Brianna-
—Madre santa —dice Jazmín boquiabierta.
—¿Cómo es que son dueños de un lugar tan...? —Hannah se queda pensando en la palabra perfecta.
—... Maravilloso —completo por ella.
—Exacto, maravilloso.
—Gracias, mis padres apreciarán su buen gusto —Ethan sonríe orgulloso.
—Imagínense tener la suerte de visitar este lugar cuando quieran —suspira Estrella.
—Jazmín tiene mucha suerte —admito.
—Opinó igual —caminamos hacia la entrada —. No le había tenido envidia hasta este momento, tener la suerte de está casa, el clima frío, el chocolate caliente.
—Vestirse de está manera —toco mi falda y mis medias para el frío —. Adoro vestirme así.
—Tengo que admitir que fue un cambio abrupto de temperatura, pasar de la calidez de la playa al frío de la montaña —acota Estrella mirando todo a su alrededor.
—¿Cuánto más hay que caminar hacia la entrada? —se queja Hannah —. La casa se ve desde donde estábamos pero ahora se siente distante.
—Es que la casa está en una colina pequeña —explica Ethan —, por eso se ve a la perfección.
—¿Entonces cuánto falta? —suspira Jazmín.
—Ya estamos llegando —señala la puerta de entrada.
—Le voy a sugerir a tus padres poner el estacionamiento más cerca de la entrada —bromea Jazmín.
Ethan abre la puerta enseñándonos un acogedor recibidor.
Toda la decoración desprende comodidad.
—Alex, ¿Podrías encender la calefacción? —Alex asiente —. Tomen asiento en la sala, voy a encender la chimenea.
—Te lo agradecería. Taylor es muy sensible al frío y no sé cuánto más pueda aguantar —Hannah se sienta abrazando a Taylor.
—¡Tengo las pelotas tan subidas que me servirían de corbata! —exclama pegado a Hannah —. ¡Odio este maldito clima!.
—Tendremos que aprender a llegar a un punto medio, porque yo adoro este clima —Hannah acaricia su espalda.
—Por ti sería capaz de soportarlo —murmura en el cuello de Hannah pero aún así lo escuchamos.
—¡Eres tan dulce! —exclama Ethan viéndolo.
—¡Deja de burlarte y apresurate! —grita sonrojado.
—Tengo que esperar a que Alex encienda la calefacción... —mueve algo dentro —. Ah, ya la encendió.
Acerca un fósforo y se el fuego se enciende.
—Hay que esperar unos minutos antes de sentir el calor —anuncia y nosotros asentimos —. Entonces, pónganse cómodos.
Me recuesto en el sofá sintiendo el calor llegar lentamente hasta a mí.
He disfrutado tanto de éste viaje, ya no me importa ni me molesta la causa que nos hizo escapar en primer lugar porque he tenido la dicha de disfrutar cada uno de estos momentos.
—¿De qué me perdí? —murmura Alex a mi lado haciendo brincar.
—De nada. Bueno de Taylor dando ubicación exacta de dónde están sus pelotas —reprime una risa.
Observó a mis acompañantes quienes están abrazados en pares.
Parece una escena romántica de una película, esa en que si alguno de nosotros estuviera soltero se sentiría súper incómodo.
—¿Cuánto crees que tarden Marcus y Tamara? —vuelvo a recostarme.
Alex imita mi acción poniendo su rostro a centímetros del mío.
—No lo sé, están comprando lo necesario. Quizás algunas horas, estamos un poco retirados de la cuidad.
Cierro los ojos siento cada vez más el calor que desprende la chimenea.
—Adoro está casa, es perfecta para un escenario navideño —sonrió aún con los ojos cerrados —. Ya tenemos un lugar para las vacaciones, este será nuestro lugar para las fiestas.
—¿Quieres tener una propiedad para cada época del año?.
—Mi novio es dueño de una empresa, eso es lo menos que podría querer —bromeó. Escucho la sutil risa de Alex.
—¿Estás cansada? —acaricia mi mejilla.
—Un poco. Ayer nos dormimos muy tarde, y el vuelo fue agotador —suspiro —. Este hermoso lugar queda muy lejos.
—Lo escogimos con esa intención —se limita a decir.
Mientras más lejos estemos menos probabilidades tiene de encontrarnos.
—Entiendo.
Sus caricias están incrementando mis ganas de dormir.
—Te dormirás, ¿No es así? —su voz es suave.
—Si —bostezo.
—Entonces ven aquí —toma mi cintura acercándome a él.
Me acomodo en su pecho, los latidos se su corazón son como una canción de cuna para mí.
—Adoro dormir contigo —me acomodo más —, ¿No te lo había dicho? —digo en el mismo tono que él empleo ayer.
Lo siento sonreír, y caigo dormida.
—¿A alguien más le huele a comida? —la voz ronca de Chris me levanta de mi siesta.
Mantengo los ojos cerrados.
—Yo creía que era él único —responde Taylor desde el otro lado de la habitación.
—¿Alguien va a ir a ver? —pregunta Chris somnoliento.
—Levántate tú, ya que nos despertaste —suelta Hannah.
—Tengo a Estrella recostada sobre mí —se excusa.
—Todas están sobre nosotros —se une Ethan a la conversación.
Apostaría todo el dinero que tengo a que todos tenemos los ojos cerrados en este momento.
—Admite que no quieres porque tienes miedo —se burla Taylor.
—¡Por supuesto que no tengo miedo!.
—Si lo tiene —dice Alex entre risas.
—Dejen de reírse y vayan conmigo. Si es un ladrón no quiero ir solo —se queja.
—¿Por qué un ladrón estaría cocinando? —interroga Estrella.
—Eso fue muy ridículo, Chris.
—¡No me ofendas, Hannah!.
—Pero es que tiene razón —apoya Estrella —. O vas a decir que puede ser un "ladrón con modales" —se burla Estrella.
No hay respuesta de parte de Chris. Suelto una carcajada.
—¡En serio ibas a decir eso! —exclama Estrella.
Las risas resuenan más fuertes en la habitación.
—¡Es lo más patético que he escuchado! —dice Hannah entre risas.
—Señoras y señores, ese es el joven empresario, dueño de una compañía, aclamado jefe de publicidad, novio de la hermosa e inteligente Estrella: ¡Christopher Williams! —exclama Ethan haciéndonos reír más fuerte.