Cuarentena

Día: 30

— ¿Acaso es normal que seas tan hermosa? — Dustin está de pié junto a mí, cruzado de brazos, observándome mientras rebusco algo interesante para leer en las estanterías de la biblioteca. 
— ¿Acaso es normal que hayas estado unos veinte minutos parado allí mirándome fijamente? — le respondo sin levantar la vista del libro. 
— ¿Demasiado? — lo observo.
— Un poco. — tira la cabeza hacia atrás, deja salir un bufido y comienza a caminar entre las estanterías.
— ¿De qué sirve que sepas lo que siento si no me dejas expresarlo?
— Solo has dicho que te gusto, no es que hayas expresado mucho más que 
eso. — se detiene frente a mí. Tiene el seño fruncido, aparentemente está molesto, pero es tan tierno ver esa expresión en su rostro. 
— Literalmente salí a una helada sin zapatos ni camiseta para que me perdonaras ¿Qué más tengo que hacer para que entiendas que estoy loco por ti? — mí corazón da un vuelco. ¿Está diciendo lo que creo? 
— Te refieres a que estás...
— ¿Enamorado? — asiento — Sí, Jeany, estoy enamorado de ti. — siento como el pulso se acelera, me siento agitada, escucho el corazón en mí oído. Por un momento me paralizo. — ¿Y tú?
— ¿Yo qué? — sacudo mí cabeza al reaccionar. 
— ¿Sientes lo mismo? — me quedo muda, ¡No sé qué decir! Está abriendo su corazón, diciéndome todo lo que siente y yo estoy aquí parada como una idiota sin saber qué hacer o responder. No quiero mentirle, me gusta, pero no sé si estoy sintiendo algo tan inmenso como el enamoramiento.
— Mmmm... —Suspiro. Dile la verdad, entenderá.  — te quiero demasiado, de veras. Realmente admiro la paciencia que me has tenido todo éste tiempo.
No comprendo cómo puedes quererme de esa forma, es decir, mírame. — alza la mano en señal de que pare.
— Antes de que continúes con tu manera sutil de decirme que no sientes lo mismo que yo, — ¡¿Cómo es posible que adivine todo lo que pienso?! — debo decir que eres hermosa. No me cansaré de decirlo porque no puedo parar de admirarte, si no lo admito ahora, algún día te darás cuenta que estando cerca de ti no puedo mirar nada más que no seas tú. Tus ojos marrones color chocolate, ¡Amo el chocolate!; ese cabello negro y rizado que destaca de cualquier lacio aburrido; tus pestañas tan largas como los libros que lees; tu manera de ser tierna y amable con aquellas personas que ven lo bueno en ti; tu piel morena — acaricia mí rostro con la yema de sus dedos — la envidia de las que utilizan bronceador; esas pecas marcadas que me encantaría contar una por una como si fueran estrellas y no me cansaría; y tus labios... — dirige su vista hacia ellos y pasa la yema del dedo pulgar por el labio inferior. Siento un cosquilleo que me recorre el cuerpo.
— Dustin, ya para. Hay mejores que yo y lo sabes. 
— Si hay otra mejor que tú, no me interesa encontrarla. — sujeta mis manos con fuerza pero sin hacerme daño — Para mí, tú eres la indicada.  
— No me conoces. Soy fría; tiendo a enojarme mucho por cosas sin importancia; no sirvo para recordar fechas, ni aniversarios, ni cumpleaños, a veces ni siquiera edades; puedo discutir mí opinión durante horas sin cansarme hasta tener la última palabra aunque me equivoque. Sé lo que pasará, acabarás harto de mí, te arrepentirás de haber dicho todo esto y de estar conmigo. No es necesario pasar por esa tortura. 
— De acuerdo. 
— ¿Qué? ¿En qué estás de acuerdo?
— Si tengo que discutir contigo, lo haré. Si debo decir "te quiero" incontables veces hasta que respondas un simple "también yo", lo haré. Si debo poner recordatorios en tu celular para que no olvides mí cumpleaños o nuestro aniversario, lo haré. Si debo soportar que te enfades conmigo durante una semana por comer la última porción de pizza, lo haré. Jeany, pase lo que pase, jamás podría arrepentirme de haberte conocido. Pero no puedo entrar si no me dejas. — se acerca aún más y me mira a los ojos fijamente. — ¿Por qué no puedo amarte? — su pregunta me tomó desprevenida; una lágrima comenzó a caer lentamente por mí mejilla y él fue rápido en borrarla con sus dedos. Nunca nadie se confesó conmigo de esa forma, ni sintió esto por mí. Siempre fui yo la que estaba equivocada cuando elegía al que sería "el indicado". ¿Y si estoy eligiendo erróneamente de nuevo?
— Lo siento, no puedo hablar de esto ahora. — dejo caer el libro al suelo y salgo de la biblioteca corriendo. Ésta situación me sobrepasó por completo; no estaba preparada para un golpe como ese. 
Debo alejarme de Dustin para saber qué es lo que siento en realidad; lo quiero y me gusta, pero realmente no tengo tan claros mis sentimientos, o tal vez sí, no lo sé. No puedo pensar en nada ahora.

 



#10674 en Joven Adulto
#40114 en Novela romántica

En el texto hay: misterio, drama, amor

Editado: 15.04.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.