Cuando te observa (#1 trilogía Secretos olvidados)

Capítulo XXX (Capítulo final)

Capítulo XXX

(Capítulo final)

 

Liz

—El fuego es inevitable, se va expandiendo más, la única esperanza son las fuertes lluvias, ya ha acabado con más de trece casas. Las familias que ahora se encuentran en la calle, piden ayuda al gobierno y a la empresa, de la cual, su gerente es el dueño de la casa detonante de este fatídico hecho.

«¿Incendio?... Bryce».

Puedo escuchar testimonios de unas cuantas personas, hasta que se cambia de canal.

—Así como lo escuchas Yasuri. Una escena de terror vivió un hombre la noche de ayer en la noche, policías lo han identificado como el hermano de Seth Gibson, gerente general de una televisora vecina. No se sabe nada más al respecto, el culpable sigue suelto y muchas personas lo están relacionando con el incendio que tiene a más de cinco estaciones de bomberos muy histéricos. Más detalles, con Diego Molina.

La televisión se apaga.

Abro mis ojos lentamente y me encuentro con un techo de madera y un olor fuerte a café. Siento ganas de vomitar, me da una arcada, que me obliga a quejarme de dolor, porque al parecer la herida en mi estómago aún está reciente.

Un balde verde muy viejo y con unos cuantos agujeros, se pone delante de mi vista. Alzo la mirada y me encuentro con unos ojos magníficamente azules y una piel grisácea, una nariz respingada y unos pálidos labios en una fina sonrisa. Es un chico joven que me entrega el valde y se regresa a tapar una ventana con una enorme tela negra, el lugar se pone a oscuras. No entiendo nada y tampoco puedo sentarme bien. Estoy en un sillón viejo y recuperando la vista mucho mejor, me doy cuenta que se parece a una cabaña muy antigua, aún con muchas telarañas en las esquinas del techo.

Quiero decir algo, pero no sé qué decir, me quedo muda mientras los recuerdos llegan. Sangre, una piedra y el calor de la punta del arma en mis dedos, y Seth… muerto.

Bryce también, Daila, Ethan y… Paula.

Las lágrimas llenan mis ojos y mi pecho se contrae, reprimiendo las ganas de gritar.

—Soy el hermano del carterista —dice el chico—. Seguidor, mejor dicho, él solo me envió a recordarte que él tenía razón y debiste hacerle caso.

Me limpio las lágrimas y trato de pensar un poco… ¿El ca…? No puede ser.

—¿Dónde estoy? —pregunto con la boca seca.

—En un lugar lejos de la policía y de todos, necesitarás fuerza cuando quieras irte. Esa cosa que tienes en el útero, está bien, no tienes que preocuparte.

—¿Cómo…?

—Quiere vivir.

Tengo muchas preguntas, pero pensando en el carterista, creo que no es necesario hacerlas.

—Está muerto —continúa el chico—. Su familia ya sabe del cuerpo que encontraron en la carretera, a las afueras de la ciudad, es él, solo que lo ocultan diciendo que es su hermano. Se armaría la tercera guerra si saben que esa maldita empresa ya no tiene fondos y deja a cuantas personas sin trabajo y a familias sin hogar, quieren tapar una mentira con otra. Pero buen movimiento el de tu hermano, robar todo su dinero y no dejar nada, debo admitir que ni a mí se me hubiera ocurrido, con toda la seguridad que debió tener su fortuna.

Por la forma en la que habla, él no es de aquí. Apenas puedo diferenciar una cosa de la otra, pero estoy segura que no es de esta ciudad.

—Él no te envió —afirmo—. El carterista quiero decir…

—¿Por qué piensas eso?

—No pienso ni supongo nada, es la verdad.

—Para que lo sepas, niña caprichosa, él sí me envío.

El chico descansa su espalda en la pared cerca de la puerta, y suelta un suspiro profundo, como si pensara bien lo que está por responder. No es cualquier persona, debe ser importante para el carterista, como para dejar que viaje de una ciudad a otra, como si el chico fuera libre, porque nadie en ese lugar es libre.

Un pequeño deja vu cruza por mis ojos, esto es igual a aquella noche en el hospital, cuando su líder apareció como un fantasma y luego volvió a desaparecer.

—Ethan era alguien leal —dice, con el tono de voz más bajo—, eras importante para él, al igual que Bryce. Solo pienso que a él le hubiera gustado que lo haga. Ayudarte, por si no lo entiendes.

—¿Por qué? Espera… —Intento moverme, pero la herida no me lo permite— … ¿Eres Mike? ¿El doctor?

Asiente despacio.

—Soy Mike.

—Ethan me dijo que lo odiabas a muerte.

—Jamás lo odiaría a muerte, tampoco soy un despechado de mierda que se olvida de todo lo que hizo Ethan por mí, a pesar de abandonarme por el amor que le tenía a tu hermano.

Pequeñas cosas comienzan a tomar sentido. Como que a él nadie lo ha enviado, pero sí creo que el carterista haya asegurado que siempre tiene la razón. Le encuentro parecido en lo sucedido con Daila.

—Él fue muy bueno ocultando su amor por Bryce —digo, sin pensar bien lo que digo—, fingiendo que estaba enamorado de mí. Conozco la historia, pero eso no es lo importante.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.