Liam corrió sin descansar ni por un instante, se había alejado de la pequeña casa de trucos de Pitonisa, no tenía idea alguna de lo que pasaría solo sabía que aquello era culpa de sus decisiones.
‘Primero llegar a la esquina de mi casa y fingir una llamada’ se dijo recordando las instrucciones ‘abrir la pequeña caja de metal alzarla sobre mi cabeza y después correr lejos de ellos’.
Fue entonces cuando noto a lo lejos un auto negro estacionado en frente de su casa, aquel auto no debía de estar ahí, conocía la mayoría de familias alrededor de su hogar y ninguna podía darse tal lujo además de que los vidrios polarizados eran un evidente de que algo malo traería su presencia.
Saco su teléfono apenas giro en la esquina –si lo tengo justo aquí, tú dime donde y cuando– dijo de forma natural –claro yo te lo llevo, sabes que en esta vida solo estoy yo y Gabriel, me importa poco– continuó como si la conversación fuera de lo más normal –¿Familia? Ja claro que no, no tengo ninguna familia eh vivido en las calles y apenas saben que vivo cosa que es solo para aparentar– Liam noto que una de las ventanas traseras descendía lentamente –no te preocupes lo tengo justo aquí– esa era la señal para abrir la pequeña caja de metal, la levanto sobre su cabeza en un gesto desperezado, bostezo sacando la jeringuilla de su interior maniobrándola en su mano.
Fue entonces cuando escucho el click de algo metálico –si claro ahí estaré y con lo acordado me podre ir de esta inmunda ciudad– dijo con una risa falsa.
Apresuro el paso alejándose de su casa deseando con todas sus fuerzas que ni su madre o su hermana lo reconocieran por la ventana, ya a unos metros lejos vislumbro con el rabillo del ojo que del auto se bajaban tres tipos de traje con unas gafas oscuras. Tenía que seguir con el plan si lo que Pitonisa había dicho era verdad debía de agachar la cabeza cuando escuche el chillar de un auto, pero no había ninguno en la calle por aquella zona los automóviles eran muy escasos y a lo lejos detrás o de frente no había ningún auto aproximándose.
‘Debes agacharte apenas lo escuches, no intentes correr por nada del mundo deja que pase es la única manera de que todo salga bien’ recordó Liam.
Trataba de que cada paso fuera lo más natural posible, no se había detenido por nada mientras reía con el celular pegado a su oído, la tensión aumentaba al no escuchar ningún pitar o algo parecido mientras aquellos hombres se acercaban lentamente a sus espaldas cada vez acortando la distancia que los separaba, en un par de metros y estarían detrás de él tendría que pelear o correr, Liam guardo la pequeña caja de metal en su bolsillo mostrándola intencionalmente a los hombretones que lo seguían, apenas asegurado por un botón sujeto a la solapa de su bolsillo.
Su respiración se tornaba profunda debía estar listo para pelear, Pitonisa se había equivocado no habría ningún auto que lo alerte algunas personas en la calle se alejaban del lugar como si su intención fuera la de no estar aquí y observar la batalla que se desataría.
‘Corre’ pensó Liam con el corazón palpitándolo con tanta fuerza ‘Debo cruzar la ciudad hasta el almacén, perderlos de vista mientras los alejo de ellos’ pensó en su familia ‘encargarme de uno de ellos y ponerles a salvo’
Fue entonces cuando el gruñir de un gato siendo perseguido por otro se desató de alguna parte, la pequeña carrera de las cogidas se volvió estrepitosa cuando el gato en el tejado de una de las casas salto al capot de un auto provocando que la alarma se activara.
Liam agacho inmediatamente la cabeza con todo su cuerpo en cuclillas sin pensarlo dos veces, escucho el zumbido de un proyectil pasándole a centímetros sobre él, sea cual sea su objetivo apuntaban a su cabeza y su espalda, los proyectiles no habían producido sonido alguno solo cuando estuvieron a centímetro de su ser pudo percibirlos, aquellas balas hubieran acabado con su vida al instante.
Dos balas se incrustaron en un árbol muy delante de él, sentía miedo una parte de su ser se estremecía de lo que había pasado, Pitonisa no le había dado una especificación del porqué le pedía que se agachara y ahora todo tenía sentido –Atrápenlo– dijo uno de los matones. Liam se incorporó sintiendo apenas las piernas el roce con la muerte lo había petrificado mientras su voluntad de correr le reclamaba que lo hiciera.
Corrió sin descanso ocultándose con todo a su alrededor, salto una valla mientras escuchaba como varios proyectiles se incrustaban en las cosas a su alrededor. Los hombretones le seguían el paso, eran muy hábiles en su persecución, cuando escucho el acelerar de un auto, que debía ser el mismo que esperaba fuera de su casa.
Sus latidos retumbaban en sus oídos tenía miedo de lo que podía pasar ahora debía correr alejarse de aquel lugar alejarlos de su familia volvería por ellos sí, pero cuando aquellos matones estuvieran igual de lejos, debía buscar a Gabriel tenía que saber en lo que se había metido.
–¡Corre!– grito Danna despertándose agitada –Corre– musito.
Miro a su alrededor estaba sobre su cama, había llegado de una salida con sus amigas del cansancio se había recostado lo que causo que se quedara dormida, había escuchado una respiración agitada, ver a monstruos de algunos metros tras de ella, a una mujer en un lugar místico con instrucciones y letras sobre un papel, palabras que se volvían borrosas cada vez que trataba de recordar.