Cuando nos volvamos a encontrar

Capítulo 22

En la estación de buses me encuentro a las cinco de la tarde, a la espera de la llegada de mi mami, pero da más la impresión de que fuera a salir huyendo de este lugar; debido a mi pequeña maleta que me acompaña.

Pasa mas de media hora y no hay señales de ella, hasta que frente a mi se estaciona un auto, tipo sedán color negro y la veo bajar de el. No logro reaccionar de inmediato, puesto que ambas estamos estáticas, viéndonos con los ojos nublados en lágrimas.

La abrazo lo más fuerte que puedo, y sentí que volvía a ser una pequeña niña entre sus brazos. Me preguntó dónde estaba mi hermana, tuve que excusarme por ella, diciéndole que no pudo ir a recibirla, omitiendo lo que esta pensaba de la llegada de mi mamá.

No voy a negar que me sentí incómoda cuando me presentó a su acompañante…

—Mi niña quiero que conozcas a Gustavo Arriaza, es la persona de la que te hablé —y dirigiéndose al señor me presentó a mi.

—Es un gusto conocerte al fin Magaly, tu madre habla mucho de ti y tu hermana.—saluda animado.

Soy lo más cortés que puedo, dado que este señor no tiene culpa de nada, al menos eso espero.

—Mucho gusto don Gustavo.

—Puedes tutearme si deseas.

Pero mi madre aprieta su brazo y le habla al oído. Este se ve sorprendido por sus palabras.

—Lo siento, pero me enseñaron a tratar a los mayores de esa manera, así que no le puedo tutear —y tal parece que eso fué exactamente lo que mi madre le dijo.

Ahora tengo un gran dilema, puesto que solo había reservado una habitación para nosotras dos ¿Dónde piensa mi madre dejar a don Gustavo? Muy a mi pesar conozco la respuesta. Cuando llegamos al hospedaje me sorprendo al ver que el señor pide le alquilen una habitación aparte, y nos hace saber, que mis planes con mi madre no los interrumpirá. Le agradezco internamente el detalle, aunque no se lo diré directamente.

—Mami quiero invitarla a cenar y no acepto una negativa de su parte —me emociona tenerla cerca de nuevo —eso incluye a su “amigo”.

Doña Lucia parece semáforo cambiando de colores ante esto último, confirmando que ya no sólo son amigos, pero si ustedes pudieran verla… parece brillar, es una persona muy diferente a cuando estaba con mi papá. Y duele reconocer que él había apagado a mi madre desde hacía mucho tiempo. No cabe duda que después de ponerme como mamá pollito ante El señor Arriaza, le agradeceré por hacerla brillar nuevamente.

Quise sorprenderla llevándola al lugar donde me llevó Henry, mi madre al igual que yo, quedó enamorada del jardín del lugar, que de noche estaba iluminado de una forma que parecía un bosque mágico. La estadía me pareció corta, hablamos de muchas y ninguna cosa con mi mamá, don Gustavo se dedicó solo a asentir cuando mi madre lo incluía en la conversación. No logré pagar la cuenta, dado que el amigo de mi madre lo hizo.

A la mañana siguiente, muy de mañana, mi madre me despierta, quiere mostrarme lo que ha traído para mí.

Después de desayunar “solas”, me llevó de nuevo a la habitación para mostrarme un vestido en color verde esmeralda y los zapatos de taco alto en color oro que completan el atuendo. No imaginé que me trajera aquello que por tantos años habíamos planeado para este día.

Don Gustavo parece ser muy amable, además la manera en que siempre está pendiente de mí mamá es… ¿chistosa? Ya que ella se pone de mil colores cada que le extiende la mano para ayudarla aún a subir un simple escalón. En parte la entiendo, son detalles que nunca vi que mi papá tuviera hacia ella; y dolía admitir que prefiero verla con alguien más que no sea don Julio.

—Mami, no vaya a extrañarse de ver a mi papá con otra mujer, no se lo había dicho porque no quería hacerla sentir mal —dije cabizbaja.

—Mi niña, hace mucho tiempo que sospechaba que me era infiel. ¿Acaso hay algo más? Si es así, solo dímelo.

Le conté que vivíamos junto a los hijos menores de Leticia, ¿y que creen? No le agradó, por lo que supongo que a mi padre le va a ir como piñata en las fiestas de cumpleaños.

Ya en el lugar donde se llevará a cabo la ceremonia, ubico a mi madre y a su “amigo”, Graciela no aceptó el pase que tenía para ella, le pidió a Leticia que solicitara una con el nombre de Abner. Cada día la entiendo menos.

Don Gustavo me detuvo antes de que fuera a donde se encontraban mis compañeros.

—Magaly, quiero pedirte un favor —lo vi con desconfianza, no lo voy a negar —¿Puedes mostrarme quién es tu papá? No quiero llevarme sorpresas y si en mi está evitarle disgustos a tu madre, te prometo que lo haré.

Eso no me lo esperaba, aunque su argumento tiene mucha lógica, así que le señalo en dirección a donde se encuentra. Y me marcho.

No voy a decir que la ceremonia estuvo “magnífica ” ¿Alguien las disfruta? Yo casi me estaba quedando dormida con tanta palabrería de labios del director.

Hubo dos cosas que ocurrieron en el momento que fui llamada a recibir el título simbólico que me acredita como Perito en Administración de Empresas.

Primero: el rostro de mi madre cubierto de lágrimas por la emoción del momento. Me veía con tanto amor…

Segundo: Mi padre junto a Leticia, enfrascados en una discusión mal disimulada, Graciela brillaba por su ausencia.




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