Cuando te acuerdes de mí

TU, EL MAR Y EL CIELO

Al momento en el que Pancho me deja en la puerta de la mansión Rockenford ya no me siento tan miserable como antes, ya que el día de hoy me hizo sentir como esa niña que disfrutaba estar con él, ¿lo mejor? Esos besos me demostraron todo lo que siente por mí, y aun que ya no pueda estar conmigo me siento plena porque sé que en el fondo yo soy el amor de su vida, así es y así será.

Más tranquila entro y observo a Lisa haciendo una llamada sobre su trabajo, con un gesto me pide que espere y me siento en una periquera de la cocina mientras ella parlotea en italiano de un lado a otro. Cuando cuelga me sonríe.

—Lara me dijo que no me fuera a dormir sin que antes me contaras que había pasado, así que… ¿Qué tal estuvo?— pregunta enérgica y me sirve una taza de té.

—Pues la noche acabó extrañamente… bien, por así decirlo; pero tengo que admitir que iba destinada al fracaso. — confieso y bebo.

— ¿Por qué?

—Pues yo y mis malas decisiones, Ulises me llevó a un observatorio y parecía ir todo bien hasta que… intentó propasarse.

— ¡¿Qué?! ¿Y estás bien? ¿Te hizo daño? ¡Por dios!— grita preocupada justo como lo hubiera hecho mi madre.

—Si estoy bien, yo lo alejé pero como me negué a hacer algo con él me quiso dejar sola en la carretera, ¡pero ocurrió un milagro Lisa! Justo cuando Ulises sacaba su auto del estacionamiento un auto apareció atrás evitando que se fuera… Y no me vas a creer quien era.

— ¡No me digas que…!

—Sí, Pancho apareció como un hermoso ángel caído del cielo y lo sacó por su ventana y lo golpeó y le amenazó de no regresar a la Universidad y tambien le prohibió acercarse a mí, al parecer le investigó y se enteró de que se dedicaba a molestar a chicas, ¡había visto todo! Pancho me trajo, pero antes pasamos una noche de recuerdos, comimos frituras y reímos… tal vez… solo tal vez uno que otro beso culposo y nos despedimos, ahora sí.

—Debes tener fe, todo puede pasar…

—No, yo quiero afrontar las cosas como son, él jamás me va a recordar y vivirá una vida buena, yo viviré la mía y todo estará bien.

—Debes saber que las palabras de una madre son palabras proféticas, aprende a escuchar jovencita, ahora… me iré a dormir, mañana tendré que salir de la ciudad dos días, cuento contigo para cuidar a Lara, descansa linda.— se pone de pie y me besa la frente para después irse.

Cuando subo a mi habitación me recargo contra la puerta y respiro hondo asimilando todo lo ocurrido en esta noche, sin duda algo que yo no esperaba pero aun así una bella sorpresa para mí.

 

 

El fin de semana después de unos días un tanto pesados, tareas, cuidar a Lara, mentalizarme para la gran boda del año e intentar calmarme para no volverme loca. Por otro lado Pancho me hizo llegar la perfecta invitación, una hermosa caja de cristal con una pequeña alberca con perlas hermosas y encima la invitación. Y aunque me da una horrible punzada en el corazón me la aguanto, << ¿Tu querías ir no? ¡Pues aquí tienes tu pase a la boda del amor de tu vida!>> pienso y me dejo car en el sofá, ya que él famoso día es hoy en la tarde, justamente planeado con el atardecer de tras del altar. Pero lo único que me consuela es que no estaré sola, ya que la madre de Pancho invitó a Lisa y a Lara, además de Geraldine y Alberto, así que no seré la única que va a sufrir, o tal vez sí, la realidad es que yo seré la que sufra mientras todos me miran con lastima a sabiendas que yo soy la mujer de su vida.

—Este vestido verde se te vería lindo, no es negro así que no parecerá que estás de luto, no es rojo como para llamar la atención y no es blanco como para que resaltes más que la novia, aunque ambas sabemos que aun así lo harás. —Me dice Geraldine buscando un vestido para mí en su armario, pero yo estoy tan perdida mirando la invitación sobre la mesita de centro que no la escucho, tampoco me atrevo a tomar la hoja en mis manos por lo que significa.

— ¿Qué? ¡Ahhh! Si, el vestido azul es lindo. — le respondo distraída y ella se sienta a mi lado.

—Lina… sabes que puedes cambiar de opinión si así lo deseas, sé que esto no es fácil para ti, no te mortifiques más.

—No… yo estoy bien, solo quiero hacerlo… ¡Yo quiero hacerlo! ¡Lo necesito Geraldine! ¡Es que esto cerraría al fin este capítulo! Así yo avanzaré sabiendo que ya no hay más esperanzas, estoy asqueada por tan solo imaginar a esa bruja llevándose al ser más importante en mi vida. Ella es muy afortunada, se lleva la última pieza de mi rompecabezas, y yo tendré que acostumbrarme a vivir viendo ese hueco.

Intento hacerme la fuerte a toda costa mientras retengo las lágrimas casi dolorosamente, pero estas salen tan fluidas que no las puedo atrapar. Geraldine me da un pañuelo y sonríe.




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