Cuarentena

Día: 9

La ronda de besos se alargó y ya es media noche; la directora estaba feliz de que hayan encontrado la manera de entretenerse a pesar de las circunstancias y les dijo que se quedasen todo el rato que les plazca. Por lo menos ya liberaron a Dustin y pusieron a un estudiante de segundo año a girar la botella. No entiendo por qué les divierte tanto jugar a eso.

Caminé al rededor del círculo tratando de no golpear a nadie con una muleta; me distraje, tropecé con una mochila y caí en brazos de un estudiante de quinto año. Para mí mala suerte, nadie se estaba perdiendo el espectáculo.
- ¡Bésala! - lo que comenzó siendo un comentario bobo de uno de los que estaba sentado en la ronda, terminó en un grito unánime. 
- ¡Beso, beso, beso, beso, beso! - miré a mis lados, detrás, ¡Todos pedían que nos besemos! Intenté pararme pero la rodilla en serio me dolía, y al caer hice un movimiento que creo que la dejó aún peor. Observé a el que me había atrapado, bastante guapo, no pasa seguido. Sólo será un beso, dos segundos y me ayuda a levantarme.
- ¡Vamos, Gillespie, no te hagas rogar! 
- Aguarda un segundo ¡¿Tu apellido es Gillesp... - no dejó que terminara la oración y me besó. ¿Dije sólo dos segundos? Eso debió durar unos veinte. - ¿Me ayudas a pararme? - sonríe. Linda sonrisa.
- Sí, seguro. - Con su brazo derecho rodeó mí cintura y con el otro brazo se ayudó para ponerse de pie conmigo encima. Cuando estuve estable, me dejó un momento para tomar mis muletas que habían caído al suelo. - Aquí tienes. 
- Gracias. - me quedé como tonta mirándolo unos segundos - Por cierto, quería preguntarte algo.
- Sí, seguro, dime. - estaba a Punto de preguntar cuando uno de sus amigos lo levantó por detrás como si fuera un niño y se lo llevó de vuelta al juego. Me lo cruzaré más tarde.

Jake mejoró; su temperatura había bajado y tenía un poco más de color en la piel. Me senté en una banca que había al lado de la camilla; sus brazos estaban por encima de la sábana, claramente no tenía frío; suspiré aliviada. Tomé su mano izquierda, era la que tenía a mí alcance, comencé a hacer círculos, con la yema de mí dedo pulgar, en el dorso de su mano hasta que despertó.

- Hola, bello durmiente. - sonrió ante mí comentario. 
- Hola, mí damisela en apuros.
- ¿Cómo te sientes, Jake? 
- Como si me hubieran dejado encerrado en la escuela por cuarenta días. - hace una pausa - Oh espera, no era un caso hipotético.
- Veo que te sientes mejor, Míster Sarcástico. 
- Ahora que lo mencionas, - se endereza - me duele un poco el hombro, ¿Crees que podrías hacerme un masaje? - me coloco detrás suya, sé que está mintiendo.
- ¿Justo aquí?
- Sí, ahí. - le doy un golpe en el hombro - ¡Auch! - se voltea a verme - ¡Oye!
- Hasta aquí llegó tu carrera de actor, vamos, levántate, volvamos al gimnasio. 
- Pero estoy cómodo. - Levanto mí puño en modo de amenaza - De acuerdo, de acuerdo, ya voy, tranquila. No es necesario recurrir a la violencia.

