Cuarentena

Día: 22

Es media noche en el día veintidós. He recibido más burlas y risas, como era de esperarse; el equipo de básquet intenta reanimar a Dustin con comida extra, energizantes, café, pero él continúa tirado en el suelo como si lo hubieran noqueado. Es muy buen actor, dudo que le haya causado tanto dolor mí frialdad e indiferencia.
— Nunca lo había visto así. — Amy Todd se sentó junto a mí en el suelo. 
— ¿De qué hablas?
— Dustin Rosser, claro. ¿Sabes? Solíamos salir. — abrí los ojos como platos. — Relájate, hubo fuego, pero las cenizas volaron con el viento hace bastante tiempo. 
— ¿Qué sucedió? — Amy exclamó una sonrisa nostálgica. 
— Éramos una de esas parejas imparables, parecíamos salidos de una película cliché de los 50'. Debo admitirlo, nos veíamos muy bien juntos. — suspira — Pero la realidad nos golpeó de frente, más a él que a mí. Lo lastimé muchísimo. Luego de eso se transformó en Dustin Rosser, el chico frío, distante y para nada demostrativo; muy diferente a lo que era. Siempre sentí culpa por su "transformación". 
— ¿A qué te refieres con que nunca lo habías visto de esa manera?
— Tan dolido. — desvía su mirada hacia donde está Dustin. — Es claro que le importas, y mucho.
— No creo importarle tanto.
— Oh, créeme, ése chico ama la comida. — Se puso de pie y se retiró sin más.
Ahora tengo la duda, tal vez sí estoy lastimándolo. De igual manera se lo merece; podría desmayarse y no me importaría. Tendrá que esforzarse para que lo perdone.

Me acercaré al calendario rogando que haya alguna actividad para que todos se distraigan de lo que sucedió con mí diario. Sentí las miradas clavadas en mí mientras caminaba. Las risas, los comentarios, los murmullos, incluso notaba a los que intentaban disimular, claramente no les salía muy bien. A un lado del calendario, se encontraba la directora observando la situación, aunque parece ajena a lo que está aconteciendo; soy la única de pié, andando entre adolescentes señalándome y sacando sus propias conclusiones sobre lo que significa mí vida, basándose en lo que leyeron en esas páginas. Desearía nunca haberlas escrito.
Las ojeras de Dustin empeoraron, puedo verlas a metros de distancia. Su rostro está aún más pálido que otras ocasiones; luce realmente débil. Hace rato la enfermera estuvo a punto de revisarlo, pero él se negó. Lo sé porque le gritó en frente de todos y en medio del silencio; se veía furioso. Casi parece un zombie cuando camina por el gimnasio, si es que camina.
La directora se acercó a mí con el semblante serio.
— ¿Todo en orden, señorita Montgomery? — Casi parece una mala actuación por su parte. Le daré un seis sobre diez.
— Seguro, ¿Por qué lo pregunta?
— Tal parece que no soy la única interesada en ti. Los estudiantes no paran de observarte y murmurar cosas ¿Segura que no sucede nada malo? — Dile. Dile que no paran de molestarte; habla sobre las páginas en la biblioteca; que desde ese día no ha sido lo mismo; que te sientes completamente transparente, como si camináras desnuda y todos pudieran ver a través de ti. No. Te. Calles.
— Muy segura, directora. Pero gracias por preguntar. — Cobarde.

Hace un par de días, Jake empezó a hablar con Michelle, la líder del club de lectura. Sí, lo lamento porristas, mí hermano prefiere el cerebro antes que las curvas. Al parecer su relación avanza, estoy feliz por él, por lo menos uno de los dos consiguió algo bueno de ésta cuarentena.
Sentada en un extremo del gimnasio, observo cómo Dustin viene caminando hacia mí, Jake está distraído con su nueva amiga, no lo ve llegar. Creí que intentaría llevarme o pedirme perdón, pero solo se sentó a mí lado izquierdo. Casi parece estar en el tercer cielo, suspira.
— ¿Qué haces aquí? — abre los ojos sobresaltado, como si lo hubiera despertado de un mal sueño.
— Estar.
— ¿Qué?
— Solo necesitaba estar cerca de ti; aunque sea una cantidad de segundos que puedo contar con los dedos de mis manos. — Está comenzando a sudar; sus labios están pálidos y su mirada oscurece. Ya para de mirarme así, luchar contra esos ojos es demasiado para mí.
— Hollywood se perdió una estrella. Por favor, vete. Das asco. — De nuevo cerró los ojos como si le hubieran clavado un puñal de doble filo. Creo que le cayó una lágrima, pero también pudo ser el sudor humedeciendo sus mejillas. Muy a su pesar, se puso de pie y se marchó; Jake, quien acababa de darse cuenta de la situación, se disculpó con Michelle y se acercó a mí.
— ¿Dustin estuvo aquí?
— Sip.
— ¡¿Por qué no llamaste?! ¡Hubiera golpeado a ese imbécil!
— Parecías muy entretenido con tu nueva amiga y, presiento, mí futura cuñada. — su rostro se torna rojizo.
— Solo somos amigos...
— Y Papá Noel es real.
— Cállate. — Me empuja mientras yo río. Es tierno cuando se pone tímido con una chica. — ¿Qué es lo que quería el idiota de Rosser?
— Estar conmigo.
— ¡¿Qué?!
— No, no de esta forma, tranquilo. Me refiero a que literalmente quería sentarse a mí lado y quedarse allí. Debiste ver su rostro, parecía que flotaba sobre el cielo... — Jake suspira.
— Esto es más grave de lo que creí.
— ¿A qué te refieres? — se pone de pié.
— No entiendo por qué hizo eso con tu diario. Es claro que le gustas y mucho.
— ¡¿Por qué todos dicen eso?!
— Creo que la pregunta aquí es: ¿Sientes lo mismo? — Levanta las manos sobre sus hombros y regresa con Michelle quien, como era de esperarse, estaba perdida en un libro. Claramente Amy Todd y mí hermano se dedican a confundirme y llenarme de dudas.
¿Le gusto a Dustin Rosser? O peor aún, ¿Él me gusta?

 



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En el texto hay: misterio, drama, amor

Editado: 15.04.2019

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