Estrella-
—No puedo creer que me hayan dejado sola limpiando —me quejó.
—No estas sola yo estoy aquí, cariño —dice Chris a mí espalda.
—Lo se, cielo. Pero no puedo creer lo despiadados que pueden ser.
—Pues yo fui quién propuso el reto, pero no imaginé que fueras la perdedora. ¿Cuánto tiempo te toma ponerte un traje de baño? Es como usar ropa interior aprueba de agua —volteo los ojos.
—Quería darme un baño antes, había sudado mucho en la caminata hasta acá.
Y también quería relajarme, después de ese momento en que creímos que Carlos nos había encontrada necesitaba volver a realidad y sentir calma. Pero eso no lo voy a decir en voz alta.
—Lo irónico es que no quería limpiar la casa, por eso propuse el reto y de todos modos termine aquí recogiendo toallas —recoge una del suelo.
Suelto una risa.
—Gracias por ayudarme a limpiar, tardaría el doble de tiempo de no ser por ti. Eres mi héroe —sonrió.
—No tienes porqué agradacerme —me sonríe de vuelta —. Vamos a casarnos, estaremos juntos en las buenas y en las malas, ¿Por qué no comenzar ahora?.
Mi corazón se llena de felicidad.
¿Quién no querría casarse con este hombre?.
—¿Vas a venir a salvarme cada vez lo necesite? —digo pensando en el susto que pasamos hace una horas.
—Hasta que la muerte nos separe, mi amor —sonrió —. Siempre estaremos juntos.
—Siempre juntos —me sonríe de vuelta.
Agarró la bandeja que había colocado sobre la mesa y los dejo en la encimera de la cocina.
—Sabes cuando éramos adolescentes también contemplaba la idea de casarme contigo —confiesa.
—¿En serio? —lo miro sonriendo.
—Cuando te veía sonreír me decía "no me molestaría ver esa sonrisa toda mi vida", pero luego me decía que estaba muy joven como para pensar esas cosas —coloca las toallas en una silla —. Este momento me parecía tan distante que de solo pensarlo me parecía una fantasía —me mira fijamente —, me alegra haber cumplido esa fantasía.
Mi corazón late aceleradamente. Contengo las ganas que tengo de gritar y arrojarme a sus brazos.
—Aunque tengo que admitir que ese sueño lo veía lejano. No me hiciste las cosas sencillas, cada vez que estaba contigo me sentía tan nervioso que no tenía ni idea que decir o hacer para gustarte —mi sonrisa se ensancha —. En cambio tu podías mirarme fijamente a los ojos sin doblegarte, y cada vez que lo hacías me derretía por dentro —me mira fijamente —. Bueno, aún me derrito al mirarte.
Me quedo en silencio embobada por el sonido de su voz y por todo lo que su corazón tiene por decir.
Con cada palabra me enamoro más de Chris.
—Varias veces me dijeron que me rindiera, que tú no sentías lo mismo, pero ellos no podrían notar el brillo en tu mirada cada vez que me veías sonreír, como me buscabas entre la multitud, como tus piernas flaqueaban al acercarme a ti —da un paso en mi dirección —, por supuesto que no podían notarlo, ellos no estaban enamorados de ti —da otro paso. Siento mis mejillas sonrojarse y el sonríe —. Sigo provocando la misma reacción en ti.
—Chris yo... —balbuceo.
—No tienes porqué decir algo. Sé exactamente lo que quieres decirme y lo que sientes por mí con solo mirarte, como dije, yo puedo notarlo porque estoy tan enamorado de ti como tú de mí... —me arrojo a besarlo.
Mi beso es urgente y apasionado. Nunca he sido buena con las palabras, pero Chris siempre ha descifrado lo que tengo que decir antes de pensarlo.
Chris siempre ha estado junto a mí cuando no quise hablar, cuando quería reír, cuando he querido amarlo, y justo ahora quiero amarlo con todas mis fuerzas, porque lo amo.
Nos separamos por la falta de aire, nuestras frentes de juntan al igual que nuestras respiraciones.
—Yo también te amo, Estrella —dice con los ojos cerrados —. Te amo tanto como el primer día —beso su frente.
—Te diré más seguido que te amo, lo prometo.
—También puedes besarme como acabas de hacerlo, te aseguro que entendí el mensaje —rió.
—Esta bien, lo prometo —me da un beso casto.
—Vamos, hay un lugar que quiero enseñarte —me jala hacia afuera.
—¿A dónde vamos? —pregunto siguiéndole el paso.
—A un lugar que te encantará —se limita a decir.
Nos dirigimos al estacionamiento y me detengo de golpe.
—No podemos salir de la casa. Marcus nos matará.
—No va a enterarse —dice jalando mi mano. Me mantengo firme.
—Pareces un adolescente —me burló.
—Nunca pudiste escaparte conmigo de jóvenes, es el momento de cumplir ese sueño —dice inocente.
—Chris...
—Siempre quise llevarte a ese lugar —me interrumpe —, va hacer una anécdota para nuestros hijos.
—No metas a nuestros hijos en esto —digo como si ellos existieran.
—Vamos, Estrella. Cuando veas todo lo que tengo por mostrarte te va a parecer un sueño, un sueño que compartiremos juntos. Cumpliremos un sueño del millón de sueños que podemos alcanzar juntos —suelta mi mano —. ¿Qué dices, Estrella? ¿Quieres venir conmigo? —extiende su mano hacia mí.
La miro fijamente.
Una parte de mí sabe que debemos ser responsables y quedarnos en la seguridad que proporciona la casa, pero la mayor parte de mi ser quiere tomar su mano y lanzarse al abismo.
Tomo su mano lentamente. Escogí lanzarme al abismo, espero no arrepentirme de ello.
Chris me sonríe, y mis miedos desaparecen.
—Por aquí —dice llevándome al carrito de golf que vimos en la mañana.
—¿A dónde vamos precisamente? —pregunto mirándolo subirse en él.
—A un lugar un poco lejos, pero valdrá la pena —voltea a mirarme —. ¿Vas a subir?.
—Por supuesto —me siento a su lado.
Chris arranca rápidamente. Y en cuestión de segundos dejamos la casa a nuestras espaldas.
—¿Cómo es que un carrito de golf puede ir tan rápido? Juraba que eran lentos —me sostengo del asiento.