Cuando te Encuentre

Capítulo 37

Jazmín-

—¡Los chicos amarán está sorpresa! —dice Casie emocionada.

—La adorarán —apoya Brianna haciéndola sonreír.

—Claro, ¿Quién no adora los brownies? —digo sonriendo.

—Y después de pasar toda la mañana atareado son mejores. Los pobres se levantaron sumamente temprano para ahorrar tiempo —comenta Estrella.

—Ethan se despertó como a las 4 de la mañana, y como no conseguía una camisa me despertó unos minutos después —volteo los ojos haciéndolas reír —. No había conocido un hombre tan distraído, yo sé en donde están sus cosas mientras él no.

—Ya son un matrimonio —se burla Brianna —. Mi sentido pésame, Estrella.

—Muy graciosa —Estrella le saca la lengua.

—Ya vuelvo, voy al baño —anuncia Casie perdiéndose en el pasillo.

—¿Tú si pudiste dormir toda la noche? —pregunto.

—Alex se golpeó contra la cama como a las 4:30 de la mañana, cuando abrí los ojos estaba vestido pidiéndome disculpas. Se veía guapísimo, por cierto —come un poco de masa —. Luego se acostó conmigo a conversar hasta que tocaron la puerta. Lo extraño fue que, antes de salir de la habitación en sus ojos vi... Miedo —agacha la cabeza —, me pareció extraño, ¿Por qué sentiría miedo?. Y luego murmuró, más para él que para mí: "No se que haría sin ti" —vuelve a mirarnos —. No pude volver a dormir.

Nos quedamos en silencio.

—Ethan beso mi cabeza antes de irse, y me rogó que me cuidará —confieso —. Nunca había visto esa mirada.

—¿Será que hay algo que no nos están diciendo? —Brianna nos mira seria —. Sus comportamientos son extraños, como si supieran algo que nosotras no.

—Hannah y Taylor llevan toda la mañana dando vueltas por el campo, claro que algo está sucediendo —asegura Estrella —. Y nosotras aquí haciendo brownies.

—Debe ser para mantener calmada a Casie, mantenerla lo más distraída posible —deduzco.

—Al menos deberían decirnos algo, estamos todos juntos en esta situación, no deberían ocultarlo... —dice Brianna molesta.

—Silencio, hay viene —corta Estrella.

—¿Todo listo? —pregunta Casie llegando a nosotras.

—Si, solo falta buscar el molde —le sonrió.

—El recipiente —me corrige Brianna.

—Lo que sea —volteo los ojos —. ¿Sabes en dónde está?.

—Si, en este gabinete —se agacha.

—Wow, es engañosamente amplio. Ahí entro yo tranquilamente —bromea Brianna.

—Hace años cuando jugábamos a las escondidas, este era mi escondite —recuerda Casie pasándonos la bandeja.

—¿Hay otra? Porque no creo que con una sea suficiente.

—Déjame buscarla —se adentra un poco más.

De repente suena el timbre. Las tres miramos hacia la puerta.

—¿Qué hora es? —pregunto sin apartar la vista de la puerta.

—Las 11:40 —contesta Estrella.

—¿También tienen la sensación de que no son los chicos? —comenta Brianna como si pudiera escuchar mis latidos.

—Jazmín, corazón, sé que estás ahí dentro —dejo de respirar —. Abre la puerta, o tendré que entrar por las malas. Te doy hasta la cuenta de tres. 

—Casie —murmura Brianna, esta sube la mirada —, métete en el gabinete —la mira confundida.

—Uno.

Mi corazón late rápidamente.

—Dos.

—Solo haz lo que te digo —dice calmada y Casie obedece —. No hagas ningún ruido y no salgas de ahí hasta que alguno de nosotros te diga. ¿Entendido?.

—Tres.

El ambiente queda en silencio, para luego oírse el primer golpe.

—Tienes que decirme que si entiendes —repite Brianna calmada.

—¿Qué está pasando?.

Otro golpe.

—Solo promete que no saldrás de ahí, ¿Si? —Casie asiente. Brianna se levanta, busca algo en la mesa y toma un cuchillo —. Toma, solo úsalo si es necesario, y de ser así, corre. No busques a nadie, solo corre.

Otra patada impacta en la puerta.

—No resistirá otro golpe —anuncia Estrella —. Buscaré más cuchillos —comienza a registrar las gavetas.

Brianna cierra la puerta del gabinete.

—Tranquilizate Jazmín. No dejes que los nervios te dominen, no podemos dejar a Casie sola. ¿Entiendes? —asiento —. Dime qué entiendes.

—Si, entiendo.

Cierro los ojos y respiro profundo.

—Tomen —nos entrega a cada una un cuchillo de cortar pan —, hay que esconderlos donde no los vea —lo guardo en la parte trasera de mi pantalón —. Vamos a estar bie...

La puerta se abre de golpe.

—Mi amor, ¿Por qué me haces esperar? —dice con una sonrisa coqueta que solo causa repulsión en mí.

—¿Qué carajos quieres? —digo molesta —. ¡¿Qué demonios quieres de mí?!.

Camino hasta él con pasos fuertes.

—Te quiero a ti.

—Ahorrate tu mierda —escupo.

—Mi amor... —dice con voz dulce.

—¡No me digas así! —grito —. ¡Jamás vuelvas a llamarme así!.

—¿Por qué? ¿Qué sucedió? No entiendo... —parece realmente confundido.

—¡No vengas hacerte la víctima ahora! ¡Me golpeaste! ¡Me lastimaste física y verbalmente! ¡¿Y tienes las bolas para preguntar qué pasó?! ¡No vengas a joderme!.

—Pero yo te pedí perdón...

—¡¿Y crees que con un "perdón" vas a borrar todas las cicatrices que dejaste?! —una lágrima resbala por sus ojos —. Y ahora vienes a llorar, pensé que serías más hombre, que te la dabas de macho invencible. No me vengas con esas porquerías, porque yo sé que así no eres tú. ¡Conozco la clase de mierda que eres! ¡La mierda que siempre serás! ¡Se que clase de escoria está frente a mí...! —siento un golpe impactar en mi mejilla.

—¡Jazmín! —escucho gritar a Brianna y Estrella.

—¡Cierren la puta boca!.

Agarró el cuchillo de mi pantalón, lo saco lentamente y miro a Carlos con una sonrisa.

—¿De qué te ríes, perra? —escupe cerca de mí.

—De ti —se acerca furioso a mí. 

Cuando está a centímetros de mi, cierro el puño sujetando con fuerza el cuchillo y rápidamente lo paso por su rostro.



#27897 en Novela romántica
#4613 en Chick lit
#17538 en Otros
#2722 en Humor

En el texto hay: reencuentro, comediaromantica, amistad

Editado: 26.01.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.