Cuarentena

Día: 38

Despierto junto a Jake. Dustin ha estado dando vueltas por el gimnasio durante toda la madrugada; he insistido en que debía dormir pero me ignoró por completo y siguió desvelado hasta ahora, ni siquiera sé dónde está. No comprendo a qué se debe su inquietud, pero planeo averiguarlo.
Ayer fue... wow, es decir... aún no puedo creer las confesiones que han hecho; intentos de suicidio; miedo al maquillaje y a la gente maquillada de manera "excesiva"; diagnósticos de VIH, ansiedad, depresión; algunos confesaron sus amores de la infancia, otros actuales; en resumen, hubo de todo. Terminó la primer parte de estudiantes, falta la otra, — los que más me interesaban por cierto —. Ahora es cuando llegan los cursos más grandes, los "populares", aquellos que tienen grandes reputaciones; aquellos que crearon una dinastía y creyeron que nunca iba a ser derrumbada. Bueno, llegó su día, buena suerte...

Dustin ni siquiera me miró durante el desayuno; Jake también lo nota algo extraño, parece tenso. ¿Tendrá nervios por las confesiones? Tal vez debería hablar con él... Me ayudó cuando necesitaba relajarme.
Estaba a punto de acercarme cuando Amy se puso justo en frente bloqueando mí camino.
— Así que... Hoy es el gran día. — sus intentos por ocultar el desprecio que me tiene son nulos.
— Supongo que sí. — me muevo hacia un lado con el fin de esquivarla y llegar a Dustin, pero me sujeta del brazo para evitar que me vaya.
— ¿Tienes algún problema conmigo, Jeany? — está incrementando su agarre y no puedo ocultar los nervios; siento que me tiembla todo el cuerpo.
— N-No, ¿p-por qué crees eso? — coloco en mí rostro la mejor sonrisa sobreactuada que pude fingir, rogando al cielo que lo crea y me deje en paz. 
— Es que... No hemos hablado mucho, ¿sabes? Comenzaba a considerarte una amiga... — su voz suena rota; ésta vez no parece estar fingiendo, o quizás es muy buena actriz. Se recompone rápido como si nunca hubiera sentido emociones. — De acuerdo, si tú dices que estamos bien, te creo. — extiende sus brazos y me abraza; me limito a darle un par de palmadas sobre la espalda para que no desconfíe y luego nos separamos. La ví alejarse y perderse entre la gente; una vez confirmado que estaba realmente lejos, devolví la mirada hacia donde había visto a Dustin, justo detrás de Amy, pero ya no estaba. ¡¿Cómo es que desaparece de los lugares tan rápido?! ¡¿Acaso es un ninja o Harry Potter le prestó su capa?! Alzo la mirada esperando encontrarlo, pero nada. Desapareció de la faz de la tierra, no comprendo, ¿por qué tanto misterio?

Faltan unos treinta o cuarenta minutos para que se reabra el confesionario; Jake y yo nos recostamos en el suelo y jugamos a lanzar la bola de tenis, lo que sea para matar el aburrimiento. De pronto, el rostro de Dustin aparece frente al mío, provocándome un gran susto que acabó con un choque de frentes, las cuales quedaron marcadas, y algo hinchadas, y ambos sosteniendo hielo sobre ellas, en la enfermería.

— Lamento el golpe. — a pesar de que está hablándome, no me dirije la mirada. Desde que estamos aquí, no sólo no ha dicho ni una palabra hasta ahora, sino que tampoco dejó de observar el suelo. Como si éste le revelara los misterios escondidos del universo.
— No te preocupes, no duele... — hago una pausa — No tanto como tú indiferencia... — desvía la mirada del suelo y me mira directo a los ojos con angustia y culpabilidad. 
— Esperaba que no lo notaras... Estoy algo nervioso — dirige su mirada a sus zapatos — por las confesiones...
— Me lo supuse, pero no comprendo la razón, es decir, eres Dustin Rosser, tu reputación es hacer cosas malas; nadie se sorprenderá de lo que digas. Es más, creo que eso aumentará tu "estatus".
— No es eso... La reputación no me interesa, tengo miedo de lo que tú puedas llegar a pensar de mí con lo que diré. — se pone de pié, arroja la bolsa con hielo al cesto de basura y sale por la puerta sin agregar palabras. Mucho menos dedicar una última mirada. Nada. Tan solo se fue. Ahora tengo intriga y miedo por lo que dirá, ¿qué puede ser tan grave como para que cambie mí opinión sobre él?

