Henry me ha enseñado que las apariencias engañan y es que jamás pasó por mis pensamientos el hecho que el hombre con la peor reputación y que todas en este pueblo quisieran conquistar a toda costa, hoy se convierta en mi esposo. A pesar que al conocernos yo no quería nada con nadie y ahora quiero y tengo todo con él.
—Magaly, ya viene en camino quien va a maquillarte, pero es tradición que madre y madrina de bodas ayuden a vestir a la novia ¿Donde está tu madre? —pregunta Roselía, la hija de doña Carmina.
—¿Puedes ayudarme tú? —me ve desconcertada —mi madre asistirá a la boda de mi hermana, quien también decidió casarse hoy, y no preguntes porque, ya te contaré algún día.
En su rostro se dibuja la indignación y un dejé de lástima, cosa que no agrada, porque no deseo dar cuentas de algo que escapa a mi voluntad.
—Bueno, vamos a ayudar a que seas la novia más hermosa que Henry haya visto. —dice al borde de la lágrimas.
—Rose, gracias.
La ceremonia religiosa sera en la iglesia a las cinco de la tarde, y solo quedan tres horas para ello. Estoy nerviosa, hay momentos en los que me lleno de ansiedad y los nervios me corroen. Un rato estoy muerta de miedo pensando en que va a dejarme plantada o que alguna de sus ex vaya a salir con que tiene veinte hijos de él y arruine todo. Ahora entiendo porque quiso que realizáramos el matrimonio civil únicamente nosotros dos y tres testigos, incluido el notario. Y no me he cansado de pedirle tanto a Dios por que nadie, ni nada empañe este dia.
—Magaly, afuera se encuentra un señor, dice que es conocido tuyo, ¿como dijo llamarse? —Darío pone pose de pensador —¡Ah si! Dijo llamarse Gustavo.
Mi pensamiento es ¿Porque está aquí la pareja de mi madre?
—Déjalo pasar, tengo curiosidad de qué puede querer.
Me dirijo a la sala de la casa de doña Carmina, que es donde nos encontramos, y solo puedo respirar con calma, preparándome para lo que sea que me vaya a decir.
—Hola don Gustavo, ¿Qué hace aquí? —su rostro refleja pesar y vergüenza al verme —no me lo tome a mal, pero supuse que estaría acompañando a doña Lucía en la boda de su hija.
—Magaly te ves hermosa…
—Dudo mucho que haya viajado hasta aquí solo para decirme eso.
—Disculpa por interrumpir tu día. Tu madre me pidió que te trajera esto —me extiende un sobre.
—No creo que ella haya enviado esto de muy buena gana —no tengo intención de abrirlo ahora mismo.
—¿No lo abrirás?
—No, lo dejaré así tal cual me lo entrega. —Aunque la curiosidad me gana de saber por qué lo trajo.
—Tu madre quiso entregártelo, pero Graciela tiene cierto poder de manipulación, que terminó por convencerla de no hacerlo. —expresa con pesar. —Esto es algo que tu abuela dejó estipulado como última voluntad al morir.
—Gracias por traerlo. ¿Se quedará? Puedo pedir que añadan su nombre a la lista de invitados.
—No, no puedo. Debo estar al menos un rato en la boda de mi hijo. ¿Por qué no te conoció antes que a tu hermana? —no dijo eso, ¿o si?.
—¿Su hijo es quien se casa con mi hermana? —pienso que debe ser una broma.
—Lamentablemente si. Creeme que no celebro con ánimo su decisión. —parece derrotado —Te deseo lo mejor, hasta pronto Magaly.
Nunca habría imaginado que Graciela terminaría enrollada con el hijastro de mi madre. Y menos que su futuro suegro la rechazara tan abiertamente. Mi curiosidad pudo más que mi orgullo y terminé abriendo el sobre. En él hay dos hojas escritas a mano. La primera es de mi abuela, que a pesar de haber sido tan tosca conmigo, fue lo más cercano a mi mamá desde que recuerdo. En la nota pedía que se me entregara la propiedad donde crecí exactamente el día de mi boda. Que de no entregármela, no los dejaría en paz, pues los atormentaria desde el más allá, algo muy de mi abuelita. Anexo venía la tarjeta de un abogado al que deberé contactar.
La segunda nota fue escrita por doña Lucía. En ella pide que la perdone por no estar conmigo pero que su otra hija la necesita más —Si como no —que “me perdona” el desplante a Graciela y me desea suerte para que no vaya a estar envidiando el éxito de relaciones ajenas, y considere cederle la mitad de la propiedad de mi abuela, a mi hermana. ¿Pueden creer? Creo que al final es como dijo don Gustavo, Graciela sabe manipular a las personas a su alrededor. Ojalá algún día puedan ver su verdadero ser.
Vuelvo adentro, doña Carmina parece más emocionada que yo al abrir la caja donde se encuentra mi vestido. Sus ojos se cristalizan al verlo. Es tradición que la madrina de boda vista a la novia y ella lo está haciendo con una solemnidad que termina contagiando su llanto.
—Magaly… Te ves preciosa. —solloza mientras habla. —Déjame bendecirte mi niña.
Y tal como lo hubiese hecho con su hija, me deseó miles de bendiciones, una mayor que la otra. Y mi corazón y mi alma lloraron ante sus palabras. Al estar ya arregladas las damas, la madrina y yo, nos enfilamos en los autos que nos llevarían hasta la iglesia.
*****
Faltan quince minutos para que la ceremonia inicie. Soy presa de los nervios, y aunque es corto el trayecto a la iglesia no dejo de presentir que algo malo puede pasar. Y vaya que pasó.
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Editado: 09.11.2024