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