Cuando ya no estés

Capítulo I

Capítulo 1

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Los Angeles, 2017

 

 

–¡Sophía! ¡Ya deja el maldito teléfono por favor!

–¡Déjame ser feliz Dayana!, –con el rostro burlesco la recorre de pies a cabeza –siempre me has envidiado por tener mejor cuerpo que tú y un sin fin chicos tratando de conquistarme

–Tienes razón, no tengo a hombres tras de mí, quizá porque me dediqué a cuidarte después del accidente donde murieron tus padres

– ¡Por dios Tía! ¿Ya vas con tu sentimentalismo? Me largo un rato de esta casa Tus achaques de mujer dejada están acabando con tus neuronas–se levanta de la cama y atraviesa la puerta de la habitación

–¡Sophia refresa por favor! 

–¡Basta! Déjame  ser. No sigas amargada pensando en lo que pasó hace años. Fue un accidente ¡ya olvídalo¡

 –pero a dónde vas, hija, ya es muy noche, por favor vuelve aquí

–¡Qué no me digas hija! Y si tanto te importa a donde voy, te lo voy a decir, para que no te quedes con la duda, voy a casa de mi amiguito, aquel a quien tú querías y nunca te miró,  obvio, porque yo soy más jovencita y atractiva que tú. Bye tía. –terminó de dar la media vuelta y se retiró

–¿Carlos?

–¿Liz?  Estas bien, te escucho preocupada

–perdón que te llame a estas horas pero, tuve un disgusto con Sophía, En estos momentos está frente a su auto, va para tu casa

–No se preocupe, aquí estará bien. Cualquier cosa le aviso.

Carlos corta la llamada y deja el teléfono sobre el buró, sonríe de manera picara mientras frota sus manos –Así que mi pajarita viene a los brazos de su romeo –hace a aún lado las sábanas y se baja de la cama, del ultimo cajón toma sus cigarrillos y nuevamente con el teléfono en las manos camina hacia la sala. Se sienta en el sofá y descansa los pies sobre la mesa de centro, con la pijama entreabierta, se prende  un cigarro. Su teléfono timbra y sobre la pantalla aparece un nombre, sonríe, –Hola mi Pajarita

–No estoy para bromas, Carlos, ¿Estás en  tu dépa?

–claro mi Reyna, y te estoy esperando

–Estoy ahí en 5 minutos, ve sirviéndome un copa de vino y ponte cómodo, que esta noche,  hay mucho que planear.

Suena el timbre,

–Adelante que está abierto –La puerta se abre, y como siempre, coqueta, única, provocativa –Hola mi amor –una sonrisa esboza en su rostro

–Mira nada más, mi pajarita buscando a su hombre – frunce un seño y la invita a sentarse –Ponte cómoda mi amor

–Carlos no soy tu amor –roda los ojos –solo eres el tipo que se cuesta conmigo, entiende eso por favor

–shs shss, no lo solo eso mi Sophía, también soy tu cómplice, o ya se te olvido que…  –no lo deja terminar –¡Basta! Eres igual de patético que mi tia ¿o ya se te olvido que tu también obtuviste beneficios? –Carlos prefiere quedarse callado e intenta cambiar la plática,  se levanta del sillón y toma la copa de vino

–Tu vino preferido mi pajarita –Sin decir una sola palabra Sophía se la toma de golpe

–uyyy, si que andas fuera de tus cabales.  –Carlos vine a tu casa porque eres el único a quien le confío todos mis secretos y, antes de que te vayas al extranjero, quiero pedirte un último favor.

–sabes que soy para tuyo y para lo que me necesites  estaré dispuesto, claro, siempre y cuando nos entendamos en cuestión de unos miles de dólares.

–Por eso no te preocupes, con lo fortuna que heredé de mis padres tengo hasta para comprarte la vida entera. –Coqueta lo ve con la mirada,  mientras pasa su dedo índice sobre el borde de la copa.

Carlos se acerca un poco más y, quedando muy juntos, coloca una de sus manos sobre la pierna de Sophía.  –¿A quién tenemos que desaparecer?

–A nadie, no todo en esta vida se trata de asesinar –le da un ligero beso en los labios y vuelve a su lugar, estira la mano alzando la copa –¿me sirves otra? –el solo sonríe y sigue el juego a los coqueteos, al final, sabe que esta será una noche  más, intensa, llena de besos, caricias y las más fogosas locuras para ambos sofocar el placer que llevan dentro.

–Por supuesto –el ruido del vino al llenarse la copa parece una melodía a las miradas deseosas que queman su ser. –Para mi amante preferida

–Única mi amor, te falto eso, única –Sonríe

 

-Buenos días, Preciosa

–Déjame dormir –responde en tono bajo y soñolienta entre las sábanas blancas

–Recuerda que solo me quedan dos días en esta ciudad, pasado mañana me voy a España. ¿Cuál es el favor que necesitas?

–¡ Que me dejes dormir!

–¿Segura que quieres seguir dormida? Se lanza sobre ella y la agarra de las manos hacia arriba, la hace presa de su instinto mientras quedan frente a frente. Ella sonríe mientras el baja la cabeza para pasar sus labios sobre la comisura de sus orejas, su agitación demuestra la excitación que recorre su ser, –Carlos –con su voz extasiada –no por favor, no sigas. –Siente que su cuerpo no puede controlar el rose de la piel de su hombre en turno. –¡Basta dije! –se intenta escabullir




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