Cuando salga el sol

13 | Al otro lado de la puerta

 

—¡Aquí!

Nina empieza a mover los brazos de arriba a abajo con gran entusiasmo en cuanto ve a Liam, Luc, Ben y Liz acercarse a nosotros. Parece que está a punto de correr y lanzarse sobre ellos, pero por suerte Noah la frena agarrándola de la cintura y pegándola a él antes de que se lleve a dos señoras mayores por delante. Cuando el peligro ha desaparecido, la suelta y Nina se lanza con los brazos abiertos sobre Liz. Ben agarra a su mejor amiga de los hombros para evitar que ambas se caigan.

—Eres un peligro.

—¿Tú también quieres un abrazo? —le pregunta cuando se separa de una Liz sonriente. Ben se aleja un par de pasos—. ¿Eso es un sí?

—¿Te parece que esté deseando que te acerques a mí?

Conozco a Nina lo suficientemente bien como para saber que está a punto de lanzarse sobre Ben. La cosa puede acabar mal o muy mal. Cuando hace el amago de ir a por el castaño, este utiliza a Luc como escudo y Liam se encarga de coger a Nina y ponerla sobre su hombro como un saco de patatas.

—Bájame.

—Por favor, pórtate bien. No quiero que suframos bajas.

—No iba a hacerle nada malo a Ben, solo iba a darle un abracito.

—No, gracias —dice el castaño.

Liam deja a Nina al lado de Noah, como si de esa manera garantizara la seguridad de todo el grupo, y desbloquea el móvil para avisar a Max que ya estamos en el puerto. A estas horas de la mañana es cuando el sol parece alumbrar con más fuerza, así que cada vez que intento observar el puerto he de llevarme una mano a la frente para cubrirme del sol. Mis ojos siempre han sido bastante más delicados a los rayos de luz.

Escucho una voz muy cerca. No sabría cómo describir las emociones que acaba de despertar en mí con solo pronunciar mi nombre. Ha sido como un soplo del viento contra una montaña de hojas. Todas salen volando, algunas se las lleva él y otras no soy capaz de volverlas a coger.  

Luc aparta la mano con la que tapaba los rayos del sol de mi frente y segundos después noto algo sobre mi cabeza. Acaba de ponerme una gorra, la que utilizaba antes de que yo le regalara una nueva. Me da la vuelta para ajustármela y que no me quede tan grande. Cuando ha terminado, me agarra de los hombros y me vuelve hacia él para analizarme.

—¿Debería regañarte? —Le da un golpecito suave a la visera que hace que esta se vaya hacia adelante. Antes de colocármela bien, logro ver la sonrisa que forman sus labios—. ¿O debería mencionar lo bien que te queda mi gorra?

Doy un respingo y me alejo un paso. Miro al resto del grupo y después lo miro a él. Sigue igual de sonriente, diría que incluso parece divertido.

—¿No te acuerdas de lo que estuvimos hablando ayer? No puedes decir cosas tan aleatorias.

—Me acuerdo perfectamente de todo lo que hablamos ayer. —Avanza un paso hacia mí—. De absolutamente todo.

Todo. Esa palabra abarca muchas cosas. Más de las que me gustaría.

—Te dije que no hay ni una mentira en todo lo que te digo. ¿Lo recuerdas?

Con un simple "sí" o con un asentimiento de cabeza podría hacer que deje de mirarme como lo está haciendo ahora. Pero no logro escupir esa palabra. Tampoco logro moverme. Justo cuando se inclina un poco hacia mí, como si necesitara estudiarme con más atención, aparece un figura que se cuela entre ambos. Liam pasa un brazo por mi cuello y otro por el de Luc. Clava sus ojos en mí.

—¿Sabes que por tu culpa Luc nos ha hecho llegar más tarde?

—Me alegra saber que te causo problemas incluso cuando no estoy presente. —Liam suelta una risa—. ¿Qué he hecho, si se puede saber?

—No cuidarte del sol. Nos ha hecho dar media vuelta cuando estábamos llegando para coger esa dichosa gorra. —Desvío mi atención hacia el rubio que, aunque no nos mira, sé que está pendiente de nuestra conversación—. ¿Por qué no tienes una?

—Porque no la necesito.

—Tus ojos son bastante sensibles al sol —comenta Luc con la mirada fija en el puerto—. Siempre los entornas o te tapas la cara.

—Eso no es...

Cierro la boca antes de terminar la frase porque tiene toda la razón. Luc arquea las cejas en mi dirección.

—Sabes que tengo razón. A veces se te irritan o te lagrimean de pasar tanto tiempo al sol.

Supongo que haber estado pasando últimamente tantas horas juntos al sol ha hecho que se dé cuenta de algunas cosas sobre mí. Aun así, me sorprende lo atento que es.

—Así que es verdad —dice Liam tras mi silencio—. Vaya, vaya, vaya... Qué observador es nuestro Luc.

—Era bastante evidente.

—Yo no me había dado cuenta.

—Tú nunca te fijas en nada.

—Te equivocas, últimamente me percato de muchas cosas. ¿Quieres saberlas?

—No.

—¿Y tú, Dahila?

En menos de un segundo Liam desaparece de mi vista. Luc lo aleja de un empujón que hace que el moreno se ría a carcajadas. Lo observa con desconfianza hasta que se asegura de que no tiene la atención de volver a acercarse a nosotros.

—Gracias por la gorra —digo tras unos segundos en silencio.

—Espero que te sirva. Te iba a traer unas gafas de sol, pero las únicas que tenía se me rompieron.

—La gorra es más que suficiente.

Me la quito un momento y la examino. Se nota en su aspecto que debe tener unos cuántos años. Lo veo en el desgaste de algunas zonas de la visera, en la pérdida del color y en algunos hilos deshilachados. Acaricio la tela negra y sonrío.

—Me gusta.

—Es bastante vieja. 

—Por eso me gusta, porque debe de tener una historia muy interesante. —Vuelvo a ponérmela—- Estoy segura de que has vivido muchos buenos momentos con esta gorra.

—Bastantes. Sí. —Una sonrisa nostálgica curva sus labios. Noto un deje de añoranza en sus ojos mientras examina la gorra. Tarda unos segundos en bajar la vista hasta mis ojos—. Quédatela. Si tanto te gusta, es toda tuya.

—¿Me la estás regalando?




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