Cuando nos volvamos a encontrar

Capítulo 38

 



 

—¿Puedes repetirlo? Necesito escucharlo nuevamente. 

Pide emocionado, cuál niño cuando le llevas al parque de diversiones por vez primera, juro que mi cara arde como el magma de un volcán, después de casi cinco minutos en los que Henry se quedó callado, me pide se lo repita.  Intento cubrirme el rostro con ambas manos, pero me lo impide tomando mis manos entre las suyas.

—Por favor, repítelo de nuevo. —súplica —¿Puedes? 

—Dije: “Henry te amo.“ —lo que hace ganarme un beso, de esos que te hacen sentir que eres una mariposa.

Cuando llegamos a la casa de mi madre, mi tío Gerardo nos esperaba afuera. Por su semblante deduzco que algo pasa,  así que no dudo en preguntarle sin siquiera saludar.

—¿Pasa algo? ¿Mi mamá está bien? —pregunto angustiada.

—Tranquila Magaly. No pasa nada grave… aún. Solo no creo que sea el mejor momento para hablar con tu madre. Tu hermana está aquí desde hace tres semanas.

—¿En serio? Supongo que mi papá la corrió al saber que estaba embarazada. 

—No, de hecho tu hermana no está embarazada, pero venía muy mal, tu madre la llevó a urgencias, y creo que  no es necesario preguntar qué pasó, ¿cierto?.

Fue muy fácil intuir que había interrumpido el embarazo, por ello acudió a mi mamá. Aunque de todas formas decido ir a hablar con doña Lucía, intenté ir sin compañía, pero Henry no quiso que la enfrentara sola. Nos recibió de la manera más cortante posible, además de que nos atendió  en la calle. Nunca estaré preparada para lo que de su boca salió…

—¿Qué haces aquí? Eres una caradura, mira que venir aquí con cara de mosca muerta. ¿Creíste que nunca me iba a enterar? —despotrica sin contener su enojo.

—¿Enterarse de que? No comprendo a que se refiere.

—Ya tu hermana me contó absolutamente todo. Desde cómo la engañaste para que  me abandonaran y se fueran con tu padre, —empezó a enumerar —también que fuiste tú la que inventó que las dejaba sola para irme con mi amante. ¿Quieres que siga? Sinceramente debí deshacerme de ti cuando pude, mi vida sería muy distinta ahora. —soltó con veneno.

—Yo nunca hice eso… —me defendí.

—¿Ah no? Solo espero que cuando te vaya mal en la vida te acuerdes de mi. Y te aseguro que no me he de morir sin verte sola y abandonada por el hombre que mas "ames"; y cuando eso suceda yo me reiré de la desgracia que para ti misma has sembrado. 

—Señora cálmese, piense bien lo que dice, se puede arrepentir después y será tarde para pedir disculpas —intervino Henry, cosa que exacerbó aún más a mi madre.

—¿Tú crees que tienes una buena mujer en tus manos? —se burló.  —Te daré un consejo muchacho, cógetela, disfrútala y luego desechala, ella no es la mujer que quieres para formar una familia, no seas estúpido.

Henry no pudo ocultar su enojo, pero evitó responderle, simplemente tomó mi mano, esperando entendiera que era mejor irnos. Graciela apareció de dentro de la casa y al vernos quiso escapar de la situación, aunque madre se lo impidió.

—Magaly, de ahora en adelante yo solo tengo una hija, evita aceptar invitaciones de parte de MI familia. ¡Ahora desaparece de mi vista! —dicho esto se dió la vuelta y entró.

Quedé en shock.

Henry me llevó a casa de mi tío, este al verme se apresuró a abrazarme, acto que no respondí. Y por raro que parezca no lloré, no reaccioné y eso preocupó a los dos hombres. Mi novio le contó todos los detalles a mi tío, que no daba crédito a lo que su hermana acababa de hacer. No recuerdo que hablaban o decían, entendía su preocupación, pero no su reacción. Insistían en qué debían llevarme al hospital porque creían que estaba en shock. Pero entraron en uno cuando empecé a reírme, y es que me causó mucha gracia la sarta de cosas que tuvo que inventar mi hermana para que la aceptara mi madre en su casa, a pesar de lo que había hecho. ¿Acaso todos los hermanos son así?

—No me vean con cara de espanto, el mundo no acabará hoy solo porque mi mamá dijo un par de tonterías.  —y cambiando el tema pregunté —¿Podemos ir a Denny 's? Se me antoja comer allí.

Accedieron a llevarme, quienes pensaron que era mi manera de bloquear los malos momentos, pero estaban errados. Al día siguiente emprendimos el viaje de regreso y en todo el camino Henry intentó entablar conversación, cosa que no funcionó.  Por lo que en el primer lugar que encontró para orillar el auto lo hizo.

—Magaly, no reprimas tus emociones, si necesitas llorar hazlo, yo no voy a juzgarte o burlarme si lo haces —habló con preocupación —es más, quiero ser el pañuelo que seque tus lágrimas, no me importa si me llenas de mocos y babas.

—Henry entiende, no deseo ni tengo ganas de llorar. No voy a negarte que me dolieron sus palabras, aunque sé que en un futuro se va a lamentar cuando descubra las mentiras de mi hermana. —Y antes que dijera algo más, añadí —¿Podemos irnos? De lo contrario tocará buscar un lugar donde descansar.

Han transcurrido dos semanas desde esa visita a mi madre, afortunadamente estamos en la temporada en la que se preparan para celebrar las graduaciones de la escuela superior, por ello hemos tenido mucho trabajo, lo cual me ha mantenido con la mente ocupada. Henry sigue con la “cancioncita” de que debo dejar salir el dolor que llevo dentro, ¿Pero si las lágrimas no salen?  Además no me apetece darles el gusto de verme mal,  quizás ya no tengo corazón o se solidificó a causa de tanto que me ha tocado pasar. Aunque hay algo que me tiene preocupada y es la salud de doña Carmina, que últimamente ha estado más tiempo donde el doctor que en su casa.




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