Cuando un amor es destinado a ser

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Al fondo de la cafetería Félicité, yacía una joven camarera que tomaba la orden de un matrimonio que parecía estar festejando algo. El vientre de la clienta cargaba un bebé y aquella pareja se veía demasiado feliz como para ocultarlo.

La camarera tomó la última orden con una sonrisa y se volvió en dirección a las puertas que estaban ubicadas tras una barra, cerca de la entrada, para entregarle la hoja con el pedido al cocinero.

Era su última jornada del día, así que sólo debía esperar unos cuantos minutos para estar totalmente libre e irse a su casa a disfrutar de una muy merecida siesta.

Sacudió de su uniforme unas moronas de pan que cayeron de los platos que había recogido segundos antes y corrió a sentarse a un sitio, cerca de la caja registradora, para descansar sus pies. La joven posó todo su peso en la barra de pedidos, mientras sobaba sus extremidades inferiores, y al instante comenzó quedarse dormida.

—Eider, alguien pregunta por ti en la mesa siete —le avisó uno de sus compañeros, interrumpiendo su sueño.

Eider levantó poco a poco su vista hasta aquella mesa de la que el muchacho le hablaba y se quedó contemplando al chico que estaba sentado ahí.

Dudo por un segundo si sabía de quién se trataba, pero cuando su vista se enfocó en su totalidad lo reconoció al instante; era Elián, el mejor amigo de su novio Ezra.

No sabía a qué se debía su visita pero, como la curiosidad estaba invadiendo sus interiores, decidió caminar hasta aquella mesa, aún con el dolor en sus pies, para atender al llamado del joven Elián.



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En el texto hay: destino, desamor, amorverdadero

Editado: 14.09.2018

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