En mi cuarto, guardó una fotografía de mis grados, es uno de mis mejores momentos junto a mis padres; observé la fotografía y vuelvo a vivir una y otra vez el mejor de los días. Mamá se encontraba emocionada por mi graduación, no se cansaba de organizar cada detalle de la toga que llevaba puesta, el gorro de grados lo acomodaba de todas las formas posibles; me estaba sintiendo incomodo, pero como se lo diría a mama, no me atrevería decirle algo así. Tenía los ojos en mi pendiente de no encontrar alguna arruga, trate en lo posible en cuidar que no se arrugará.
Arango siéntate así, no arrugues la toga, no dormí toda una noche tratando de plancharla; el gorro esta torcido, sonríe a la cámara, no hables en la ceremonia. Papá trataba en lo más humanamente posible calmar a mama, la emoción salía por cada poro de su piel. Deja que se reúna con sus amigos, lo estas incomodando, son las palabras que papá le decía a mamá; solo para ganarse una mirada de pocos amigos por parte de mamá, a mí me provocaba un poco de risa.
Estuve estático por un largo tiempo, contemplando las fotografías ignorando las horas, los minutos, segundos pasar en el reloj; viajando por el tiempo contemplando cada cuadro, recordando momentos espectaculares. Mi mayor temor es olvidar, todo lo que pasé con mis padres, escribí un diario para no olvidar.
La vida se ha encargado de lastimarme dejándome enormes heridas; antes de que nos diéramos cuenta de la enfermedad de mamá, encontré una carta escrita por ella misma, hasta el día de hoy conservé la carta que escribió, como si estas palabras grabadas en el papel fuera su último aliento.
Sé que no puedo leer las cartas de los demás, pero no podía quedarme con solo mirarla algo dentro de mí me obligaba abrirla y leerla, fue uno de mis más grandes errores leer la carta; no sé porque me atreví abrirla que tonto he sido, solo unas palabras quedaron grabadas en mi cabeza. “Mi vida está por terminar, antes le temía a la muerte por qué no quería partir sin tener una familia, un hijo que ha sido mi fuerza y motor de vida. Un esposo que me levanta cuando caigo me da todo su apoyo cuando más lo necesito”.
Papá sale de la cocina con un pedazo de pizza en las manos, puedo sentir como el olor de la pizza caliente inunda mis fosas nasales, como el queso se estira con cada mordida que papá le da; hasta la boca se me hacía agua con solo sentir su exquisito aroma; en cuanto preparo un plan para quitarle un pedazo de la pizza ya es demasiado tarde. En tres bocados se acabó la pieza de pizza dejándome con la boca abierta.
—Te estas comiendo toda la pizza tu solo, no me vas a dejar nada estaré desnutrido por tu culpa. Estas pasando la línea tienes unos kilos de más—
Sentí como papá se quedó mirándome por un buen rato, su mirada trataba de preguntarme algo que no quería responder, no me di cuenta, pero unas lágrimas resbalaron por mis mejillas. Observé a papá con los brazos abiertos; de inmediato logré entender el mensaje.
Ya era demasiado tarde para reaccionar, me encontraba rodeado en sus brazos sintiendo la fuerza con la que me apretaba, me estaba exprimiendo como un limón.
—Papá por favor suélteme, necesito aire por favor me estas lastimando las costillas, creo que se me ha fracturado como dos costillas—
Papá me soltó de sus peligrosos abrazos por fin, tomé una bocanada de aire. Un poco más y en cualquier momento estaría con todas las costillas fracturadas.
—Lo siento mucho Arango, no sé qué es lo que tanto te preocupa. Si te sucede algo o te sientes mal habla conmigo, siempre estoy para escucharte sin importar lo ocupado que este—
No puedo seguir guardándome todo el dolor sería bueno hablar con él, pero lo de la carta no puedo decírselo aun todavía; eso lo haría sentirse mal y yo me sentiría de lo peor por dañarle su día.
—Eres el mejor padre, sé que siempre me escuchas, pero es…— Que lo voy a decir a papá, “no podía decirle nada de lo que él no sabe. Conciencia traidora por poco me hace hablar más de la cuenta” —He olvidado lo que te quería contar—
—Vamos a llegar tarde no te bañes solo vístete, cruza los dedos y ruega que el tráfico no esté bastante agitado—
Me revolví el cabello un poco, perdí tiempo parado como si estuviera en una casa diferente a la mía, estoy en piyama en cualquier momento me sentiré apestado. Parece que huelo mal; dejare rastros de mi mal olor por todo el camino hasta el hospital.
—Papá por favor, no me he bañado, ya estoy empezando a oler mal y no queras que dejen el hospital en cuarentena; por mi peste nunca saldremos con mamá—