Cuando te observa (#1 trilogía Secretos olvidados)

Capítulo XX

Capítulo XX

Marzo – 2021

Liz

Vuelve a pasar otra vez, la fría cama de hospital solo empeora las cosas. Veo la misma figura una y otra vez. No sé si es real o no, si de verdad está aquí, pero no lo soporto.

Aprieto las sábanas, tan fuerte, que las uñas se vuelven a marcar en mis manos, provocando que un ardor se desplace por toda la palma, pero no puedo evitarlo. Tengo miedo, no puedo gritar, mis músculos están tan inmóviles que solo las lágrimas en mis ojos, reaccionan. Esa figura que me visita cada noche, se acerca cada vez más. Siento el frío que entra por las rejas de la ventana, es horrible, pero no más horrible que el miedo causado por ver a esa maldita figura caminando hacia mí, con un cuchillo en su mano… listo para matarme.

Las lágrimas salen más frenéticamente, mientras que la silueta está más cerca de la cama. Mis manos dejan de apretar las sábanas y mis músculos dejan de estar tiesos.

Con la respiración exaltada, me siento en la cama: sosteniendo mi pecho con una mano y limpiándome las lágrimas con la otra. Ésta sin duda, ha sido de la peor, en todas las semanas que he pasado aquí.

Es de noche, pero gracias al cielo nublado, ni siquiera la luz de la luna me acompaña. Con la ropa de hospital que llevo: me seco mejor la cara, pero no lo hago bien, porque mis manos siguen temblando.

Miro el reloj que está sobre la mesita, son las tres de la mañana. Siempre a esta hora. Creo que mi cabeza anda empeorando las cosas estos días. Tal y como había dicho Cassandra que pasaría.

—Siempre a las tres de la mañana, ¿debo preocuparme? —La voz gruesa y profunda de Dylan, no me asusta ni me sorprende para nada; en cambio, se siente un gran alivio, porque es una clara señal de que no estoy sola.

Sé que Dylan es cosa de mi cabeza, que solo lo veo porque quiero, porque es la clara representación de la persona que quiero en mi vida, pero por más lamentable que sea, es alguien que no puedo tener. No es malo imaginar cosas, al final terminan siendo la única compañía para alguien que siente tanta soledad y ha sido herida de la peor forma. «¿Un chico producto de tu imaginación?», había preguntado Cassandra con un tono muy serio, a lo que – también seria – respondí: «Sé muy bien que no es real, no tienes que preocuparte». Pero ella se había preocupado, así que, prefiero guardármelo para mi sola y no cometer el error de volver a decírselo.

—Hola —saludo a Dylan, cualquiera se sentiría estúpido, pero no es mi caso—. Creí que estabas molesto.

Él sonríe y niega: moviendo su dedo índice a los lados.

—Jamás estaría molesto contigo.

Dylan se acerca más, hasta quedar a la par conmigo, sentándose a mi lado. Yo lo imagino moreno y con una sonrisa encantadora, con los ojos intensamente negros y el cabello en un sofisticado corte. Usa traje, siempre me ha gustado que los hombres que conozco, se vean sexys usando trajes.

—¿Los viste? —pregunto, refiriéndome a la silueta del hombre que cada noche me visita.

—Por supuesto. —Su respuesta es muy casual.

—¿Crees que algún día se detenga?

—Ya hemos tenido esta charla.

—Ya sé, pero cada vez quiero una respuesta diferente.

Resopla—. Creo, como siempre, que no puedo darte otra respuesta, Liz.

—Ya me cansé. Y siento que tratar de recuperarme, solo hará que deje de verte.

—Algún día, lo harás, y es por tu bien.

Giro para verlo mejor, y no puedo resistirme a llorar. Se ve tan perfecto como para ser real.

—No puedo soportar más —sollozo.

Dylan deja suaves toques en mi espalda curvada.

—Por eso me creaste, para que todo lo sobrelleves mejor, aunque me entristece no poder ayudarte más.

—Yo tampoco pongo de mi parte… Me tomo más pastillas de las que debería y rechazo las consultas con el psiquiatra, solo acepto las de Cassandra.

—Tus padres no estarán felices de saber lo que haces.

—Nunca les importó lo que haga.

—No seas cruel con ellos.

—Solo a Bryce le importo. Mi papá está muy ocupado con su otra hija. Y mi madre, toda la vida engañó a mi padre y él jamás lo quiere aceptar. Mi familia es un desastre. Mi vida es un desastre, prefiero no salir de aquí.

—Tú sola te contradices, y ahora… ¿qué piensas hacer?

—Buscar a mi viejo acosador.

—¿Al chico Ethan?

—Ajá.

Dylan exhala fuerte. Él no está de acuerdo con lo que pienso, pero también es difícil que alguien me comprenda, incluso si se trata de un amigo imaginario. Qué triste. Por eso discutimos la última vez, porque Dylan no está de acuerdo con nada de lo que piense con respecto a “mis asuntos” como lo llama él.

—Mínimo puedo estar un año aquí —continúo, mientras que él se lleva la mano a la boca y comienza a morderse las uñas, un claro indicio de que está nervioso—. Tengo tiempo para pensar bien las cosas, no creo que tú puedas ayudar mucho, pero Ethan sí.




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