Cuando te conocí

Capitulo 1. Está frente a mí

Es bien sabido por muchos que, mudarse a otro país y encontrar el trabajo que tanto anhelas, es complicado. ¿Y qué hay del romance? Lo he deseado pero aún no ha llegado; y desde que puse pie en esta pastelería, mis pruebas han aumentado sin aviso.

—Yanet, despiértate. ¡Pronto tenemos que abrir!

Escuché esas palabras a lo lejos pero, no quería abrir los ojos, los sentía tan pesados. Percibí la palma de una mano que tocaba mi hombro y me sacudía de un lado a otro. Era inevitable despertarse.

—¿Qué pasa? —contesté somnolienta.

—Tengo que abrir la pastelería y necesito que me ayudes.

—... ¿Qué hora es? —Me levanté de la silla y comencé a estirar mi cuerpo.

—Son las ocho y media de la mañana.

—Lena, ¿por qué no me despertaste antes? —le reclamé.

—¡Lo hice! Y me respondiste, pero volví y seguías durmiendo ¿Por qué pasaste la noche aquí? Pensé que solo te ibas a quedar hasta tarde trabajando y enseguida regresarías al departamento.

—Lo sé, pero tenía que terminar la prueba de un nuevo postre.

—Hablas de la nueva propuesta que le harás a la jefa, ¿verdad? Solo …. la próxima vez no te excedas y duerme en la casa o llamaré a la policía —amenazó sarcásticamente.

Asentí con la cabeza.

—Por cierto, buenos días —dijo ella sonriendo y pellizcó mis cachetes como era su costumbre.

Lena es mi mejor amiga desde la secundaria; nunca me hubiera imaginado que años después estaríamos aquí, trabajando en una pequeña pastelería de Seúl. Cuando estamos a solas hablamos en nuestro idioma, sin embargo, con los clientes y personas alrededor procuramos hablar en coreano con una mezcla de inglés. Mi cerebro se confunde a menudo debido a esto; así que, en ocasiones es una tortura hablar, pero la gente comprende que somos extrajeras y ha sido más fácil de sobrellevar. No puedo decir lo mismo de la comida. La pobre Lena aún ve como una pérdida de tiempo el simple acto de quitarse los zapatos antes de entrar a una casa y tiene que soportarlo hasta el día de hoy.

A las diez de la mañana abrimos la pastelería como de costumbre. Me apresuré a limpiar todo el caos que hice en la cocina la noche anterior. La peor parte de ser ayudante en repostería es, limpiar.

Lena de pronto se acercó a mí.

—Tengo que salir —dijo ella.

—¿A dónde vas?

—Iré con Min al restaurante de su abuela. Me invitó a desayunar hoy. —Tomó su bolso del perchero.

—¿Tan temprano?

—Pasaré a comprar algunas cosas en el supermercado. Min tiene una moto, así que me ahorrará usar el metro. Ya le había pedido permiso a la dueña.

—Cierto, ayer me avisaste... —recordé de pronto— está bien, cuidate y recuerda que hoy te toca trabajar el turno de la tarde.

— Okay, jefa —dijo riendo mientras salía por la puerta trasera del negocio.

Es gracioso que, a pesar de, Lena ser tres años mayor que yo; en el trabajo soy la que tiene que llevar la responsabilidad.

Seguí organizando la cocina; tan pronto como llegó la trabajadora del turno matutino me fui a casa. Lo poco que dormí no fue suficiente para mí, ahora veo que, desvelarme trae serios efectos negativos. La piel alrededor de mis ojos se oscureció, me sentía muy agotada y ansiosa. Ni siquiera tenía apetito. Me tiré rendida en la cama, quedándome así profundamente dormida.

En mis sueños percibí el sonido de una vibración, abrí los ojos y era mi celular el que estaba sonando. Lo tomé de la mesa, al lado de mi cama y cuando vi la pantalla; noté que habían transcurrido tres horas desde que llegué. No quise contestar el celular, se trataba de Lena. ¿Por qué no me dejaba dormir plácidamente?

El celular continuó sonando y ya no deseaba escucharlo.

—Lena… ¿Por qué no me dejas? Solo quiero descansar —contesté de una vez por todas.

—¿Aún estás durmiendo? Lo siento, pero lo que tengo que decirte es serio, debes prepararte.

Lo dijo con tal seriedad que mi cabeza empezó a dar vueltas.

—¿Es… una... mala noticia? —pregunté dudosa.

—¡Esto es realmente importante! —exclamó efusivamente—. Yan, tienes que adivinar lo que pasó mientras estábamos desayunando.

Por un momento me quedé callada.

—No lo sé, dime tú —contesté sin ánimo.

—Este es el problema cuando te desvelas, tu humor se torna un tanto...

—Lena, quiero dormir bien ¿sabes? Como sea, dime qué pasa esta vez.

—¡Acabo de promocionar un postre tuyo! —exclamó entusiasmada— y fue todo un éxito. Esta persona está realmente interesada.

—Pero, sabes que no podemos vender ningún postre que no esté aprobado por la dueña. Apenas le presentaré la propuesta —contesté preocupada.

—Deja la formalidad a un lado, Yan. Nunca hay que desaprovechar una oportunidad. Te explicaré a detalle después. Estoy segura que este cliente nos dejará mucho dinero —aseguró.

—¿A qué te refieres? ¿Es algún pedido para un evento?... Olvídalo, mejor explícame cuando llegues a casa.

Mi mente no estaba lo suficientemente despierta para entender este tipo de situación.

—Te digo que, si este negocio se realiza, me tendrás que dar un bono ¿De acuerdo? —dijo riéndose—. Te cuelgo, porque Min me está lanzando una mirada punzante.

—Está bien. Adiós.

Recordé que Lena no entiende que es una falta de respeto hablar por celular mientras estás en una cita con tu amigo. Sin embargo, debo reconocer que, ella es realmente buena promocionando la pastelería y los productos. Siempre que tiene oportunidad ofrece su tarjeta de presentación, gracias a ello hemos podido mantener las ventas.

Mi estómago empezó a gruñir como un león, así que, fui a la cocina. Saqué una sartén y preparé unos huevos revueltos junto con té verde. Desde que llegué aquí, me percaté de dos cosas: mi fascinación por los tés y; la falta de tortilla me ha llevado a una dieta obligatoria. Nuestra cocina es pequeña, por lo que, me siento más a gusto cuando cocino sola y en paz.

Fui a sentarme en el pequeño sillón que estaba frente a la televisión, tomé el control y pasaba un canal tras otro, sin llamar ninguno mi atención. Decidida a ver de nuevo "Orgullo y Prejuicio", de pronto apareció en la pantalla el canal KBS. Se trataba de una entrevista al grupo masculino llamado EKOS. Empezaron a hablar de un nuevo reality show donde participaría cada miembro, mostrando así alguna habilidad que tuvieran o algún oficio que quisieran aprender. En este país, es común ver a tu grupo favorito en la televisión todos los días, y si no logras verlos en un programa, entonces los comerciales y carteles publicitarios son su otra forma de promoción; EKOS no es la excepción.




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