Segundo intento. Esta vez voy a llegar a la biblioteca y terminar el libro de la trilogía. Sí, terminé una trilogía en dos días. Es sorprendente lo que se puede hacer cuando no tienes con quien hablar o aparatos electrónicos. Creo que notar la ausencia de la tecnología en el tercer día no es buena señal.
Salí del gimnasio decidida a llegar a mí destino. De nuevo me encontraba en los pasillos haciendo eco con cada pisada, rogando al cielo que no se duplique o aún peor ¡Triplique!
Pero como tengo la suerte de una vaca obesa en pleno matadero, el eco se duplicó, otra vez. Ya con la mente preparada para inventar cualquier tipo de excusa lo suficientemente creíble para que me deje seguir con mí camino, me dí la vuelta, ¿Quién era? Oh sí, adivinaron, Dustin Rosser damas y caballeros, en vivo y en directo.
- ¿Acaso no hay ninguna otra chica a la cual molestar? - me cruzo de brazos y arqueo una ceja en modo interrogante y desafiante.
- No todo mí mundo gira a tu al rededor, pequeña Montgomery, voy al baño.
- Los baños están en el pasillo C, éste es el pasillo A.
- Conozco un atajo. - pongo los ojos en blanco - Yo sé que debe ser difícil saber que el chico más guapo de la escuela no te busca en los pasillos solitarios para besarte, pero tendrás que aceptarlo.
- Yo sé que debe ser difícil creer que una chica no caiga rendida ante tu gloriosa y admirable belleza, pero no vives en un musical, ya madura. - Abrió la boca dos veces para decir algo, pero al final se quedó callado. Satisfecha, retomé mí camino hacia la biblioteca.
Las luces estaban apagadas. Busqué el interruptor en la pared, en vano, estaba muy alto y, a pesar de que mido 1.73m, se necesitaba medir unos 2m mínimo para alcanzarlo. Recordé entonces que la directora tenía una caja donde guardaba linternas "por si acaso", pero volver hasta el gimnasio, buscar la linterna sin que me vean, escapar de los profesores y mí hermano, era demasiado trabajo. No estaba tan oscuro, aún era de día, podía buscar un lugar donde la luz estuviera en un buen ángulo, terminar el libro e irme.
Comenzó a oscurecer justo cuando me faltaba una página para el final, maldije en voz alta y me apuré a leer lo más rápido posible antes de que la luz se vaya por completo. En el apuro por leer lo poco que me quedaba, olvidé que estaba a unos cinco o seis metros de la salida y que en la oscuridad me iba a ser casi imposible encontrarla. Cerré el libro y me incorporé a una velocidad desconocida, pero ya era tarde, todo lo que veía estaba negro. Abrazando el libro a mí pecho con mí brazo izquierdo y estirando el que quedaba libre, buscaba la manera de encontrar la salida sin tropezarme con algo causando un desastre digno de una expulsión.
Daba pasos pequeños mientras tanteaba con mí mano a los lados y el frente. Grité al tocar la espalda de alguien, quien a su vez también gritó.
– Tranquila, no soy ningún profesor. – Su voz no me resultaba familiar, pero tampoco podía ver su rostro.
– Entonces, ¿Quién eres? – me sostuvo la mano para que supiera dónde estaba.
– Austin Gillespie, soy nuevo en la escuela.
– ¿Gillespie? ¿Como Dizzy Gillespie?
– ¿Conoces a Dizzy Gillespie? Mira nada más, una chica solitaria que le gusta el jazz y no tiene miedo de hablar con un desconocido en la oscuridad. Eso no se ve todos los días.
– Así que, Austin Gillespie.
– En persona. – me interrumpe.
– ¿Qué hace el chico nuevo en una biblioteca a oscuras?
– Podría preguntarte lo mismo. – touché.
– Yo pregunté primero. – ríe.
