—Todavía no puedo creer que esto esté pasando —Eider le comentó a su acompañante con una sonrisa—. Hace ya seis años que conozco a Ezra y ahora... estoy a unas cuantas horas de casarme con él.
Elián sintió que su corazón se estrujaba a medida que las palabras salían de la boca de ella. Estaba enamorada de alguien más y él no podía evitarlo.
—Ha pasado muy rápido el tiempo —Elián le respondió.
—¿Me creerás si te digo que en un principio yo veía nulas estas posibilidades? Es algo que Ezra y yo platicábamos hace poco. Realmente no sé qué fue lo que me enamoró de él; es decir, no lo sabía cuando recién empezó a crecer ese sentimiento, pero luego me di cuenta de que lo que me cautivó fue escucharlo orar por primera vez, ahí supe que él era el hombre que Dios había destinado para mí. Es difícil encontrar a alguien por sí mismo, así que no me preocupé en absoluto por buscarlo, sabía que Dios lo pondría en mi camino en su momento.
La sonrisa de Eider se hacía cada vez más amplia, hasta enseñar su blanca fila de dientes, y en sus ojos había un brillo que él ya había visto en ella antes. Solo que no estaba ahí cuando pensaba en otra cosa que no involucrara a Ezra.
La manera en que Eider hablaba de su prometido hacía que sus esperanzas cayeran directamente al suelo, no había manera de cambiarle los pensamientos.
Cuánto deseaba que los ojos le brillaran de esa manera por pensar en él.