Cuando vuelva a amar

Capítulo 9

Aunque la decisión que había tomado tan apresuradamente era riesgosa, en ese momento fue la única salida que vio para huir de esa vida que Emiliano proponía para ella. Vivir de migajas viendo como el hombre que creyó por tantos años que sería su esposo hacer su vida al lado de otra mujer.

Además, un matrimonio, es una de las pocas alternativas para huir del control de un tutor, ya que en la legislación actual quien pasaría a ser su tutor sería entonces su esposo.

—¿No te das cuenta de que estás tomando una decisión en caliente? —le preguntó Nicolás con expresión preocupada luego de ir por ella y escucharla decir que ha decidido aceptar la propuesta de un desconocido.

Mónica movió la cabeza a ambos lados antes de apoyar sus manos en los hombros de su amigo. Ahí él pudo notar la desesperación de sus ojos, sin contener su compasión, quiso decir algo, pero no pudo decir nada.

—Te necesito como testigo.

Nicolás se mordió los labios.

—Pero Mon, ¿en verdad vas a casarte con alguien que no conoces? ¿Por qué no lo piensas mejor? ¿Qué pasa si este tipo es peor que tu ex? No podrías huir de este matrimonio, presentar pruebas para un divorcio es tan difícil…

—Me ofreció una pensión de por vida al divorciarnos, ¿o es eso o volver a casa de los Torres y ver como ellos...?

No pudo evitar temblar al verla tan decidida. Es su amiga, su única amiga, la única persona que lo ha aceptado tal como es, que nunca lo ha juzgado como lo ha hecho su propio padre. Quiere lo mejor para ella, pero él tampoco tiene como ayudarla a salir del círculo de los Torres y el control de Emiliano. Solo espera no estar cometiendo un error.

—Bien, te apoyaré... pero si necesitas algo no te olvides que estaré siempre dispuesto a ayudarte, incluso si tenemos que huir de este país y sus absurdas leyes de control. Lo haremos, fingiremos ser pareja y viviremos bien, lejos de todos.

Mónica le sonrió apoyando su frente sobre la suya.
—Es una promesa —musitó.

Héctor los contempla desde la distancia con seriedad, si no supiera de la orientación del amigo de Mónica, pensaría que esos dos tienen una relación de parejas. Aunque no la culparía, después de todo, si es la persona quien piensa que es, jamás le sería infiel. No le sería infiel si pudiera recordarlo.

—Señor, ¿procedemos? —habló su asistente que ha estado a su lado en silencio.

—¿Estás seguro de que ese hombre no es hetero? —le preguntó señalando a Nicolás.

El asistente lo observó con seriedad, ante sus ojos es evidente que no lo es. Aunque no viste de forma distinta a cualquier hombre ni actúa de alguna manera que lo evidenciara, es claro que intenta ocultarlo.

—¿Lo duda?

Héctor bufó metiéndose ambas manos en los bolsillos, entrecerrando los ojos con cierta frialdad.

—Si no lo dudara, no lo preguntaría.

—La señora lo ama solo a usted —refutó manteniéndose serio.

El hombre tensó su mirada, luego movió la cabeza de forma negativa con una ligera sonrisa de sarcasmo. No agregó nada más. Perdió a su esposa hace unos cuatro años, enterró las cenizas de su cuerpo, y se despidió del amor de su vida. ¿Puede existir alguien que se parezca tanto a ella? ¿Incluso su forma de hablar, sus gestos y todo?

—¿Conseguiste un vestido?

—Sí, le harán un ajuste rápido, debería estar lista en unos minutos.

—Bien, prepárenla, y busquen un segundo testigo —y dicho esto miró una vez más a Mónica antes de darle la espalda y desaparecer.

Ver ese vestido de novia la hizo caer en la realidad de su decisión. Titubeó, retrocediendo unos pasos hasta chocar con un espejo colocado en medio de la sala. Ya ha llegado hasta aquí, arrepentirse ahora es una debilidad.

—Hola, buenas, pruébese el vestido, haré unos arreglos rápidos, el novio espera —habló un hombre joven que de improviso entró a la sala con un canasto de agujas e hilos—. Soy diseñador, así que confíe en mí.

Le sonrió. El vestido blanco, de exagerado escote, fue reducido a su tamaño, este debe ser el vestido de la mujer con quien antes iba a casarse ese hombre, y huyó.

—La novia original parece tener mejor delantera que yo —dijo en tono gracioso, intentando apaciguar su propio ánimo.

—No es el mismo vestido, este es nuevo, es uno de los vestidos que traía conmigo, un diseño único que aún le faltan detalles, lástima que aún no está terminado, en usted se vería espectacular. Pocas veces tengo oportunidad que uno de mis diseños de vestidos de novias se luzcan, cada año hay menos ceremonias de matrimonio. El señor Ibarra acaba de comprarlo para usted.

Tal como lo dijo aquel hombre, no demoró mucho en hacer que el vestido le quedará adecuado a su cuerpo. Fue extraño para Mónica mirarse al espejo y viéndose vestida de novia. No es el vestido que una vez eligió para ella, ya que a diferencia de ese pomposo vestido este más estilizado, pero no deja de ser un hermoso vestido.

El sentimiento que la embarga es extraño, es un estado en donde no se siente ni triste ni feliz, simplemente lo mira con cierta frialdad, como un contrato, un contrato para huir de una vida que no desea.

—¿Estás lista? —una voz conocida vino del otro lado de la puerta.

Al escucharlo sintió una calidez que justo necesitaba con fuerzas en este momento. Al abrir vio a Nicolás esperándola del otro lado. Aquel no ocultó su impresión al verla lista y vestida.

—Luces espectacular —señaló con sinceridad.

No supo como agradecer ese halago, y solo sonrió tomando las manos de su amigo entre las suyas.

—Te llevaré al altar, no dejaré que camines sola a esto —agregó aquel aprisionando las manos de Mónica—. No cometerás esta locura sin mí.

Apenas la marcha nupcial inició, Mónica junto a Nicolás avanzaron hasta el altar. El hombre con el cual se casara la espera con seriedad. Las voces se levantarán a su alrededor, incluso hubo gente que se colocó de pie al verla. Es evidente que se han dado cuenta de que no es la novia original.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.