– De acuerdo, niña ruda, tranquila. Necesitaba un lugar un poco solitario para respirar; y parece que no soy el único, ¿Verdad, chica desconocida que aún no me ha dicho su nombre? – nuevo, divertido y solitario, ¿Quién lo diría? Existen.
– Jaeny. Jaeny Montgomery.
– "Jaeny Montgomery" – saborea las palabras en su boca – mucho gusto Jaeny. Aún no respondes tu pregunta.
– ¿A qué te refieres?
– ¿Qué hace una chica tan interesante y amable sola en la oscuridad de una biblioteca? – ¿Interesante? Bueno, lo de "amable" es verdad, no me considero Gandhi, pero tampoco soy un ogro. Pero, ¡¿Interesante?! Apenas me conoce.
– Termino una trilogía.
– Así que, amante del jazz, solitaria y lectora compulsiva. –
– Yo no le diría "compulsiva"...
– Estás en una biblioteca, sola, porque seguramente el ruido de los estudiantes te molestaba. Seguro puedes contar con los dedos de una mano con cuántas personas has hablado desde que estamos aquí. –Lo odio, adivinó todo. ¿Cómo puede saber todo eso con tan solo hablarme?
– Además de nuevo, psicoanalista; buena manera de hacer nuevos amigos. – ríe ante mí comentario.
– Yo no le diría psicoanalista, sé escuchar y presto atención.
– ¿Así nada más?
– Así nada más. Inténtalo conmigo.
– De acuerdo, veamos... Padres separados, vives con tu mamá, por su trabajo te mudas mucho, casi no tienes amigos en ningún lugar porque te quedas poco tiempo en casa ciudad. Por tu manera de hablar, pareces una persona triste y fría, sin esperanzas de hacer otro amigo porque sabes que tendrás que irte rápido.
– Muy impresionante. – escucho que aplaude.
– ¿Acerté?
– Casi. Parece la típica vida cliché de un adolescente depresivo. Es verdad que mis padres están separados; vivo con mí mamá; pero es la primera vez que me mudo a otra ciudad. Tengo amigos en mí antiguo pueblo, al cual iba a volver cuando mí mamá termine su trabajo aquí. Pero gracias a la tormenta, dudo que volvamos tan pronto.
– ¿Y cuánto tiempo van a quedarse?
– Creo que eran unos treinta o cuarenta días.
– Lamento que tus primeros días en la ciudad los tengas que pasar encerrado en una escuela.
– Mmm... No es desagradable del todo. Si hay más personas como tú en la escuela, lo cual dudo, creo que voy a estar bien. – ¿Acaba de decir que gracias a mí su estancia en la ciudad está siendo placentera? – Creo que – carraspea – debemos regresar al gimnasio, no porque nos estén buscando, dudo que se hayan dado cuenta de nuestra ausencia, sino que esto ya se está volviendo un poco...
– ¿Terrorífico? – completo la frase.
– Exacto. Dame tu mano.
– ¿Para qué?
– Acabo de conocer a la persona más real e interesante de toda la escuela, no me voy a arriesgar a que salgamos de aquí y te pierda.
– Los pasillos también están oscuros, apagan las luces en la noche.
– Lo sé, pero conozco el camino. No necesito verlo. – me agarró de la mano y comenzamos a caminar en medio de la oscuridad. Tardamos unos minutos en salir de la biblioteca, y estamos hace maso menos media hora buscando el camino que nos llevaría al gimnasio.
– Menos mal que conocías el camino.– dije en tono irónico.
– No lo conozco.
– ¡¿Por qué dijiste que lo conocías?!
– Porque claramente tú no lo conoces, si nos perdemos, puedo sujetar tu mano por más tiempo.
– ¡Eres un idiota! – me solté de su agarre con brusquedad.
– Tranquila, Montgomery, era broma, ya llegamos.
Miré al frente, era verdad, habíamos llegado.
– Ahora por eso, no dejaré que veas mí cara.
– Pero... – no dejé que terminara, subí corriendo al gimnasio y me perdí entre la gente.