Capítulo XXIV
Enero – 2021
Liz
Voy corriendo, y tal y cómo dijo Bryce, me encontré con Ethan unas cuadras más atrás.
Llego hasta la casa de Paula, solo faltan dos cuadras. ¿Por qué los taxis dejan de circular a esta hora? Tonta, Liz… los conductores también duermen. Y… ¡no te desconcentres! Esto es algo serio, posible novio mentiroso, y con ampollas en los pies de todo lo que tuve que correr, hay cosas mejores de qué preocuparse.
Llego hasta una calle demasiado oscura, con la luz de la calle parpadeando, no es un buen panorama. El miedo cada vez que vengo por este lugar, ya es muy conocido. Me pregunto cómo es que Bryce viene a altas horas de la noche solo para ver a Paula, debe estar muy enamorado para no tener miedo de ser balaceado. Pobre de mi hermano.
Paso por unas cuantas tiendas abiertas de abarrotes – acordándome de que no he comido nada durante todo el día – debo estar en forma, y pensar en comida todo el tiempo, no hace bien. «Y se supone que tienes qué ayudar a otras personas con esos problemas», me había reclamado Daila la última vez que nos vimos, «Estás muy delgada» «Tu relación con ese atorrante no es para nada sana» «Estás perfecta», pero rápidamente quito las palabras de Daila de mi cabeza y me concentro en ver una pequeña mancha de cuatro personas.
—Ahí estás —dice Daila secamente, observándome de arriba abajo—. Veo que bajaste de peso, mucho más.
—Déjala —le advierte Cassandra, dándole un golpe en el brazo a su hermana—. Por eso no está aquí, de hecho… ¿por qué está aquí? Yo solo vine a buscarte. —Le da una mirada de reproche, pero Daila le hace el desaire.
Paula y Bryce que están agazapados detrás de ellas, susurran cosas entre ellos, pero de inmediato, Paula aparta la mirada de Bryce y se dirige a mí.
—Hay algo que tienes que ver, Eva ya se fue, pero dejó claro que, cómo ya no sigues trabajando en ese lugar, igual va a ser lo posible para que lleves siempre en mente su “te lo dije”.
—Qué linda —murmuro—. Pero, eso es algo…
Pero antes de que pueda decir algo más, Daila me coge del brazo muy fuerte y me arrastra por el callejón más oscuro que haya visto en mi vida. A lo lejos, se puede escuchar música amortiguada por las enormes paredes de piedra, que tiene un antiguo local de dos pisos. Luces de colores salen por debajo de las aberturas de dos grandes puertas de madera. Al costado, está una bodega, nadie le presta atención, pero se ve que está más abandonada que el lugar donde ocurre una fiesta salvaje.
—Míralo por ti misma —termina diciendo Daila, antes de desviarnos del camino y girar por otra calle incluso más desierta, aminoramos el paso.
Solo hay dos personas que están en este callejón, una chica casi desnuda, solo con un brasier y su mini vestido – si es que se le puede llamar vestido – estando doblado hacia la parte de su cintura, dejando ver su voluptuoso trasero, y siendo tocada y besada por un hombre, que no pierde la oportunidad de tocar todo lo que pueda.
—Eva lo siguió, y esta es la tercera mujer en esta noche —murmura Daila, quedándose atrás y dejando que yo siga caminando.
¿Por qué sigo caminando? Creo que es sencillo, porque creo que el hombre que está ahí, es Zay… Seth.
Decir que me lo esperaba, es poco. Prefiero no seguir caminando, y con el corazón destrozado, hago lo posible para que no se me note y mostrarle una sonrisa a Daila.
—Ya sé la verdad, no hay por qué seguir aquí.
—Lo siento.
—Lo arruinaste todo. —Las palabras salen por sí solas—. Y Eva también, ¿y se hacen llamar mis amigas?
Daila pone una expresión de desconcierto total, como si no creyera lo que estoy diciendo, pero es cierto, si Eva no lo hubiera seguido, y Daila no me hubiera hecho venir hasta aquí, no estaría así.
—Lucía, ¿te estas escuchando?
—Nosotros estábamos bien, y lo seguiremos estando, deja de meterte.
—Lo hago porque…
—Pues no lo hagas, no lo arruines más. Zay… Seth y yo, arreglaremos nuestros problemas, como la pareja…
—¿Qué pareja? Te apuesto a que él ni se acuerda de tu nombre. ¿Cómo te dice? ¿Bebé? ¿Princesa? ¿Cariño?... Pues te digo por qué, porque solo eres una más, una estúpida que está ahí para complacerlo. ¿Por qué crees qué no te dijo su nombre cuándo te conoció? Porque no quería tener ningún vínculo, tanto así que ni siquiera sabías que…
La abofeteo, solo quiero que se calle.
¿Por qué mierda no deja de hablar?
—No te metas más —digo, poniendo punto final y saliendo de ese callejón.
Paso por lado de Bryce y topo de casualidad a Cassandra, que sigue esperando a su hermana para que se vayan a casa, y debe hacerlo pronto, por primera vez, estoy de acuerdo con los padres de Daila, deben encerrarla y no dejar que siga esparciendo su mal humor y sus malos actos con los demás.
—¡Luz! —grita Bryce, que al parecer viene detrás de mí.
—¿Tú por qué estuviste con ellos en esto?