LUZ
(2)
Me salvo de mi despedida.
Había pasado la semana más sofocante, dañina y maldita de mi vida.
Todo atribuido a que me había peleado con mis padres, de por si no les hablo y ahora se pelean conmigo; todo es que resulta que mis acusaciones eran verdaderas, mis padres no habían estado esa mañana bien conmigo porque así lo quisieran, resulta que a la famosa cena de la que me había hablado, no era en la casa de los vecinos como pensaba, la cena fue en mi casa y me di cuenta cuando llegue, ya que mi madre estaba haciendo la cena, lo recuerdo como si hubiera sido ayer.
Había llegado a la casa despues de haber salido de la biblioteca en la cual estaba el chico de los ojos iluminados, cuando paso la puerta principal no pasa desapercibido el olor que tenía mi casa, era algo extraño ya que mi madre no cocina muy seguido y cuando lo hace no esta esté aroma, camino hacia la parte donde proviene el olor y me sorprendo al ver a mi madre con un delantal y cantando, lo más extraño era que en la isla de esta había pollo, en esta casa no se come nada que provenga de animales, levanto un ceja y me fijo en ella.
No se percata de que estoy ahí, hasta que se da vuelta con granos en las manos, me ve y pega un grito provocando que se botaran todos los granos al suelo.
— Por dios luz, me asustaste — Toca su pecho para hacer el momento más raro de lo que ya era, yo ruedo levemente los ojos, ya que era una exagerada, hice poco ruido, pero lo hice — Que bien que me hayas hecho caso de venir temprano — hace ver, con una sonrisa en su rostro, cuando esta así no me genera mucha tranquilidad, ya que esto significa algo y también sé que no será agradable para mí, siempre es así.
Levanto la ceja en su dirección y esta simplemente no baja la sonrisa acostumbrada a mi actitud, me pienso si hablarle o no, pero decido que no, ya que no quiero saber porque este entusiasmo, seguro es pasajero como todo en nuestra vida, ella se voltea a seguir horneando algo que me huele a galletas, una mirada de confusión llega a mi rostro nuevamente, harina en mi casa.
Mi mente me quiere felicitar ya que salimos de la actitud no siento nada, ya que estoy mostrando expresiones las cuales no son muy constantes en mí, voltea nuevamente cuando se da cuenta que sus galletas están bien y ahora es el turno de ella de mirarme extrañada, ya que soy de las que llega no establece conversación y se larga sin hacer ruido.
Miro la comida, las galletas y como si de una adivina se tratara ella habla.
— ¡ah!, ¿la comida? es que vienen los vecinos — Al escucharla una cara de sorpresa domina mi cuerpo, definitivamente he tenido muchas expresiones hoy, a mi casa no ha venido nadie en 4 años, los que llevo viviendo en esta ciudad, ellos siempre van a las casas de los vecinos y amigos, pero yo no, cuando me lo dicen mi respuesta siempre es la misma...
— No — Me quejo para que sepan que no me agrada para nada la idea de que vengan personas a esta casa, no quiero conocer a nadie, solo quiero pasar estos días, ella me mira con una ceja levantada.
— No te estoy pidiendo permiso luz, te estoy diciendo que vienen visitas... ya — Informa volteándose nuevamente a ver sus estúpidas galletas de chocolate.
— ¿Por qué? — No esconde que mi pregunta la toma por sorpresa, aunque la pregunta es débil y mi voz sale más ronca de lo que quería, sé que es una sorpresa porque dije más palabras que un monosílabo, no obstante, lo que debe pensar es que realice una pregunta lo que significa que quiero entablar una conversación, aunque las ganas de dejarla con las palabras en la boca y subir a mi habitación está presente.
— Porque tu padre y yo, tenemos que informarles algo — cuando sus palabras llegan a mi cabeza, lo primero que pasa por ella es la palabra divorcio, pero lo niego en el momento que veo su sonrisa de ensueño y más porque si fuera eso, mi madre jamás invitaría a terceros, sus apariencias no lo permitirían.
Tenía curiosidad, pero eran más las ganas de largarme de esa cocina, así que, sin volverle a dirigir la palabra, trato de salir de la cocina para dirigirme a la habitación, que venga los vecinos no significa que yo los tenga que ver, solo no saldré de mi habitación y ya, no salgo cuando no viene nadie, imagínate ahora.
Todos mis pensamientos quedan disipados cuando la escucho.
— Tienes que bajar, procura no ponerte esa ropa, deje la que te pondrás en tu cama — Escucharla hace que mis pasos se detengan de manera drástica, ella no me ve ya que estoy en la sal, pero no me importa, sin regresarme nuevamente a la cocina, doy mi respuesta.
— ¡NO! — Es todo lo que digo, trato de que mi opinión salga alta para que me escuche y sé que lo hace cuando siento sus pasos más cerca de mí.
No me importa eso, decido subir las escaleras, cuando ya voy por la mitad siento como me regaña y me llama, como dije no le prestó atención y me adentro a mi habitación, siento sus quejas venir por el pasillo, cierro mi puerta antes de que me alcance, me recuesto en ella y suspiro.
Retiro todo lo que tengo encima, hasta mi ropa, quedando solo en ropa interior, me acerco a mi guarda ropa para coger la toalla e irme a bañar, cuando paso por mi cama veo como esta un vestido rosado reposando en ella.
Lo levanto con asco, el color rosa era tan diferente a mí, lo odio desde hace mucho, pero se lleva todo mi despreció si su forma, es un estilo que en estas épocas jamás utilizaría, lo llegue a utilizar en mi pasado, pero ahora lo aborrezco, veo su etiqueta y la cantidad de dinero que cuesta me hace rodar los ojos, tanto dinero por un pedazo de tela, porque estaba segura que no tapaban mucho.
Lo vuelvo arrojar a la cama en la que se queda como un ovillo, veo los tacones y comienzo a negar, no conoce nada de mí, continuo con mi idea de llegar al guarda ropa, llego y me observo en el espejo completo, muy pocas veces me miro ya que nunca me gusta lo que se ve.