Aquí me encuentro, escapando de las miradas de odio e insultos por parte de los mayores. Comienzan a culparme por la idea que tuvo la directora sobre las confesiones. Irónico, ¿cierto? No estaríamos haciendo esto de no ser por su falta de respeto, burlas y actitudes. Lavan sus manos con el agua que usan para ahogar a otros, pero cuando llega la sequía recuerdan lo que nunca tuvieron: respeto, dignidad y vida. 
Se me hizo difícil almorzar con tantas miradas sobre mí, ni siquiera comí. 
Los mayores son una cantidad más reducida que los menores, por ello la directora prefiere hacer el confesionario un poco más tarde que el anterior ya que, de igual manera, llegarán a hablar todos. En caso de que se pase la hora, supongo que seguirá a la medianoche.

Unos momentos antes de las confesiones me dedico a observar los rostros de los "populares". Por primera vez, desde que estoy en ésta escuela, puedo asegurar que están aterrados; nunca creí ver esa expresión en sus rostros. No voy a mentir, es algo placentero de ver. 
Ya se están colocando todos y cada uno sentados en el suelo formando un gran círculo, encerrando en el centro a la directora y el profesor de psicología. Bueno, todos excepto Dustin, quien fue apartado por alguna razón. 
La linterna ya está ubicada y la hacen girar. La tensión de los mayores se combina con la emoción de sus "víctimas" que esperan espectantes verlos caer, lentamente, uno por uno. 
De pronto Jake sale del círculo y corre al centro justo antes de que la luz señale a otra persona. 
— Empiezo yo. — comunica con la linterna en mano. La directora accede y entonces comienza. — Hola, mí nombre es Jake Montgomery, pero seguramente eso ya lo saben, ya que, en estos últimos años aquí, he estado dándome a conocer lo suficiente para no ser el motivo de burla en los pasillos... — traga saliva. — Cuando llegué a ésta escuela no conocía a nadie; pasé de ser el alumno ejemplar a un fenómeno que no lograba encajar. Un día descubrí lo que muchos llaman "un rayo de luz al final del túnel", fue Dustin. Él me ayudó a cambiar, a ser "aceptado"; y yo haría lo que fuera por caminar en los pasillos sin parecer un paranoico por mirar hacia los lados, rogando que no me encuentren. — suspira — Hubieron días en los que ni siquiera podía levantarme de la cama por lo mal que me sentía emocionalmente; me estaba perdiendo, había decaído por completo. Ahora ustedes ven el resultado de todo el proceso, pero ¿saben algo? No soy yo. "Montgomery, el novio ideal", "Montgomery, el gran jugador", "Montgomery, rey del baile", suena bien, ¿verdad? Porque eso es lo que todos quieren oír; esa fue la imagen que creé para que me aceptaran. Nadie quiere a un Jake que se siente insuficiente; con depresión; que se queda despierto en las madrugadas llorando mientras piensa en si la reputación lo es todo. Se acabó. Dejen de poner sus reputaciones como excusa para no admitir que tienen miedo de revelar quiénes son realmente. Creamos una imagen falsa y encima la editamos con Photoshop, dejándola aún más ajena a nuestra verdadera identidad. Lo peor de todo es que seguramente ni siquiera recuerdan quiénes eran antes de esto. Sí, eso sucede cuando finges ser algo que no eres durante mucho tiempo; engañas a todos hasta que te convences a ti mismo de que debes ser así. Le robaba las muñecas a mí hermana y armaba fiestas con ellas, ¡¿qué con eso?! No dejaré que me definan sus estereotipos, formé parte de ellos durante mucho tiempo, y aprendí que lo único que hacen es destruirte... — deja la linterna nuevamente en el suelo y procede a salir del círculo. Una confesión impresionante y valiente, por parte del mejor hermano que pudo haberme tocado en la vida.



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En el texto hay: misterio, drama, amor

Editado: 15.04.2019

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