Cuando Te Pregunten Por Mí

Primer Día de Secundaria

Cuando te pregunten por mí, cuéntales las historia del primer día de secundaria.

Que se nos hizo tarde y perdimos el autobús, que tuvimos que correr y llegamos sin aliento a la ceremonia de inicio de curso.

Diles que nos pusieron en aulas separadas y que pocas horas después ese mismo día nos llevaron por primera vez a la Dirección por habernos peleado con otros dos niños en el patio. Cuéntales que nos castigaron severamente, no les digas que el director, cuando supo por qué habíamos comenzado la discusión, se rió y nos mandó de vuelta a los salones. Asegúrales que fue por un motivo importante y rebelde, no porque nos dijeron que Chucky era mejor película que Nemo. O, pensándolo bien, diles la verdad, a fin de cuentas si quieren saber de mí, es primordial que conozcan de mis buenos gustos en el cine.

Háblales de la hora de almuerzo, con las señoras de mala cara y redecillas en el pelo; y de lo poco que entendía por qué la tal Harriet, que había conocido ese mismo día, no se separaba de mí. A fin de cuentas, tú descubriste la razón mucho antes de que yo lo hiciera. Explícales que la cafetería parecía estar divida por grupos sociales, y que había un par de alumnos que eran demasiado musculosos para tener quince años.

De paso, diles también que me puse de mal humor sin motivo aparente cuando uno de esos, que alguien se había dedicado a esculpir con la delicadeza del mismo Da Vinci, te guiñó y tú te sonrojaste. Que cuando luego me preguntaste qué me sucedía no pude responder, porque ni yo lo sabía, y no pude descifrarlo hasta un par de años después, cuando las cosas se empezaron a ver más claras.

Cuéntales del regreso a casa, y de cómo caminamos un poquito más pegados que de costumbre. Repíteles la pregunta que te hice y asegúrate de ser lo más fiel posible a tu respuesta cuando se las digas después. Porque aquello fue una promesa sagrada que hicimos en la esquina de Soledad y 27, que era como cualquier otra esquina, pero la hicimos especial ese día.

—¿Dejaremos de ser amigos ahora que ya no vamos a pasar juntos tanto tiempo?

—No podemos dejar de ser amigos cuando tenemos algo que nos mantiene juntos —respondiste levantando el meñique y yo hice lo mismo con el mío.

Porque aquella gitana años atrás nos dijo que nos unía un hilo, uno de color rojo. Que aunque no entenderíamos la leyenda porque aún éramos muy pequeños, aquel hilo significaba que no importaba lo que sucediera, ni cuanto tiempo pasara, ni si el mundo acababa y reencarnábamos en piedras, nosotros estaríamos destinados a encontrarnos, a hacernos amigos y a pasarnos la vida juntos.

Toda la explicación parecía demasiado enredada para alguien de nueve años, así que ella nos dijo con calma que lo que significaba aquel hilo rojo era que siempre estaríamos conectados y cerquita. Y yo te sonreí, y tú me sonreíste a mí, porque aquello sonaba bien, era un buen plan, era un buen futuro, era una buena vida, porque estaríamos juntos.

 



#7751 en Otros
#1221 en Humor
#13096 en Novela romántica

En el texto hay: romace, crecer juntos, humo

Editado: 23.09.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.