Brianna-
—¿Por qué nunca hay buenos programas de televisión en los domingos? —se queja Estrella.
—A esas personas también les da pereza trabajar un domingo solo para que tengas buena programación. Es mucho más fácil repetir lo que pasan en la semana —repito.
—Sin importar cuántas veces lo expliques, seguiré quejándome.
Le volteo los ojos mientras ella continúa cambiando los canales.
Creía que ya no tendríamos días como éste. Cuando los chicos dijeron que nos pondrían un guardaespaldas lo decían en serio.
A la mañana siguiente aparecieron en nuestra puerta junto a un hombre alto y musculoso llamado Marcus, este se presentó de manera cordial, aunque nos intimidó un poco al principio.
Fue un cambio repentino, ya no éramos solo nosotras, ahora alguien ocupaba la habitación de invitados. Sin embargo, al pasar los días nos dimos cuenta que la actitud de Marcus es muy distinta a su apariencia. Resultó ser un amante de la cocina y poco a poco fue intentando agradarle a Jazmín, quién se escondía en su habitación casi todo el día, hasta que un día la escuchamos conversando con él animadamente.
Parece que le inspira confianza, como si pueda protegernos de cualquier cosa.
Observó cómo Marcus y Jazmín preparan bocadillos en la cocina. Sonrió.
—¿Cuándo estarán listos los bocadillos? —Jazmín me mira.
—En unos 10 minutos. Te van a encantar —dice sonriendo.
—Estoy segura que sí —le sonrió y luego miro de nuevo al televisor.
—Lo único bueno que hay para ver, son los Simpson —anuncia Estrella.
—Los adoro.
—Lo sé, aunque a mí no me gustan mucho. Pero bueno, no hay otra opción.
Escuchamos unos golpes en la puerta.
Todos nos ponemos alerta.
A pesar de que la presencia de Marcus nos hace sentir seguras, nos siguen preocupando cualquier cosa.
—¿Quién creen que sea? —murmuro.
—¿Quizás Hannah? —responde Estrella.
—¿Por qué tocaría la puerta? Ella tiene llave —recuerdo.
Marcus sale de la cocina y camina hacia la puerta.
—Ambas vayan a la cocina —Estrella y yo corremos hacia allá. Las tres nos escondemos ahí —¿Quién es? —escuchamos a Marcus.
Tomamos nuestras manos. Tengo los nervios de punta y puedo sentir mi corazón palpita en mis oídos.
—Soy el detective Hammond —me levanto de golpe.
—Es el jefe de Hannah —le digo a Marcus —¿Por qué estará aquí?.
Este abre la puerta dejándolo pasar.
—¿En dónde están las compañeras de Smith?.
—Aquí —salgo de la cocina —¿Pasó algo? ¿En dónde está Hannah?.
—Ella está bien. Justo ahora están tomando su declaración y vine por la de ustedes.
¿Tomando su declaración? ¿De qué?.
—Disculpe, pero no entiendo que quiere decir con eso.
—Nosotras tampoco —apoya Jazmín —Hace tres semanas dimos nuestra declaración del incidente.
—Creo que es mejor que se sienten —aconseja.
Caminamos lentamente hasta el sofá mirando al detective Hammond. Su rostro es serio pero sus ojos revelan confusión y tristeza.
—Hace algunos minutos atrapamos a Carlos fuera del edificio. En este momento lo están trasladando a la comisaría.
—¿Qué hacía aquí? —pregunta Jazmín.
—¿Qué sucedió en realidad? —Estrella capta su atención —Usted no estaría aquí por algo tan simple como un incumplimiento a una orden de restricción. Debe haber pasado algo grave.
—En efecto —suspira —Una pareja lo encontró abajo pidiendo entrar, dijo que su novia vivía en este edificio pero que no le contestaba las llamadas. Ambos habían visto su foto en la cartelera prohibiendo su entrada, pero eso no fue lo que los alarmó. Mientras estaba conversando hizo un mal movimiento y se pudo notar que llevaba una pistola en la parte trasera pantalón. Al revisar el bolso que llevaba encontramos cuerdas, cinta adhesiva, ropa interior indecente y cloroformo. Además en su auto había una pala y bolsas negras...
Dejo de escuchar lo que dice.
Siento el pánico creer en mí. ¿Qué habría pasado si hubiera podido entrar? Quizás planeaba forzar la puerta, al darse cuenta que estaba Marcus le dispararía, intentaría atrapar a una de nosotras para forzar a las otras a obedecerlo y luego... Estaríamos a su merced.
La mano de Estrella se entrelaza en la mía devolviéndome a la realidad.
—Se que es difícil para ustedes, pero pueden decirme lo que saben. Eso ayudaría a la investigación.
—Estamos igual de confundidas que usted —dice Estrella manteniendo la calma. Su voz es monótona y suspicaz, justo la que usa con sus clientes.
—Han notado algún indicio, ¿Algo que les advirtiera que está situación podría suceder?.
—Si —murmuro, enfoca la mirada en mí —. Ha estado siguiendo, por más de una semana.
—¿Hicieron un informe?.
—No. La orden de restricción es para mantenerse lejos de Jazmín, y levantamos una denuncia cuando la quebranto. Después de eso nos ha estado siguiendo a Estrella y a mí —el detective anota lo que dije.
—¿Notaron algún patrón? ¿Algo programático en su conducta?.
—Se turna para seguirnos, lo hace diferentes días —recuerdo —, días específicos, siempre son los mismos días de la semana.
—Son los días en que no tenemos auto —agrega Estrella.
—Expliquen eso.
—Tenemos unos días asignados de quién será el conductor. Nos sigue cuando no tenemos auto —repito —. Cuando es el día de Estrella él está frente a mí trabajo, y viceversa.
—¿Cómo creen que consiguió esa información?.
—En la cocina hay un horario, con las tareas del día de cada uno, y era novio de Jazmín, pudo haberla visto cientos de veces —suelta Estrella.
—¿Cuál de las dos se dio cuenta de que comenzó a seguirlas?.
—Yo —recuerda Estrella —. Estaciono el auto en la calle y en el lado contrario, apartó la mirada rápidamente pero ya lo había reconocido. Después de eso estuvimos alerta y tomamos las medidas necesarias.