Cuando te observa (#1 trilogía Secretos olvidados)

Capítulo XXVIII

Capítulo XXVIII

Presente

Liz

A veces el dolor se presenta de distintas formas, cada persona puede reaccionar diferente cuando del sufrimiento se trata, y más si es por una situación traumática la causante. Puedes llegar a sentir rabia, culpa, sed de venganza, tristeza e incluso felicidad, ¿por qué? porque sabes que, de alguna forma, era inevitable que suceda. Pero alejando la felicidad, ¿por qué no concentrarnos en la culpa?... La culpa, es un sentimiento horrible, y aquí viene algo que seguro nadie sabe... la culpa… no todos la han llegado a sentir. Puedes sentir culpa por no haber estudiado para un examen, pero eso está lejos de ser culpa, nosotros no somos conscientes de nuestras propias emociones, solo necesitamos aferrarnos a algo o alguien para estar bien. Mi caso, me aferré mucho a personas que no merecen el final que han tenido, y la culpa es una bazofia con la que tendré que lidiar el resto de mi vida.

Me intenté excusar con mi inestabilidad mental y física, pero jamás lo acepté, hasta este momento. Después de pasar meses dentro de un hospital psiquiátrico, ideando un plan que, según yo, era el mejor del mundo, no ha resultado así.

Con el plan que fue una idea sacada de la mente destruida de Paula, había sido muy egoísta con ella, pero eso no detuvo que aquella misma noche, me dijera que no me embargue en mi ira y enojo, y me concentre lo que de verdad importa: Destruir a este hijo de puta.

—Escúchame —me había dicho Paula, con su voz rota y sollozando por pequeños instantes—. Tú puedes con él, no lo veas como una venganza, hazlo como un favor para este mundo lleno de malditos de mierda como él. No morirá, de eso estoy segura.

Yo no podía hablar, los golpes en mi rostro hinchado, evitaban que yo pudiera decir una sola palabra. Todo era un desastre.

—Eres inteligente, puedes ayudarme y a cambio, te digo qué hacer. Bryce no tiene por qué enterarse que soy yo, eso lo destrozaría más. Prefiero que siga pensando en mí, como la novia prostituta que algún día va a cambiar.

Quise decir que su mente era más retorcida que la mía. Pero era Paula, la líder en todo esto. Fingió delante de todos, y… ¿quién era yo para juzgarla? Era inocente, no merecía lo que le pasó. Solo pensamos en renacer, sin demonios que nos atormenten con ese perturbador recuerdo.

Era lo menos que podía hacer, fingir delante del miserable que nos arruinó la vida. Al principio creí que era todo más fácil si le pegaba un tiro en la sien mientras dormía, pero después, quería que sufra, no lo hice bien y Paula no lo sabe; y ahora, jamás lo sabrá. Sus restos se queman junto a los de mi hermano. Daila tenía razón, y jamás me cansaré de repetirlo, jamás se lo dije y ahora ella también está muerta. Ella tenía razón y yo, como en toda mi vida, jamás la he tenido.

—¿Qué pasa? ¿Ya no eres valiente ahora, Liz?

La voz de Seth me trae a la realidad, y el dolor es cada vez más intenso, ni una sola lágrima sale, es como si hubiera estado preparada para esto, como si no me sorprendiera que iba a pasar. Pero mi corazón se estruja, diciendo que, en algún momento, la culpa me embargará por completo y el dolor jamás se irá de mí.

Bryce, Ethan, Daila, y Paula.

Y todo por mis idioteces.

—Quiero matarte ahora mismo, pero antes… quiero torturarte un poco.

Mala idea, si un villano se detiene a hablar estupidez y media, jamás logrará matar a su enemigo, pero solo en el caso que el enemigo esté en todos sus cabales, pero yo, yo no lo estoy y él puede tomarse todo el tiempo del mundo para hablar, y mi cuerpo en ningún momento parece que quiera reaccionar.

—No puedo creer que no recordara a tu amigo… ese chico Ethan. ¿Piensas qué jamás me daría cuenta qué intercambiaste mis pastillas? Provocando que los episodios psi… esas cosas, llegaran a mi mente, te vi tirada en el suelo, con un charco de sangre, en más de una ocasión. Pidiendo perdón por tus idioteces.

Quisiera gritar y llorar, pero simplemente no puedo. Mi cuerpo inmovilizado y el inmenso frío de la noche en esta extensa carretera, son todo para un escenario perfecto en una escena del crimen. Mi cuerpo jamás lo encontrarán si…

—Deja de pensar en eso. —Mi corazón comienza a latir desesperadamente, olvido que no puedo moverme, e ignorando el miedo de que Seth me vuele los sesos: miro por encima de mi hombro y mis ojos encuentran a Dylan. Una bufanda azul rodea su cuello, ya no lleva un traje negro, viste muy informal. Él camina hacia mí—. Aún tienes una oportunidad de renacer Liz, no puedo ayudarte, pero sí recordártelo.

—¿Qué miras? —gruñe Seth furioso.

Le doy una última mirada a Dylan y una sonrisa se curva en mis labios. Es cierto, aún hay oportunidad.

En un movimiento rápido, meto la mano en mi bolsillo y saco el arma, giro a ver Seth y le apunto, tengo todas las de perder, pero con Dylan recordándome que hay oportunidad, la realidad de los hechos llega a mi cabeza.

Muy curioso, o muy ridículo, el que necesite un golpe de realidad de alguien que ni siquiera es real, para intentar hacer algo de una buena vez.

Jamás dejarás de ser la que está mal en todo, Liz, al menos creo que nunca.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.