《Cuando una sirena se enamora ni siquiera el cazador se vuelve inmune a sus encantos》
Algunos años después:
Elina se despertó al sentir unos toques en las escamas de sus brazos, una sonrisa se le escapó al percatarse de su visitante, que no era otro que un pequeño pecesito que se había colado entre uno de los agujeros que tenía un gran barco hundido el cual había sido el hogar de las sirenas y tritones de por allí por mucho tiempo.
La joven sirena se levantó de su cama de algas y corales para agarrar desprevenido a el pequeño invasor y tomarlo entre sus brazos mientras este se removía logrando que después de unos minutos lo soltara.
- Vamos, es mi cumpleaños, al menos merezco un abrazo. - Suspiro mientras el pez se alejaba dejándola sola otra vez.
Salió de su lecho para toparse frente a frente con el tritón al que más respetaba de todo el océano y a la misma vez al que más quería.
- Hermano - Murmuró algo asombrada por verlo.
- Feliz cumpleaños Eli - Esa voz que intimidaba a muchos y que hacía inclinar la cabeza a otros para la pelinegra siempre se escuchaba como la más amable y dulce.
- ¡Te extrañé mucho! Pensé que no estarías aquí para mi cumpleaños. - Ambos se fundieron en un abrazo, demostrando su cariño.
- Nada podría evitar ver a mi hermana en su cumpleaños número 22, ya eres toda una sirena. Estoy muy orgulloso de tí mi pequeña. - Le dijo con dulzura para después besarle suavemente la frente.
Unas pocas horas después Elina se preparaba para la celebración de su cumpleaños. Mientras arreglaba su cabello no pudo evitar pensar en lo mucho que su hermano se empeñaba siempre en que todo estuviera perfecto en ese día, desde que sus padres habían muerto Raphael había hecho el papel de madre, padre y hermano, él lo daba todo por ella, aún podía recordar la vez que por salvarla recibió un disparo que por suerte no fue mortal.
Pensar en eso trajo a su memoria al niño que había conocido esa vez, Elina muchas veces se preguntaba que habrá sido de su vida, como estaría su pierna o simplemente si él aún la recordaría.
Alejando cualquier tipo de pensamiento la sirena se dispuso a dirigirse a su festejo.
Cuando una sirena llegaba a la edad de 22 años se le realizaba una ceremonia en la que se les otorgaba un poder que las acompañaría toda su vida.
Era evidente el nerviosismo de la pelinegra, pues ella no era cualquier sirena, era una princesa y la tradición era que las princesas en demostración de fortaleza y valentía debían someterse a una prueba totalmente desconocida y solo así podrían ser merecedoras de un gran poder.
Su hermano que se encontraba a su lado le dedicó una sonrisa que le transmitió un poco de tranquilidad.
Habían sirenas, tritones, delfines, cangrejos, tortugas y todo tipo de criaturas marinas en expectativa por cual seria la prueba que el gran sabio Gideon, el más viejo de todos los tritones le pondría a la hermosa Elina.
Por un momento todo fue silencio, todos se mantenían expectantes, hasta que comenzó a hablar el gran sabio.
- De tu destino todavía no se ha escrito el final, tienes que tomar decisiones que afectarán el orden de las cosas que conoces, puedes llegar a lastimar a el ser que más amas porque ya tu lugar no sólo pertenecerá al mar.
Gideon hizo una pausa y tomó entre sus escamosas y viejas manos las de Elina.
- Princesa el poder que hoy los dioses te conceden es uno muy especial, tan especial que solo cuando llegue el momento podrás usarlo, no antes ni después.
Elina al igual que todos se encontraba muy confusa.
- Pero, gran sabio, me puede decir ¿cuál es exactamente el poder que me han concedido los dioses?
- Cuando llegue el momento pequeña Elina no necesitarás que nadie te lo diga, el poder despertará en tí y tu sabrás lo que debes hacer.
Unas horas después de la ceremonia la sirena se encontraba nadando. El mar y ella se sentían como uno solo, disfrutaba grandemente de la belleza que este ofrecía pero aún así sus pensamientos giraban en torno de lo que le había dicho el sabio.
Ella había ido a algunas ceremonias de otras sirenas y a todas ellas siempre se les entregaba su poder y su misión sin tanto misterio, además ¿Qué fue todo lo demás que dijo el sabio acerca de su destino?
Estaba tan fundida en sus pensamientos que no se dió cuenta de lo mucho que se había alejado de los demás hasta que chocó contra algo. Levantó la vista y se dio cuenta de que tenía nuevamente a Gideon enfrente de ella.
- Elina, hay algo que aún no te he dicho, algo que sólo debes escuchar tú.
- ¿De que se trata? ¿Por qué tanto misterio? - Preguntó la sirena extrañada con la situación.
- Hay una labor que se te ha sido encomendada. Es una misión que tienes que cumplir a toda costa.
- Muy bien, lo escucho. - Respondió la pelinegra prestándole total atención.
- Deberás ir a donde los seres que mienten, traicionan y matan indiscriminadamente habitan. Actuar y ser como una de ellos para pasar desapercibida. Encontrar aquello que fue robado y que aún espera por su dueño.