La mañana después del cumpleaños de Luc entré en casa con pies de plomo. Por la hora que era sabía que lo más probable era que me encontrara a Noah ya despierto en la cocina. Y por suerte o por desgracia, no me equivoqué. Me detuve en seco en cuanto alzó la cabeza y me miró. La pequeña sonrisa que formaron sus labios no fue malvada o juguetona como habría sido propio de Nina, sino que fue cómplice.
—Buenos días —formuló dejando el cuchillo sobre la placa de madera que había en la isla. No sé qué estaba cortando, pero estaba claro que preparaba el desayuno.
—Buenos días.
—¿Tienes hambre? Acabo de empezar a preparar el desayuno. ¿O vas a querer cereales como siempre?
—En realidad ya he desayunado.
Movió la cabeza en forma de asentimiento. Me siguió observando hasta que me acerqué a la isla y me senté frente a él. Volvió a coger el cuchillo y continuó con lo suyo.
—¿Qué tal has dormido?
—¡Muy bien! —Solté una exhalación nerviosa—. Perfectamente bien. Deberías probar el sillón de Luc, es muy cómodo. Se duerme genial.
—¿Sí?
Asentí con efusividad, a lo que él volvió a sonreír. Me lanzó una miradita que supe captar enseguida. Estaba claro que quedarme a dormir en casa de Luc se salía completamente de lo normal. Odiaba quedarme en casas ajenas por las noches por un tema de comodidad. Pero la pasada noche no me importó dormir en otro sitio, me dio igual dormir con la misma ropa en su sofá. Dejando de lado el calor que pasé, no fue tan malo. Tampoco podría haberlo dejado solo después de que me pidiera que me quedara.
—Sé lo que estás pensando —dije señalándolo con el dedo—. Estás deseando preguntar cosas, ¿verdad?
—Soy curioso, sí. Pero no soy como Nina. Yo no te voy a hacer ningún tipo de interrogatorio, prefiero que me lo cuentes si te apetece.
—¿Entonces no vas a preguntarme nada sobre Luc?
—¿Sobre Luc? —noté cierto brillo juguetón en sus ojos—. Lo único que te habría preguntado es si estaba tan mal como para tener que quedarte en su casa. ¿Debería hacerte otras preguntas sobre él?
—¡No, claro que no! Es justo lo que decías, él estaba un poco... Bueno, bastante borracho. Por eso me quedé. No me sentía bien dejándolo así.
Omití mencionar la parte en la que él me abrazaba con fuerza y, entre sollozos, me suplicaba que me quedara. Noah pareció satisfecho con mi explicación, porque lo único que quiso saber fue si Luc se encontraba bien cuando despertó. Ayer bebió mucho, pero no parecía estar tan mal por la mañana.
Me quedé un rato en silencio, observando a Noah cocinar. Siempre había encontrado cierta calma cuando me colocaba a su lado y lo ayudaba a preparar la comida o simplemente lo miraba, pero hoy no lo estaba logrando. Intenté seguir todos sus movimientos, pero no podía centrarme en él cuando tenía a otra persona rondando por mi cabeza.
Mi mente y mi cuerpo me habían estado dando muchas señales y advertencias, pero ya era demasiado tarde para hacer algo al respecto.
La imagen de Luc bajando la mirada hacia mis labios no dejaba de repetirse en mi mente. Era abrumadora la imagen perfecta que tenía de él entrecerrando sus ojos un poco, como si estuviera somnoliento, mientras intentaba acabar con la distancia. En ese momento lo había tenido claro, pensé que Luc iba a besarme, pero contra más lo pensaba más absurdo se tornaba. ¿Cómo iba a querer Luc hacer algo así? Lo más probable es que se estuviera quedando dormido. Sí, exacto. Quizá estaba calculando la distancia para poder caer sobre mi hombro y quedarse allí con los ojos cerrados.
Aunque me parecía imposible imaginarme a Luc deseando besarme, fue inevitable detener los desenfrenados latidos de mi corazón cada vez que lo pensaba. Incluso la pasada noche, cuando caí sobre él y me acarició el brazo, fui demasiado consciente de lo que Luc estaba causando no solo en mi cuerpo, sino también en mi vida. Era tan aterrador como tranquilizador.
—Noah. ¿Cuándo descubriste que te gustaba Nina?
Dejé de escuchar el sonido del cuchillo cortando sobre la placa de madera. Tan pronto como lancé aquella pregunta, temí haberme adentrado en territorio desconocido. Nunca habíamos sacado el tema, ni él ni yo.
Me lanzó una mirada por encima de sus gafas.
—¿Te das cuenta de que nunca te he confirmado que me gustara?
Me encogí de hombros.
—Tarde o temprano íbamos a terminar teniendo esta conversación. Además, eres demasiado evidente.
—Lo sé.
Una sonrisa se extendió por sus labios. Pensaba que se iba a poner nervioso o que iba a evitar el tema por completo, pero en lugar de eso, me pareció notarlo más aliviado. Estaba tan acostumbrada a mis miedos, a evitar hablar de ciertas cosas y a huir de todo lo que me incomodaba que nunca había pensando que quizá lo que Noah necesitaba era todo lo contrario. Quizá lo que él siempre había querido era hablar de esto con alguien pero jamás se había atrevido a dar el paso.
Dejó lo que estaba haciendo y se sentó en el taburete. Se subió las gafas por el puente de la nariz y me observó, expectante. Me estaba dando vía libre para preguntar.
—Sé que cuando os conocí ya te gustaba. —Asintió.
—No sé cuándo empezó a gustarme, pero deduje que no tardaría en deshacerme de esos sentimientos. Al principio pensé que era una tontería, que se debía a la cantidad de tiempo que pasaba junto a ella y que era algo momentáneo. Pero me equivoqué. —Una dulce sonrisa curvó sus labios—. Ya han pasado tres años y los sentimientos que creí que eran una tontería siguen vivos.
Aunque Noah parecía disfrutar de sentir tales sentimientos hacia Nina, no pude evitar pensar en lo difícil que debía ser para él haber vivido durante tres años un amor unilateral.
—¿No se te hace difícil?
—Por supuesto —respondió poniéndose de pie para continuar cortando cosas para el desayuno—. Con el tiempo se vuelve más complicado. Paso tanto tiempo con ella que siento que cada día la quiero más y más. Es algo que no puedo parar. Y lo más frustrante es que Nina ni siquiera se ha dado cuenta. Llevo tres años disimulando lo doloroso que es verla con diferentes tíos y tías en fiestas, coqueteando y pasándoselo bien con otras personas. Es frustrante porque quiero ser todas esas personas pero sé que no puedo. Porque ella y yo somos mejores amigos, nada más.