Cuando nos volvamos a encontrar

Capítulo 21

 

 

—Acá está mi “vehículo” —dice haciendo énfasis en la última palabra —No quiero que vuelvas a morir de miedo y me arrastres contigo.

 

Le respondo con un manotazo que él finge le duele, no espero a que me invite a subir pues ya estoy dentro, arranca el auto y se encamina a donde me ha invitado.

 

El inicio del trayecto fué en total silencio, dado que no tenía muchas cosas de que hablar con Henry, aún es un desconocido para mí, aunque él piense lo contrario. Pero es un extraño que en verdad deseo conocer por raro que parezca.

 

—Magaly ¿Cómo llegaste a vivir a este pueblo? Es común que la gente de acá migre a la ciudad capital, no al revés.

 

—Creo que ya lo sabes, ¿no? Pero te resumiré la situación así: Mi papá se lió con la señora Leticia Ramos viuda de Castillo, abandonando a mi mamá… fin.

 

No respondió, se limitó a conducir por unos veinte minutos o más, para llegar a un hermoso restaurante de aspecto rústico, bastante alejado del casco urbano del pueblo. En él hay una especie de jardín que me deslumbra.  Henry me ve divertido cuando le pido ir allí a sentarnos, que no importa si me compra solo un vaso de agua, esto lo divierte aun más. Ya habiendo salido con mi gusto, nos acomodamos y ordenamos.

 

—¿Algún día vas a contarme algo de ti? —la curiosidad me corroe.

 

—Dime qué deseas saber de mí y yo decidiré si responder o no. ¿Te parece?

 

—Está bien ¿Cuántos años tienes? Y no te rías, es una pregunta seria.

 

—Veinticuatro. 

 

—¡Ay no! Eres un anciano en comparación a mi —finjo espanto al ver su cara horrorizada —podrías ser mi padre.

 

—No es verdad, apenas soy seis años mayor que tú, ¡Oye! Podría ser tu suggar —suelta mientras levanta las cejas en un gesto pícaro.

 

Fue una tarde muy entretenida, tanto, que se nos pasó el tiempo en un abrir y cerrar de ojos. Me llevó a mi casa cerca de las siete de la noche. Cuando bajé de su auto para caminar escasos diez pasos y abrir la puerta, fuí empujada bruscamente por Samuel, quien inició a gritar pidiendo explicaciones como si tuviera algún derecho de hacerlo. Me hace responsable de su actual estado, porque si, este señor está más ebrio que la botella que contuvo el licor que se bebió. 

 

—Samuel vete de aquí, entiende que no te quiero cerca de mi, me da repulsión tener que verte, por el simple hecho de haberme forzado a algo que nunca quise. Si sigues en ese plan me veré obligada a tomar medidas más severas hacia ti —estoy a casi nada de golpearlo, aunque no logre causarle ningún daño.

 

En el momento justo veo acercarse a Henry, se ve molesto, pero inquieta ver el paso tranquilo pero firme con el que viene. Toma a Samuel por el hombro, le habla al oído algo en tono muy bajo ya que no alcanzo a escuchar; pero hace que Samuel me vea con mas furia. No dice nada, solo se marcha y es cuando recuerdo que Henry es hermano de Karina… su novia.

 

Henry pregunta únicamente si no me lastimó, a lo que niego.

 

-*-*-*-*-*

 

Se llegó el día en que presenté el examen y ese mismo día me informaron que había sido aceptada mi solicitud de empleo e iniciaba el jueves a las siete de la mañana. Estaba emocionada porque tendría mi primer empleo formal. Pero nadie me explicó que ser "un adulto independiente" era horriblemente aburrido.

 

 

Con una semana en el nuevo empleo me siento morir, jamás imaginé que fuera así de agotador y monótono, estaba pensando seriamente en pedir unas pequeñas vacaciones, luego recordaba que estaba en el período de prueba y desecho esa idea. 

 

Había dos chicos en las bombas de combustible, y dos chicas más en la tienda de conveniencia junto a mi: aunque una de ellas es muy pesada conmigo; siempre intento ponerle buena cara, ante todo para conservar el empleo, pero simplemente no da por donde.

 

—Mi niña hermosa ¿Cómo te está yendo en tu nuevo empleo? Espero estés disfrutando de ser un adulto productivo —comenta divertida del otro lado de la línea mi madre.

 

—Mami, ya no quiero ser adulto ¿Dónde puedo poner mi queja y solicitar ser tu bebé de nuevo? —finjo estar llorando, lo que la hace soltar sonoras carcajadas —¡es en serio mami! Pero siga riéndose de mi desgracia.

 

—A ver, que tengas un empleo no es una desgracia, llámalo así cuando te despidan… como a mi —la línea se quedó muda un rato y continúa —aunque fue en un buen momento, inicie mi pequeño emprendimiento y no me va mal… —me cuenta con emoción lo que ha iniciado y sobre un posible enamorado que la ronda.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.