Una hora antes.
Liam sentía varios piquetes en su brazo sabía que su alma gemela era la causante al percatarse que no había nada cerca que lo picara como un insecto o algún objeto que lo lastimara, pero no entendía del por qué ella lo hacía.
En el instante que iba a ver los moretones se detuvo al sentir la mirada de las demás parejas sobre él, así que decidió no hacerlo por temor a que los descubrieran.
La palanca de la bodega sonó soltando un chirrido metálico en el interior.
–Vamos– dijo un grandullón diferente al que los había traído.
–Es hora– dijo Gabriel dándole de golpecitos en la espalda a Liam.
Afuera de la bodega ya la oscuridad había caído, no sabían qué hora era exactamente, debían de ser cerca de las 8 p.m. al no ver rastro alguno ni el más leve rayo de sol.
Los cuatro equipos fueron llevados a una carpa indistinguible de las demás, camuflada para que nadie notara diferencia alguna del resto que las rodeaba. El aire fresco les había aliviado un poco, llevaban varias horas metidos en una caja de metal donde apenas se escuchaba algo de afuera sin comida, ni bebida o servicio higiénico algunos, tratados como simples perros.
–¡Eh!– dijo emocionado un hombre bien vestido alto y de contextura esbelta –Hola muchachos, es un gusto conocerlos– extendió la mano a cada uno a uno de ellos.
Liam sintió un piquete cuando aquel hombre apretó su mano entre las suyas, pero no se quejó ni dio expresión alguna, si Gabriel no lo había hecho él tampoco debía de hacerlo y viceversa.
Los cuatro equipos formaron una sola fila delante de aquel hombre rodeado de varias personas, algunas vestidas de guardias de seguridad, otros llevaban un estilo de fiesta de acuerdo al festival y detrás de todos ellos un montón de equipos electrónicos, entre monitores, cámaras de seguridad que apuntaban a varios sitios, pero todos rozando el perímetro de una carpa central apenas visible.
–Bueno ¿Qué tal si vamos al grano?– sonrió mientras se sentaba en su silla –lo que ustedes harán hoy determinara al ganador, que si tiene éxito– suavizo la voz mientras encendía un puro –a los ganadores mejor dicho porque aquí todos son almas gemelas– soltó una risa forzada –no saben la envidia que me dan una generación nacida para encontrar su complemento, su otra mitad eso suena casi poético una bendición y a la vez una maldición–
Las palabras de aquel sujeto sonaban amables en la superficie hasta que notabas que algo en ellas no era lo que parecía, era como si un lobo disfrazado de oveja se acercase balitando de inocencia.
–Mis hombres les darán sus instrucciones aquí gana no el que llegue primero sino el que me traiga personalmente el encargo– hizo un ademán a uno de los grandullones que traía varios rollos de papel de metro y medio de largo enrollado en sí mismos –créanme que la pareja que lo haga tendrá sus 50 mil dólares–
–Disculpe– dijo un chico el mismo que acompañaba a su alma gemela que parecía asustada y preocupada en el interior del contenedor –¿Qué pasara con los demás, con los que no logren?– sonaba seguro y directo aunque podías notar un leve temblar en su mano que oculto dentro de los bolsillos de su pantalón.
–Para los perdedores, pues nada, no le pasará nada solo no tendrá el dinero y eso es todo– acompaño con una corta risa cínica.
Liam empezó a sentir que el ambiente se volvía pesado y peligroso algo aquí no cuadraba, pero era tarde para llegar a esa deducción.
El grandullón extendió el rollo de papel sobre una mesa metálica, coloco lo que parecían ser cartuchos de una pistola en cada esquina, y la pistola a la que pertenecían en cada esquina usada como pisapapeles.
–El festival tiene una tarima central– señalo a unos planos muy detallados, llenos de números y miles de trazos en cuyo centro había un esbozo de la tarima que se extendía por varios metros y que en cuyas esquinas se desplegaba lo que parecían ser caireles de un vestido extendido dependía de la posición como las vieses tomando forma de alas de una mariposa –su objetivo es tomar las cajas negras de una carpa en especial– señalo a una esquina opuesta a la zona de la entrada principal al otro extremo de por donde ellos entraron –ahí encontraran una carpa enorme rodeaba de otras pequeñas donde sirven bebidas eso solo un disfraz no deben confiarse de nadie que trabaje ahí, si los llegan a atrapar se las apañaran a solas…–
Liam se sintió aliviado del apoyo que le darían, un apoyo que confirmo su preocupación.
–¿Cómo son esas cajas siendo específicos y qué contienen?– preguntó una chica de una de las parejas.
–Lo que hay dentro de ellas no es de su incumbencia – corto el grandullón.
–Si me incumbe– reafirmo la chica –dependiendo de lo que transporte puedo ser cuidadosa o tratarlo como requiera la situación–
–Señorita, Señorita– dijo Zagan levantándose de su silla –puedes lanzarla de un décimo piso si es necesario, aquí lo que importa es que me las traigan– exhalo una calada de humo.
–Oye– musito Gabriel, mientras señalaba con la mirada a algún lugar en el mapa. En los planos cerca de la carpa donde efectuaríamos el robo resaltaba un borrón sutil.
C.E. se podía distinguir, Liam no entendía a que se referían esas siglas sabía que las había visto antes en algún lugar, pero ‘¿dónde?’.