Cuánto vale quererte

Capítulo 11: Descubriendo verdades

Elizabeth:

Me desperté temprano en la mañana, todos dormían, yo aproveché y fui a la cocina para hacer un desayuno para todos, la verdad amaba cocinar, y en esta ocasión quería sorprender a mi abuela, aunque se me complicaban las cosas en esta casa donde todos parecían odiarme a mí eso me valía un comino, ya no le debía nada a ninguno de ellos y mi abuela la única persona a la que le debía gratitud pues siempre me había apoyado estaba en sua últimos días de vida y quería que los pasara con ellos, no iba a perder la oportunidad de cumplir su última voluntad para complacer a nadie. Primero hice el café y luego comencé a hornear unas galletas, las serví todas en la mesa y también coloqué yn tasón lleno de mermelada que había traído desde la ciudad para la familia. También empecé a hacer pan dulce y me serví una tasa de café para tomarla con calma mientras la levadura hacía lo suyo. Sentí unos pasos acercarse .

—Elsa ya está el café—la pregunta me hizo saltar del susto al escuchar de quien se trataba. Era Edgar que al verme quedó tan sorprendido como yo, nuestras miradas se cruzaron y yo me volteé a intentar simular acomodar la masa de los panes.

—Han pasado cinco años Elizabeth—sus palabras rompieron el tormentoso silencio—cinco años—repitió, tienes una hija de cinco años—mi corazón tembló—desde anoche estaba esperando este momento para hablar a solas contigo—agregó y como esperaba ya él había empezado a sospechar.

—Buenos días Eliza—por suerte respiré aliviada al escuchar la voz de mi tía Elsa allí. —Edgar —pronunció asombrada. —Venía a preparar el desayuno pero... —dijo algo nerviosa imaginando que había interrumpido —veo que lo tienes todo bajo control, los dejo para que hablen.

—No tía—respondí levantando la cabeza—ya Edgar y yo hablamos todo lo que teníamos que hablar hace cinco años—afirmé, la verdad después de la forma tan humillante y cruel en la que me trató la última vez que nos vimos lo que menos quería era dirigirle la palabra. Yo no lo culpaba por terminarme luego de esas fotos tan aborrecibles que se mostraron en nuestra boda, pero llevaba mucho tiempo con él demostrándole como era, no merecía ser tratada como yna prostituta. Sé que lo que hice estuvo mal, que nunca debí ir a esa despedida de soltera, menos beber, yo jamás conscientemente le sería infiel y no me justifico pero la última vez que lo vimos me humilló de la peor manera, incluso me tiró unos billetes encima, sabiendo bien que jamás en el tiempo que estuvimos le pedí absolutamente nada y le había demostrado que lo amaba y que no me impirtaba su dinero. —Edgar solo quería café, debería esperar que su esposa se levante para que le sirva pues aquí ninguna es su empleada, iré a ver si mi hija despertó—dije alejándome y mi tía enarcó ambas cejas.

—Hijo te serviré un poco de café—dijo mi tía intentando suavizar la situación y le ofreció en breve una taza con café.

—Gracias—respondió él. —¿Elsa quién es el padre de la pequeña hija de Elizabeth? Escuché que no se había casado.

—La verdad hace mucho no veía a Elisabeth y no le he preguntado. Todos aquí la rechazaban ,ni siquiera yo la busqué en todo este tiempo y me arrepiento por eso no me siento en el derecho de preguntarle nada sobre su vida pasada. Creo que Eliza se merecía más de nosotros como familia, un erro lo comete cualquiera bajo el efecto del alcohol y ella siempre fue una joven intachable. Ahora mura que linda está, joven, educada, según escuché a mi madre tiene un negocio próspero y ha sacado adelante a su hija, es una mujer digna de admirar, lástima que todos en esta casa fuimos tan tontos que no nos dimos cuenta de eso—agregó mientras Edgar no dijo nada y simplemente se quedó pensativo. Cuando mi pequeña se despertó yo aproveché y la preparé para irnos a desayunar afuera con el pretexto de que quería mostrarle la ciudad y hacer las compras para en la tarde prepararle una cena deliciosa a la abuela, haríamos una cena en el jardín que era enorme, ella me dijo que quería preparar un banquete enorme como el que hacía cuando mi abuelo estaba vivo y yo estab dispuesta a cumplirle cada capricho que ella tuviera. Desayuné con Mili y fuimos a una tienda, para mi sorpresa mientras llenábamos el carrito me encontré con Silvia, frente a ella que estaba en el mismo pasillo haciendo las compras, iba a fingir no verla pero ella corrió emocionada soltando su carrito y me abrazó.

—Elizabeth has regresado—murmuró mientras me abrazaba fuertemente, yo ni siquiera imaginé que se alegraría de verme.

—¿Cómo has estado? —pregunté.

—Bien, estás preciosa amiga, el extranjero te sentó de maravillas—exclamó, ella sin embargo se veí un poco más avegentada—¿Y esta niña Lisi? ¿No me digas que...?

—Es mi hija, se llama Mili. Me alegro mucho de haberte visto—dije pensando en seguir pero ella tenía otros planes.

—Lisi ¿podemos tomar un café? Creo que tenemos mucho de qué hablar—expresó, yo la verdad no tenía nada más importante que hacer y acepté, y tampoco quería pasar mucho tiempo bajo el mismo techo que mi ex y mi prima.

**********************

—No te imaginas cuanto te busqué Lisi, pero tus padres cuando les pregunté tu número me dijeron que su hija había muerto—dijo Silvia yo tomé un trago de mi café sin responder mirando como Mili jugaba en el parque mientras bosotras tomábamos nuestro café sentada en los bancos—No es justo lo que te hicieron, perdón, inclusi hasta yo te jusgué.

—¿Lo que me hicieron? —pregunté con un nudo en la garganta ¿de qué hablaba?no entendía nada.

—Lo que te hizo Anabelle y como nadie te apoyó. —dijo y yo pensé que hablaba de que se había comprometido con mi ex.

—Está con Edgar, pero eso fue decisión de él también y no puedo opinar después de lo que pasó—suspiré tomando otro trago de café.

—No hablo de eso Lisi. Tú tampoco te has dado cuenta—ella me tomó por ambos brazos dejando su café a un lado y mirándome fijamente—Lisi es evidente que Anabelle te tendió una trampa—pronunció, mis ojos se pusieron pequeños y yo me quedé pensativa, muda. —Yo también pensé que le habías sido infiel a Edgar, —siguió hablando—que te habías vuelto loca, que te habías emborrachado, hasta que los vi juntos a Anabelle y a Edgar y entendí todo, todo lo que pasó esa noche fue yna trampa de Anabella ayudada por Eloisa para quedarse con tu prometido.




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