Cuando te acuerdes de mí

CAPITULO FINAL

Después de que Pancho se despide de los familiares de Zoe y todos nos quedamos solos en el jardín Pancho no deja de sonreír.

— ¡Es que no puedo creerlo! Tu odiabas con todo tu ser y alma a Geral, ¿y ahora es tu mejor amiga? —pregunta sorprendido y Geral y yo sonreímos.

—Si bueno, Geral y yo platicamos mucho sobre esa época y llegamos a la conclusión de que no regresaríamos, así que ella se me pegó como chicle y se volvió casi mi hermana. —Amito y Geral suelta una carcajada al oír lo del chicle.

—Eso fue como una patada a mi dignidad pero no puedo negarlo, fui un buen chicle, eso y que no quería estar sola en la Universidad. — Me dice bromeando y Pancho no deja de mirarme como si fuera la séptima maravilla.

—Les robaré un momento a esta linda señorita, espero que no les moleste. — Le dice a su madre y a Geraldine y las dos se miran encantadas.

— ¡No hay problema! ¡Si quieres llévatela a tu casa y cásense!— le grita su madre y los dos nos alejamos al muelle que está a unos cuantos metros más a delante, los pasos de Pancho son rápidos, tanto que parece que me arrastra en vez de caminar más románticamente. Cuando nos alejamos y estamos lejos de la vista de todos él me suelta y se pone a caminar de un lado a otro con otra actitud más desesperada.

— ¿Qué es lo que pasa? ¿Estás bien?— pregunto y él al oírme me mira como si yo fuera la culpable de algún lio.

— ¡Es que todo está llegando a mi cabeza como un huracán! ¡Es como si todas las emociones que sentía cuando era un niño regresaran! ¡Todo! ¿Cómo crees que me sentí cuando me dejaste siendo un niño Lina? ¡Era la maldita primera vez que me enamoraba tanto! ¡Mierda! ¡Eras la niña más perfecta en un mundo de violencia! ¡Tú todo el tiempo me demostrabas tanto! ¡Robaste un uniforme para mí! ¡No tienes idea de cuantas veces escribí esa maldita carta con las manos temblando! ¿Cómo decirte que te amaba? Yo le rogué a mi madre ponerme el mejor perfume de mi padre para oler bien para ti, le rogué cambiar mi peinado para ti, pero tú ya no estabas, ahí estaba yo… solo con una carta de amor en mi mano. — Me grita todo tan molesto y triste que no puedo evitar llorar, es justo como si el niño de ocho años me reclamara por haberme ido, yo sabía que esto pasaría, y ahora estaba siendo regañada por él mismo.

—Francisco… yo…

— ¡No! ¡Por días no dormí! ¡Mi madre me llevó con un Psicólogo por la enorme depresión que tenía! ¡De repente todos en la escuela me miraba y se me acercaban no por que quisieran ser mis amigos!, se acercaban por lastima, él niño que dejó de reír y sonreír, creo que después de todo el accidente de avión que sufrí con mi familia fue lo mejor que hubiera pasado, olvidarte fue lo mejor porque si no hubiera muerto por tener el corazón roto. —MI corazón se oprime al oírlo tan lastimado y se acerca a mí de nuevo intentando calmarse. — ¿Sabes por qué otro motivo fue lo mejor? Porque si yo no te hubiera olvidado jamás me hubiera hecho amigo de Geraldine y Alberto, ellos me inculcaron el amor por los mitos y leyendas, sin ellos jamás hubiera entrado a esta Universidad, pero sobre todo jamás nos hubiéramos encontrado de nuevo. —Me rodea con sus brazos y pegamos nuestras frentes, mi maquillaje se encuentra corrido por tanto llanto y él limpia mi rímel junto con las lágrimas, él tambien llora, su nariz roja lo delata.

—Perdóname… ¡por favor! Jamás hubiera podido hacer que mis padres cambiaran de opinión, me alejaron de todo lo que amaba, de ti. No hubo ningún día que no te recordara, yo… soñaba que volvía y te abrazaba, pero no pasaba, miraba a todos los hombres que pasaban con la esperanza de verte, yo solo quería estar contigo, quiero que sepas que no miento mira esto…— meto mi mano a mi bolsa y saco un pequeña gaviota hecha de papel, la primera que le salió después de horas de practicar, él la toma con cuidado y enmarca una sonrisa.

—Fue la primera…

—Jamás la saco de mi bolsa, porque jamás te olvido, ¡nunca! Tú eres el amor de mi vida, yo entendería si no me quieres perdonar, por lo menos ahora sé que me recuerdas y con eso basta. —Al oírme deja de mirar su creación de papel y me mira desconcertado.

— ¿en serio? ¿Crees que ahora que somos grandes y sabemos todo te dejaré ir así tan fácil? ¡No seas tonta! ¡Jamás! Tu no tenías la edad para decidir cuándo te fuiste, así que no tengo nada que perdonarte, te quiero a ti, para siempre, mi Lina; mi vida, te amo tanto que mi corazón quiere salir de mi para gritar que te recuerdo justo como cuando tomabas mi mano a los ocho años, ¡Te amo tanto que te tomaría de la mano y te obligaría a casarte conmigo frente a todos! ¡No necesito tiempo, ni permiso de nadie! ¡Ni el tuyo! Por qué te conozco y no dudo de lo que eres capaz de hacer por mí.




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