Estos meses han sido más tranquilos, mi familia me ha dejado en paz en casi todos los sentidos. He conseguido colaborar con uno de mis profesores montando pequeños eventos y voy aprendiendo muchas de las cosas que no te enseñan en clases.
Tuve la oportunidad de conocer a los padres y hermanos mayores de Henry, fueron amables conmigo aunque se mostraron muy ariscos y puedo suponer que es por el hecho de la diferencia de edad o económica, ya que el señor Salguero hizo énfasis en esto último. No me preocupa eso pues no ha sido relevante para nosotros.
El cumpleaños de mi hermana se acerca nuevamente y he de suponer que mi madre también vendrá. Hace unos días una de las chicas hizo un comentario que me dejó pasmada. Me preguntó si todo iba normal con mi embarazo. Ciertamente me tomó por sorpresa, dado que Henry y yo aún no hemos tenido intimidad. Cuando le pedí una explicación para su comentario solo me dijo que “se confundió de tema”.
Es el mes de julio, y justamente estoy ayudando a mi profesor en el montaje y organización de un cumpleaños. Al parecer recibirán a muchos invitados, puesto que se colocaron varias mesas con numeración. Este es un pequeño ingreso extra que llevo días guardando como un fondo de emergencia personal.
Henry lleva un poco más de una semana comportándose de manera extraña. Cada vez que le pregunto que le sucede, me evade con el típico “estoy cansado”, aunque hoy la que ya no está de buen humor soy yo. Mi madre ha estado insistiendo por tres días seguidos con que visite a mi hermana, cosa que no pienso hacer.
—Magaly apresúrate o te vas sola —su tono fué como de hastío.
—¿Puedes esperar a que me coloque el casco? Hoy pareces más molesto que otros días, ¿te sucedió algo?
—Ya te dije que no, si no te apresuras te tocará irte sola a tu casa, no voy a estar esperando tanto por ti.
Y eso último no iba a dejarlo pasar así de fácil, tomé el casco que me había dado y lo coloque en el manubrio de la motocicleta y emprendí el camino a casa de Carmina, ¿que se cree? No voy a dejar que nadie más desquite conmigo sus enojos o frustraciones de nuevo.
—¡Magaly! Ven acá, no seas tan infantil, vuelve. ¡demonios! Malditas hormonas —masculló al final, pero alcance a escucharlo.
No voy a negar que iba como agua para chocolate, fue todo el trayecto hasta donde vivo insistiendo en que subiese y deje el berrinche y eso… eso fue la gota que derramó el vaso.
—¡YO. NO. TENGO. BERRINCHE!, así que si no te gusta mi “actitud” bien puedes irte.
—¿Y ahora yo que hice? ¿Estás en tus días? —Debiste callarte Henry, pensé —ha de ser eso o las hormonas del embarazo.
Creo que la cabeza me giro cual lechuza, ¿Acaso ese era el motivo de su enojo?
—¿Qué? ¿Cuál embarazo?
—Olvídalo, no quise decir eso. Estoy muy estresado y cansado, perdonam…
—No señor, ahora dime el porqué de ese comentario, hace unos días en la tienda también me preguntaron lo mismo ¡habla! —intento sonar lo más calmada posible.
—Te vas a enojar. Vamos a un lugar donde podamos hablar sin mirones, así te cuento todo.
—No. Hablamos aquí y ahora. Y enojada ya estoy.
Y así empezó a relatar que uno de los chicos que le ayudaba lo felicitó por el futuro bebé. Y es que en la clínica del pueblo alguien se hizo una prueba de embarazo a mi nombre, ahora puedo decir que ese dicho de “pueblo chico, infierno grande” es real. Además se corría el rumor que “la hija de don Julio” se veía a escondidas con diferentes hombres en un lugar bastante alejado y solo del pueblo. No negaré que me enojé un poco más, pero mi mente analizó todo lo que escuché.
—Y estás seguro que yo soy de la que habla, —afirmé —¿Olvidaste que Graciela también es hija de don Julio? —su silencio me dió la respuesta.
—Yo no lo recordé en ese momento, soy un estúpido —resopló. —¿Cómo pude olvidarlo? Aunque de tu hermana no se sabe que tenga novio y la relación que tenemos tu y yo es conocida por casi todos.
—Lástima el hecho de que creyeras los chismes de mi. Ahora me siento muy agotada por todo, por favor déjame sola y otro día hablamos, puede que en este momento diga cosas que no quiero y luego me arrepienta. —di la vuelta y fui a casa.
No voy a negar que el hecho que usaran mi nombre para engañar a la gente me llevó de forma automática a pensar en Graciela, ¿Quién más podría ser? Por eso fuí a la dichosa clínica a investigar y ¡oh sorpresa! Allí estaba Graciela hablando con la recepcionista.
—Hola Magaly, en unos minutos te atenderá el doctor —dijo la amable chica.
—No sabía que tenía cita con el médico —respondí sorprendiendo a Graciela —Hola “hermanita", no sabía que te gustaba usar mi nombre para ocultar tus cochinadas.
Graciela palideció ante mí voz, ¿y cómo no? Usaba mi nombre para que no supieran de su embarazo, lo cual a quien estaba perjudicando era a mi. Quiso fingir no conocerme pero no le funcionó pues su enojo la delató. Y como la loca que es, empezó a decir que estaba embarazada de Henry y aseguraba que yo le había robado a su novio, háganme el favor.
—Graciela quizá debas decirle a mi papá lo que te sucede, él sabrá ayudarte. ¡Y deja de tratar de joderme la vida por Dios!.
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Editado: 22.11.2024