Cuando te observa (#1 trilogía Secretos olvidados)

Capítulo XXV

Capítulo XXV

Escaparme de mis padres, hacer algo a escondidas de Bryce, no creo que se me haiga ocurrido alguna vez en mi vida. Pero la situación lo amerita, ¿verdad? Espero estar en lo correcto.

Mi cabeza me duele, como si fuera una señal de que algo estoy por hacer mal, como si todo dependiera de ir tras Seth.

Llego hasta la parte del poste de luz descompuesto, la luz parpadeando, le da un aspecto más de película de terror. El cielo está nublado, seguro llueve en cualquier momento, pero nada de eso me importa, porque yo sigo caminando decidida. Tanto así que no me doy cuenta de que alguien ha estado caminando detrás de mí desde hace rato, pero cuando lo noto, volteo sin duda para enfrentarlo.

Y para mi grande sorpresa, me encuentro con Ethan. Con su aspecto de vagabundo como siempre, lleva puesto la estúpida sudadera que se compró junto a Bryce hace como dos años. Muestra una sonrisa perfecta, porque debajo de tan mal aspecto, yo conozco a un chico simpático que solo tuvo mala suerte en la vida.

—Regresa —habla, aun manteniendo esa sonrisa—. Mi jefe no está de buen humor hoy.

—¿Tu jefe? Yo no vengo a ver a tu supuesto jefe, espera… ¿tienes trabajo?

Asiente despacio, como si lo que dijera le causara cierta vacilación.

—Digamos que tenemos una definición muy diferente de la misma persona.

—No me hagas perder mi tiempo.

Me volteo para seguir mi camino, cuando Ethan me jala del brazo: haciéndome girar y quedar cara a cara con él.

—¿Qué quieres?

Alza una ceja y toma aire antes de comenzar a hablar—: Regresa por donde has venido, Luz.

—¿Por qué?

—No te va gustar lo que verás.

—No sabes lo que dices.

—Deja de comportarte como una estúpida. Paula pasa mucho tiempo en ese lugar, hemos tenido oportunidad de conversar un poco de todo.

—No me interesa lo que hables con ella.

—Pues debe interesarte.

—¿Por qué tendría?

Suelta una risita burlona, mientras yo, hago lo posible para soltarme de su agarre.

—Te voy a soltar, pero prométeme que correrás sin parar hasta llegar a tu casa.

—Estás loco.

—Todos nos conocemos desde hace mucho tiempo, sabemos secretos entre nosotros, sé por qué llevaste ese día a Bryce con tus padres. Y sé por qué no me escogiste.

—Suéltame. —Si él está sacando ese tema a relucir recién en este momento, es porque quiere captar mi atención en él y no en algo más.

—Porque nunca eliges bien, Luz. Siempre tomas las decisiones más imbéciles que ni siquiera yo, soy tan tonto para eso.

—Ethan, ya deja de decir tremendas babosadas y déjame ir.

No cené muy bien, por lo que no tengo la fuerza suficiente como para soltarme, pero ya no es necesario, porque Ethan me suelta. Se aleja, señala con su dedo algún punto detrás de mí y luego se va.

—¿Liz? —La voz de Cassandra, me hace voltearme y ver qué señaló Ethan. Cassandra estaba sola, con un vestido ajustado negro y el cabello recogido en una cola de caballo, ella se acerca con una sonrisa en su rostro—. Otra vez por aquí.

—Hola, emm… ¿Tú…?

—Solo vine acompañando a Paula, ya sabes, tiene que trabajar y debo asegurarme que llegue sana y salva a su casa. Ahora está con un cliente, solo estoy vigilando su puesto antes de que alguien se lo robe.

Cassandra siempre ha protegido a Paula, la considera una hermana menor. Y no sorprende nada que esté por aquí. Ni siquiera por Daila se preocupa tanto.

—Bueno, debo irme.

—¿Y tú? ¿Vienes a ver a Pau? Si luego quieres que te lleve, tengo el miniván de mi papá, ¿puedes creer qué por fin…?

No le hago caso y quiero pasar por su costado y evitarla, pero con Cassandra es imposible que no te cuestione todo lo que quiera. Y es muy difícil escapar de ella, porque, al igual que Daila, tiene cierto poder acusatorio que puede llegar a oídos de mis padres.  Aunque sea mayor – un mes para sus veintiocho – aún conserva su alma de juventud.

—Vengo a ver a un amigo.

Ella asiente con un aire de comprensión.

—Eres joven, ve y visita a tus amigos y no termines como yo: Vieja, con arrugas y canas a punto de reventar, con dolor de huesos… Piensan que, como soy psicóloga, debo tener la autoestima por el cielo…

—Me tengo que ir ahora —dije, queriendo darle a entender que no me interesa.

Sigo caminando, hasta llegar a la misma calle que anoche. A la distancia, puedo ver a Paula entrando en la bodega abandonada que nadie parece notar. Entra sin antes mirar a los lados, como si alguien la estuviera observando, pero no me ve. Me causa curiosidad, más de la que debería.

Llego hasta ahí, cuando escucho la bocina del auto de mi mamá, que es muy reconocido por ser bastante escandaloso. Miro al final de la calle, y es Bryce saliendo del auto. Él corre hasta llegar a mi lado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.