Creo que esta tormenta nos unió a todos. Quizás no sea algo tan malo.
- ¿Verdad, Dustin? - permanecía enfocado en lo que sea que estaba viendo en la pared. - ¡Dustin!
- ¿Qué? sí, sí, seguro. Lo que tú digas.
- Dustin, - me mira - no he dicho nada. Pero tu cara lo dice todo. ¿Qué sucede?
- Es una chica.
- Oh Romeo, Romeo, ¿dónde estás que no te veo?
- Sabía que te burlarías. Ni siquiera sé para qué te digo esto. - hace ademán para irse.
- No, espera. Te escucho. ¿Cómo se llama?
- Louisa.
- Louisa... - saboreo la palabra en mí boca. - Y ¿dónde la conociste? 
- Eso no es lo importante. Lo que importa es que es la única que me conoce de verdad, y no lo sé, creo que me gusta.
- Dustin, eso es increíble; no veo el problema. 
- A ella le gusta mí amigo, - titubea un segundo - Drake.
- ¿Escuchas eso?
- No, ¿qué cosa? - Me paro y le agarro la mano.
- El universo quiere que te declares.
- ¿Y lo averiguaste escuchando Photograph de Ed Sheeran? - justo en ese momento estaban pasando esa canción en el equipo de música.
- Sip. ¡Vamos! - tiro de su brazo fuerte y casi caemos porque él tropezó. 
– Veo que tu rodilla ha mejorado.
– Menos mal que no tropecé yo también o hubiera sucedido lo mismo que con Gillespie. – Dustin se paró en seco. – ¿Sucede algo?
– No, todo está bien. Vamos. – lo miré a los ojos mientras caminábamos. Siempre tengo la sensación de que esconde algo; tiene ojos color miel, cuando sucede algo malo se oscurecen, y justo ahora son marrones. 
Por nuestras "discusiones" pueden creer que nos llevábamos mal y de pronto con esto de la tormenta nos hicimos amigos. No, no es el caso. 
A pesar de ser mundos opuestos cuando llegamos, él era el único chico que no molestaba a mí hermano. Es más, lo defendió en diversas ocasiones. Creo que también fue quien lo inspiró a mejorarse a sí mismo, tener más confianza, o al menos aparentarla. 
Cuando comenzó el otoño, Jake enfermó, como de costumbre, y Dustin se ofreció a ayudarlo en los días que estuviera ausente. Una tarde fue a casa para pasarle las tareas que hacían en clase, incluso las respuestas, yo estaba arriba estudiando para un examen de inglés, por lo cual no tuve el "placer" de conocerlo. Se tuvo que ir rápido porque su mamá necesitaba que la ayude con las compras; en el apuro por guardarlo todo dentro de la mochila, olvidó un libro de Historia Francesa. Jake seguiría ausente por una semana al menos, lo que significa que al otro día tuve que ir yo a llevarle el libro.
*Esa mañana, en la escuela*
– ¿Dustin Rosser? – cierra su casillero y se recuesta sobre él.
– Para la policía soy Jack Workings.
– Bueno, no soy policía.
– Menos mal, porque no ando con ánimos de dar declaraciones.
– Y yo no ando con ánimos de responder a tus idioteces. Toma, te olvidaste éste libro en mí casa.
– Imposible. Ayer estuve en casa de un amigo y no doy clases particulares de historia. 
– Ya lo sé, no quería tus clases tampoco. Tu amigo, es mí hermano. Mucho gusto. – me analiza desde la cabeza a los pies. – ¿Nunca has visto una mujer en tu vida o qué?
– Pero si tú eres demasiado pequeña para ser mujer. Así que eres la hermana de Montgomery.
– No soy pequeña. Y sí, sí lo soy. ¿Tienes algún problema con eso?
– No, tranquila, pequeña Montgomery. Dustin Rosser, a tu servicio.
– No te molestes. Sé quién eres. – me dí la media vuelta y me fui. Creo que ahí comenzó toda nuestra "relación amor/odio". Divertida, pero al mismo tiempo indefinida.
De la manera que haya sido, no me arrepiento. Aunque es cierto que es todo un cliché y eso me fastidia a veces; pero a nadie le hace daño tener en su vida a una persona algo predecible, e insoportable en algunas ocasiones. ¿Verdad?



#10674 en Joven Adulto
#40118 en Novela romántica

En el texto hay: misterio, drama, amor

Editado: 15.04.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.