Cuánto vale quererte

Capítulo 10: Un mal pasado

Edgar:

Llegué al bar donde quedé en beber con Sergio, ya él estaba allí esperándome, sin embargo yo no podía dejar de pensar en Elizabeth y en su pequeña hija.

—Pensé que ya no venías—dijo mirando la hora en su reloj, Sergio era mi mejor amigo como un hermano para mí y además trabajaba en mi empresa como abogado, yo tenía una empresa de fabricación de autos, muy reconocida y estaba entre las más prestigiosas del país—¿Qué es eso tan importante que tenías que contarme

—Elizabeth regresó—dije sirviéndome una copa y tomándola casi de un solo trago y él enarcó ambas cejas.

—Elizabeth ¿tu ex? ¿Con la que te ibas a casar hace ya como cinco años? —cuestionó llenando también su copa. —Y qué sentiste al verla de nuevo

—Ira, odio, rencor, ganas de hacerla sufrir como ella me hizo a mí pero hay algo más. —me recogí las mangas de mi camisa—Elizabeth tiene una hija.

—¿Vino con su esposo tambien?

—No y eso es lo que más me preocupa, tiene una niña de cincó años sin estar casada—pronuncié.

—¡Cinco años! —exclamó exaltado—¡Cinco años! En enero del 2020 te ibas a casar con Elizabeth y si esa niña tiene cinco años puede... Puede ser tu hija Edgar. ¿Elizabeth y tú se cuidaban?

—Pues no, solo en los primeros meses de nuestra relación. Pero que hay y si es hija de ese Stryper con el que me engañò—afirmé—aunque te digo más, la hija de Elizabeth tiene los ojos verdes como yo y nadie más en su familia los tiene así. Y hay algo en su rostro que siento que se parece a mí.

—Enfréntala y pregúntale... —sugirió

—Capaz ni ella sepa de quien es—tomé de mi copa

—Róbale un mechón de cabello y hazle un ADN ¿qué no ves novelas hermano? —yo suspiré.

—Te imaginas que esa niña sea mi hija. Yo con una niña, una hija mía y de Elizabeth como siempre planeábamos—le comenté.

—Y si es tu hija ¿qué harás? ¿Le darás una oportunidad a la madre? Ustedes parecían amarse...

—Nunca perdonaría una infidelidad y lo sabes—dije con rabia apretando el puño. La verdad no había nada más detestable para mí que eso.

Flashback:

Muchos años antes:

Tenía alrededor de cinco años y había acabado de llegar de la escuela, era lunes en la noche, mi padre se acercó a mí con la libreta en la mano.

—Edgar y este dibujo—preguntó.

—En la escuela nos pidieron que dibujáramos lo que hicimos el fin de semana—respondí.

—Pero me has dibujado a mí y yo estaba de viaje.

—Fui a la playa con mamá—respondí, sin saber que todo eso desencadenarían una serie de sucesos que terminarían acabando con la vida de mi padre.

—Cuántas veces te he dicho que no debes mentir Edgar, yo no fui a la playa contigo, no está bien que engañes a tus compañeros del colegio.

—No he mentido papá—me observó enojado—el del dibujo no eres tú, es mi madre y el tío Edi—agregó, Edi era el hermano de mi padre, este se puso tan furioso que tiró al piso la libreta con rabia, yo no entendía que había hecho mal pero mi padre salió enojado de la habitación, lo vi tan enojado que lo seguí para disculparme por mi dibujo, lo seguí hasta su hábitación.

—¿Qué demonios hacías con Edi en la playa?! —lo vi gritándole a mi madre, agarrándola fuertemente del brazo.

—Puedo explicarlo, no es lo que crees.

—Qué demonios puedes explicar, te encontré en la cama con él cuando Edgar tenía solo cuatro meses y ahora se van de viaje juntos—gritó enojado. Te has estado riendo de mí durante cinco años, que idiota he sido—dijo tomando su chaqueta.

—Nunca perdones una traición hijo—estrujó mi cabello mientras yo miraba todo confundido—es mejor morirse que perdonar algo tan humillante.

—Papá—exclamé al verlo alejarse—papá.

—Todo esto es tu culpa—mi madre me empujó al pasar por mi lado haciendo que cayera al piso y comencé a llorar, tenía cinco años solo cinco años y ya no recuerdo más nada, solo que al día siguiente estaba en el funeral de mi padre, me acompañaba mi abuela y mi madre no sabía donde estaba, desde que me levanté al otro día no estaba en la casa. Lloraba mirando el rostro de mi padre en un ataud.

—Y mamá donde está—le pregunté a mi abuela que se acercó poniendo la mano enmi hombro.

—Tu madre es la culpable de esto, destruyó nuestra familia, hizo que tu padre se quitara la vida y huyó con tu tío—exclamó, demasiadas cosas que asimilar para la mente de un niño. Los días siguientes fueron sombríos y oscuros para mí, me llevaron para la casa de la abuela, no tenía a mi madre, ni a mi padre, solo a mi abuela, la cual estaba tan deatruida por la muerte de su hijo que unos días me amaba y otros simplemente me gritaba que no quería verme, que era demasiado parecido a esa maldita mujer que le quitó a su hijo. Unos días una migaja de amor y otros una tonelada de maltratos, crecí sintiéndome culpable, pasé años en terapias para poder perdonarme a mí mismo, para lograr mantener una relación sana libre de todas mis malas conductas y cambios de humor. Y precisamente todo lo destruyó el día de nuestra boda.




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