Cuando nos volvamos a encontrar

Capítulo 33


 

 

A todos los que conozco, les he dicho que viajaré a la ciudad, cuando en realidad me quedaré encerrada. No tengo ánimos de ver a nadie y eso incluye a Henry. Siempre fue una regla no escrita el no fijarme en algún chico que se interesara en mi hermana o ella en él. A media tarde escucho la voz de Henry llamándome, no le respondo a la primera hasta que distingo el ruido de unas llaves chocar en la cerradura. Entonces decido abrir.

—¿Qué se supone que haces Henry? ¿Acaso no puedo dormir hasta hasta tarde? —No puedo ocultar mi enfado, aunque no tengo motivo alguno.

—¿Por qué nos hiciste creer que no estarías en el pueblo? Según por qué irías a visitar a tu mama. 

—¿Y cómo supiste que no era cierto? Porque para eso debiste haber llamado a mi mamá y no creo que tengas su número —mi respuesta no sale como quiero, mi molestia es más que notable.

—Le pregunté a tu hermana y ella llamó a su mamá, la cual negó que fueses a llegar y… —lo interrumpo.

—¿Dónde viste a mi hermana?

—Fui a buscarla para saber donde estabas.

—Hace mucho que ellos no saben nada de mí, creo que eso lo sabes muy bien. ¿Qué te hizo acudir a ella? — impido que diga algo —No respondas. Ahora entiendo que la chica con la que necesitas ayuda es ella ¿Cierto? 

—Magaly no, no me interesa tu hermana. Pero…

—¿Dime que necesitas de mi? Como para “buscarme” en donde NO vivo. Además se dice que son "novios", así que por favor, mantén tu distancia conmigo. A ella no le va a gustar que seas mi amigo mientras estás con ella.

Lo veo pasarse la mano por el cabello con frustración y algo de molestia. Y levantar la voz, cosa innecesariamente  cuando responde:

—¡Callate!. —¿Acaba de gritarme? —No, no quise gritar. Pero no tengo nada con tu hermana, solo quise preguntarle algunas cosas sobre ti. Además tu papá se disculpó conmigo en una de las veces que llegué, por lo que dijo aquella noche. Solo quería que me ayudara contigo.

—¿Conmigo? No sabía que era tan difícil para ti el tratarme. —sueno dolida y es que lo estoy —Solo aléjate de mí mientras estés con ella. ¿puedes? Ahora solo deja que duerma un poco más. 

Intenté cerrar la puerta pero interpuso su pie prácticamente.

—Si, fui a verla, pero fue por ti. —Debe ver mi desconcierto porque añade —Quería saber más de ti, no me ayudas a saber sobre las cosas que te gustan o apasionan. No me interesa ella ¿entiendes? Además, me aseguró que estarías en su fiesta.

—No te entiendo Henry, podrías preguntarme eso a mi ¿no? ¿Por qué a ella?  

—Déjame entrar y te cuento todo, por favor.

Lo dejo pasar, aunque olvidé que estaba por prender la velita al cupcake de chocolate y cantarme a mi misma el feliz cumpleaños. 

—¿Ibas a incendiar todo? —preguntó mientras le quita la vela y le da un mordisco al cupcake —al ver mi expresión pregunta —¿Tiene veneno el pastelito? —aventándolo al piso.

—¡No! No tiene veneno. Olvídalo, no voy a explicarte porque no debías comerlo. Ahora sí, explica porque debías preguntarle cosas de mi a Gaciela. Soy todo oído.

—¿No lo ves? No puedo creerlo. ¿Aún no descubres quién es la chica que me gusta? Aunque gustar se queda corto —susurra lo último.

—No soy adivina Henry. ¿Por qué no me lo dices de una buena vez?  —y sentándome en el suelo frente a él añado —Si ibas a verla para saber más de mí, al menos sabrías que se celebra hoy, ¿no crees? 

Me ve confundido, hasta que su cabeza suma uno más uno y obtiene la respuesta. 

—¿Es tu cumpleaños? No lo sabía, tampoco lo dijiste, ella también lo omitió y eso que hablé ayer con ella sobre ti —hablaba dando vueltas en el mismo lugar, no había tanto espacio tampoco.

—Ahora que ya lo sabes, bien podrías dejarme sola en mi celebración privada. Aunque ya has mordido y desechado el pastel.

—Magaly, déjame compensarte, vamos a comer o a donde quieras. Y te prometo que te diré todo de la chica que me gusta.

—Solo porque me come la curiosidad, pero no quiero tener problemas con ella por tu culpa.

Y pues me llevó a aquel lugar donde el jardín me dejó encantada la primera vez. Estábamos disfrutando ya del postre cuando empezó a decirme cosas de la chica que le gusta. Sobre lo aguerrida y valiente que era, la sonrisa que lo embruja. Siento celos, no sé si como  amiga o algo más,  pero me estoy sintiendo demasiado enfado.

—¿Ya me dirás quien es? Porque estoy casi igual o más enamorada que tú por sus cualidades. Habla.

—¿No sospechas quién es? —negué —Déjame presentártela. Ven conmigo.

Me llevó al pequeño estanque que hay en el lugar. Empecé a buscar con la mirada a alguien cerca, que tuviera todas las características que él describió… y no la encontré.

—¿Aún no la ves? —preguntó con  tono  dulce —quizá estás buscando muy lejos, ¿qué tal si ves hacia abajo?

—¿Estás enamorado de un pez? 

Digo divertida ante mis propias palabras.  Pero su expresión seria me hace ver hacia el agua del estanque, en el que veo nuestros reflejos, uno al lado del otro. Él se ve sonriente y yo tengo cara de espanto.




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