Cuarentena

Día: 26

— Bueno, ya con todos aquí presentes podemos comenzar. — Reviso el reloj. Las 7:32 AM. Como dice el dicho "el que promete no traiciona", la directora nos obligó a despertarnos a estas horas de la mañana para indicarnos la nueva organización que habrá a partir de ahora, o por lo menos hasta que regrese la luz. — De ahora en más, un tutor dormirá cerca de cada sector por si alguien necesita ir al sanitario u otra necesidad.
— ¡Fantástico! — exclama Amy con sarcasmo — Ahora nos vigilarán de cerca. Así no podré llevar a cabo nuestro plan.
— ¿Tenemos uno? — susurro.
— Claro que tenemos uno ¿Ya lo olvidaste? Descubriremos las verdaderas identidades de cada uno de estos imbéciles. — me codea — Será divertido. Créeme. 
— Luego quiero tu opinión sobre algo.
— Eso me recuerda, también tengo algo para preguntarte.
— Luego de que la directora termine su discurso, hablamos. — Amy asiente.

— ... Bueno — da un aplauso — creo que eso es todo. No sé si alguien tiene alguna pregunta o quiere que vuelva a explicar un punto que no haya quedado claro. — Genial, no escuchamos ninguna de las indicaciones. — Si no hay dudas, pueden regresar a dormir si lo desean. — Ni bien terminó de decirlo, ya todos estábamos volviendo a nuestros respectivos lugares para recuperar el sueño perdido.

Necesito con urgencia una máquina del tiempo. Debo decirle a mí yo de hace cinco años, que desahogar tus penas en páginas y páginas, en realidad no ayuda en nada. Solo escribes y escribes durante horas y horas con lujo de detalles, todo lo que te sucede. Es como tener una conversación contigo mismo, eres tú contra tu inconsciente; miedos, amores fallidos, tristezas, vergüenzas, verdades que no les dirías a otras personas. Lo peor de todo es que no sirve, terminas más ahogado que antes. Si lo analizas bien, te darás cuenta que al fin y al cabo, estás escribiendo cosas que tú ya sabes; sigues con las mismas dudas, porque si tú no te las puedes responder y tampoco se lo cuentas a alguien para que te ayude a entender porqué pasan esas cosas, terminarás igual que cuando empezaste.
Se podría decir que he desperdiciado años y años de vida, haciendo algo que, creía bueno para mí persona. Es claro que me equivoqué; si hubiera tenido un grupo reducido de personas a las cuales contarles mis problemas, ahora no los sabrían toda la secundaria. ¡Maldición! ¿Por qué soy tan cerrada? Oh, ya lo recuerdo, porque existen personas como Dustin y Jake que se dedican utilizar las debilidades de los demás para su beneficio. Pero, ¿Qué conseguirían con eso?
Lo peor de todo esto, es que estoy segura de que aún después de todo lo que hizo, yo lo perdonaría. Pensándolo bien, creo que en serio me gusta Dustin. O tal vez no, no lo sé. Estoy muy confundida ahora.

— Jeany, vamos, despierta. — entreabro los ojos, al oír un susurro. ¿Dustin?
— ¿Qué es lo que pretendes? Todos están durmiendo. — su rostro está considerablemente cerca del mío. Casi se pueden rozar nuestras narices.
— Te quiero de vuelta.
— No soy algo que te arrebataron. Tú mismo me perdiste.
— Entiendo, estás molesta, pero necesito que me escuches yo... — lo interrumpo.
— Si lo que dirás va a herirme o no será totalmente cierto, ni siquiera te molestes en gastar saliva. — Como si recibiera indicaciones confiables de un manual, se quedó completamente mudo. Está de rodillas junto a mí, aún no se va.
— Si no dirás nada, ¿por qué sigues aquí?
— No diré nada porque no tiene sentido decirlo. Tú ya no confías en mí, es inútil intentar explicar algo que no creerás. — se sienta con las piernas flexionadas y abraza sus rodillas contra su pecho. — Me quedaré aquí hasta que te decidas a escucharme.
— Espera sentado.
— Eso haré. — Sí, claro. En unos minutos yo volveré a dormir y, para cuando despierte, él ya se habrá ido.
Me coloqué de costado, y acomodé mí cabeza intentando recuperar el sueño, pero me era casi imposible sabiendo que él estaba ahí. Las dos veces que me volteé a ver, seguía sentado allí. Tengo miedo de girarme otra vez porque él está observándome. Solo debo cerrar los ojos y no concentrarme en otra cosa que no sea dormir.

