Cuando tu Eras el

Capitulo 26-T2E2:El regalo que no se Envuelve?

Era la mañana del 24 de diciembre.
El cielo estaba nublado, pero el aire olía a pan dulce y a cosas que se cocinan con amor.
Nicole caminaba por la acera con una bufanda ligera y una sonrisa que no se le quitaba.
Esa noche sería la cena navideña en su casa, y Alex iría como invitado.
Pero ella no quería esperar hasta la noche.
Quería verlo antes.
Aunque fuera un ratito.

Tocó el timbre.

La puerta se abrió enseguida.

—¡Nicole! —dijo la madre de Alex, con una sonrisa encantada—. Qué linda sorpresa.

—Hola, señora. Feliz Nochebuena adelantada —respondió Nicole, abrazándola con cariño.

—¿Viniste a buscar a Alex?

—Sí… quería pasar un rato con él antes de la cena.

La señora rió.

—Pues todavía está dormido, como buen perezoso navideño.

Nicole sonrió con picardía.

—Entonces hoy lo levanto yo.

—¿Estás segura?

—Más que nunca.

La madre de Alex le hizo un gesto de “adelante”.
Nicole subió las escaleras con pasos sigilosos, como si fuera una misión secreta.

🛏️ “Buenos días, mi amor”

La puerta del cuarto estaba entreabierta.
Nicole la empujó con cuidado.

Adentro, Alex dormía boca arriba.
El cabello revuelto.
La manta a medio cuerpo.
La respiración tranquila.

Nicole se quedó mirándolo unos segundos.
Le dio ternura.
Parecía un niño grande.
Pero no se olvidó de su plan.

Se acercó.
Y sin pensarlo dos veces…

¡Pum!

Se le tiró encima, directo al estómago.

—¡Agh! —se quejó Alex, despertando de golpe—. ¿Qué…?

Abrió los ojos, medio sonámbulo.

—¿Nicole?

—Buenos días, mi amor —dijo ella, con una sonrisa traviesa.

Se bajó de encima de él, riéndose.

Alex, aún medio dormido, la miró como si fuera un sueño.

—Quiero besarte…

Nicole puso una mano en su pecho.

—Si no te cepillás… no hay beso.

Alex se quedó quieto.

—¿En serio?

—Muy en serio.

—¡Voy ya!

Se levantó como un rayo y corrió al baño.

Nicole se rió sola.

—Ni siquiera se puso medias…

🚿 “Cepillado exprés y beso sorpresa”

Unos segundos después, Alex salió del baño.

—¿Ya? —preguntó Nicole, arqueando una ceja.

—¡Sí! Cepillado récord.

—¿Seguro que te cepillaste bien?

—¡Sí!

Y sin darle tiempo a dudar más, Alex se acercó y la besó.

Un beso rápido.
Cálido.
Sorprendente.

Nicole se quedó quieta.
Con las mejillas encendidas.

—¡Alex! Me lo diste de golpe…

—Es que me despertaste de golpe. Estamos a mano.

Nicole se rió, aún sonrojada.

—Bueno… el desayuno está listo.

—¿Vos lo hiciste?

—No. Tu mamá. Pero yo lo probé. Está rico.

Alex se estiró, aún con el cabello revuelto.

—Entonces vamos. Pero caminá lento… que todavía estoy medio dormido.

Nicole le tomó la mano.

—Ya no estás dormido.

—¿Cómo lo sabés?

—Porque me besaste como si estuvieras despierto.

Alex sonrió.

—Entonces sí. Estoy despierto. Y feliz.

🍳 “Una silla, dos corazones”

Nicole y Alex bajaron juntos a la cocina.
Él aún tenía el cabello revuelto y los ojos un poco hinchados.
Ella, con su suéter navideño rojo y una sonrisa que no se le borraba.

La madre de Alex ya tenía la mesa servida: panecillos calientes, jugo de chinola, huevos revueltos y chocolate humeante.

—¡Qué rico huele! —dijo Nicole, acercándose.

—Todo listo para ustedes —respondió la señora, mientras dejaba la última taza sobre la mesa.

Pero al mirar alrededor…
solo había tres sillas.
Una para la madre.
Una para el padre.
Y una para Alex.

Nicole miró la mesa.
Luego a Alex.
Y antes de que él pudiera decir algo, él ya se estaba levantando.

—Sentate vos —dijo, ofreciéndole su silla.

—No —respondió Nicole, negando con la cabeza—. Vos sos el que recién se despertó. Necesitás comer.

—Entonces… —Alex se volvió a sentar, sonriendo—. Vení conmigo.

Abrió los brazos, como si fuera lo más natural del mundo.

Nicole lo miró.
Y sin dudar, se sentó en sus piernas.
Con cuidado.
Con confianza.
Como si ese fuera su lugar desde siempre.

—¿Estás cómoda? —susurró él, cerca de su oído.

—Mucho —respondió ella, apoyándose un poco más en su pecho.

La madre de Alex los miró con ternura.

—Qué lindos se ven así.

El padre asintió, sonriendo detrás del periódico.

—Y qué buena forma de ahorrar espacio.

Alex tomó un panecillo y lo partió en dos.

—¿Querés la mitad?

Nicole asintió.

—Pero con mantequilla. Y un poquito de mermelada.

—A sus órdenes, señorita exigente.

—No soy exigente. Solo tengo buen gusto.

—Por eso estás conmigo, ¿no?

Nicole lo miró de reojo.

—No te emociones tanto.

—Muy tarde.

Se rieron bajito, compartiendo el desayuno como si el mundo fuera solo esa cocina.
Y aunque la cena navideña aún no había llegado…
para ellos, el día ya había empezado con su mejor regalo:
Estar juntos.

🍞 “Niño grande con servilleta”

Nicole terminó de comer antes que Alex.
Él seguía masticando lento, con la mirada medio perdida.
Todavía estaba en modo “recién despertado”.

Ella, aún sentada en sus piernas, tomó una servilleta de la mesa.
Y sin pedir permiso, se la pasó por la comisura de los labios.

—Tenías una manchita —dijo, con voz dulce.

Alex se quedó quieto.
Sonrojado.
Como si lo hubieran atrapado en una escena de película.

—Parecés un niño así —agregó Nicole, riéndose.

Alex frunció el ceño, fingiendo indignación.

—¿Me estás diciendo bebé?

—No. Niño. Hay diferencia.

—¡Me estás insultando en Navidad!

Nicole se rió más fuerte.




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