— Jeany, despierta. ¡Jeany! — me incorporo a gran velocidad sobresaltada. Miro hacia la izquierda, Amy estaba mirándome de manera sospechosa, desviaba los ojos a algo detrás mío. Voy girando la cabeza lentamente y allí estaba Dustin durmiendo justo a mí lado.
— No se ha ido... — sonreí con ternura al verlo ahí acostado, esperando.
— Parece que alguien quiere que lo perdonen. — observo a Amy quien estaba casi igual de sorprendida y encantada que yo.
— Supongo que es cierto. ¿Qué debo hacer?
— Primero, espera que despierte. Luego te cubriré para que vayan a hablar al pasillo, si en verdad quieres escucharlo. Es tu decisión. — vuelvo mí vista a él, es muy tierno cuando duerme. ¿Debería escuchar su versión? Tal vez sirva de algo.
— Dustin. — lo sacudo para que despierte. — Vamos, despierta. — gruñe. — Dustin, soy yo, Jeany. 
— ¿Jeany? — abre los ojos de inmediato. Pasa la mano derecha por todo su rostro y se incorpora para estirarse. — ¿Vas a escucharme? — Noté algo de esperanza en su mirada, como si rogara que lo dejara explicarse. 
— Sí, voy a escucharte. — se pone de pie casi de un salto y, tomándome ambas manos, me ayuda a pararme de la misma manera que él. — Pero no aquí. — con un cabeceo le indico la entrada; aún sosteniendo mis manos, pone el rostro de lado para ver lo que yo señalaba.
— Cualquier cosa con tal que me escuches. — tira de mí brazo y comenzamos a correr entre los estudiantes; saltamos bolsos, chaquetas, inclusive personas. Estaba como loco.
Llegamos al pasillo B; me dejé caer al suelo con mí espalda contra la pared, él me imita. Está observándome hace medio minuto y aún no ha dicho nada.
— Bueno, comenzarás a hablar o...
— Ah, sí, cierto. — se aclara la garganta — ¿Por dónde empiezo?
— ¿Qué te parece explicar por qué lo hiciste? 
— Claro. — suspira — Existen distintos niveles de enojo; tú te molestas y escribes. Yo me molesto y destruyo cosas. En mí casa tengo una habitación para golpear y romper objetos, aquí no tengo nada de eso, no supe controlarme. En lugar de destruir algo sin importancia, te destruí a ti; de veras no sé qué se me pasó por la cabeza en ese momento, estaba cegado por la ira, y mis amigos no ayudaban demasiado. Uno de ellos dijo que había encontrado tu diario, llenaron mí cabeza con comentarios que me enfurecieron aún más. Pero no puedo justificarme, — toma mis manos entre las suyas — Jeany, si pudiera regresar el tiempo y evitar hacer lo que hice, créeme que lo haría, y no lo pensaría dos veces.
— ¿Y qué me dices del ataque de fiebre? — agacha su cabeza y suelta mis manos.
— Aún no puedo decirte eso...
— Eres increíble. — Me pongo de pié decidida a irme, pero me detengo un momento a pensar. Esto no puede quedar así. — ¿Sabes qué, Rosser? Me gustas. — Dustin levanta la cabeza con asombro en su rostro. — Pero así como tú volverías en el tiempo para evitar lastimarme, yo regresaría para nunca jamás haberte conocido. No hay peor momento que ese. — mí voz se cortaba; las lágrimas subían por mis ojos queriendo salir; comencé a correr en dirección al gimnasio. Escuché a lo lejos que Dustin me llamaba, pero no me detuve.
No permitiré que vuelva a lastimarme.



#10676 en Joven Adulto
#40125 en Novela romántica

En el texto hay: misterio, drama, amor

Editado: 15.04.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.