Cuarentena Letal

Noche 1. La casa

Hay casas que parecen muy agradables y hogareñas, que parecen sacadas de una película sobre la familia perfecta o catálogo de bienes raíces, esta casa no era así, resulto ser un auténtico laberinto de antiguos pasillos, habitaciones y escaleras. Arturo y Peter parecían emocionados por explorar el lugar, de perderse entre esas paredes de fría piedra gris e inventar historias de terror para molestar a los más asustadizos del grupo (El Rojo y Johanna). Leyla intentó subir una foto a su perfil, pero no había señal.

 

Cualquier intento de exploración fue postergado cuando descubrieron que no había luz y hasta el día siguiente podrían buscar la caja de fusibles en el sótano.  Decidieron pasar la noche todos en el amplio vestíbulo, una gran sala con viejos muebles de madera y dos grandes ventanales que permitían la entrada de la luz lunar. Por sugerencia de Alison dividieron el cuarto en dos, de un lado dormirían las chicas y del otro los chicos. Ellas se fueron a cambiar a un baño cercano, mientras Jason y Peter bajaban las maletas de la van.

 

El baño había sido remodelado recientemente, al igual que el resto de la casa, que a pesar de conservar su estilo original tenía todas las amenidades que debería tener una casa en el 2020. Tenía aire acondicionado, calentador de agua en el baño y tomacorrientes. A Leyla le gustaba el estilo, contrastaba tanto con los edificios a los que estaba tan acostumbrada…

 

-Oigan chicos, ¿Cuándo viene la persona de la comida? -Preguntó el Rojo, ocupado en acomodar su bolsa de dormir en la esquina más alejada de la habitación.

 

-Mañana a medio día.-Respondió Leyla, que a diferencia del Rojo sí había escuchado todo cuando organizaron la salida.- Oigan, ¿ya se dieron cuenta de que hay mucho silencio aquí?

 

Todos se quedaron quietos, escuchando atentamente. Leyla sonrió, no creía que los otros fueran tan distraídos, ella notó ese absoluto silencio desde el instante en que bajó de la camioneta. No se escuchaba ni un pequeño sonido; no se oía el cantar de grillos, el paso de autos en la carretera o el susurro del viento entre los árboles. Nada… Sólo los sonidos que ellos mismos hacían.

 

-¡¡¡FUERA DE MI CASA!!!-Gritó Arturo, haciendo su voz más profunda.- ¡No son bienvenidos!

 

-Ya, no es gracioso. -Reclamó Rosa.

 

-Esperen, ¿Dónde está Johanna?-Preguntó Arturo.

 

-No vamos a caer, maldito tonto.-Replicó el Rojo, al igual que todos un poco fastidiado por las bromas pesadas del ingenioso joven.- Johanna está aquí, ¿verdad?

 

-¿Johanna?

 

Nadie contestó. Su bolsa de dormir seguía enrollada y recargada contra la pared. Leyla se apresuró al baño, recordando que fue el último lugar donde la vio, pero el pequeño cuartito estaba vacío, la ventana cerrada, ni una señal de Johanna. “Vamos, piensa, si fuera una nerd ¿dónde me escondería?” Pensó regresando al vestíbulo, su corazón palpitaba con mayor fuerza, resonando como un tambor en sus oídos.

 

-No está en el baño.-Informó, inmediatamente todos se levantaron de sus bolsas de dormir, movidos por el miedo y la desesperación.- Jason y yo la buscaremos afuera…

 

Ambos salieron, escucharon a los demás ponerse de acuerdo, iban a buscarla en pares para evitar perderse. Leyla sonrió, a pesar de lo terrible de la situación podría pasar un rato a solas con su novio. Él la miró con esos ojos azules llenos de amor y deseo. En momentos así eran capaces de olvidarse del mundo entero. Entrelazaron sus manos, una hermosa calidez invadió su pecho.

 

-Deberíamos… buscar a Jo. -Murmuró Leyla, desviando la mirada al suelo cubierto de pasto.

 

-Cierto.

 

Caminaron en silencio por el jardín iluminado con la suave luz de la Luna. Ni siquiera necesitaban sus teléfonos para ver el camino. Sobre sus cabezas brillaban las estrellas, frías y distantes. Entonces una nube cubrió la Luna, dejándolos sumidos en la más absoluta obscuridad. Leyla contuvo un grito, decidida a parecer valiente. No le gustaba que los demás conocieran sus temores, no quería parecer infantil o cobarde. A lo lejos escucharon a Arturo gritando “¡JOHANNAAAAAAAA!”

 

-Hay que regresar…

 

Escucharon un ruido de arbustos moviéndose. Leyla intentó identificar la fuente del sonido pero solo sabía que se acercaba y rápido.

 

-¿Quién anda ahí?-Preguntó Jason, su voz un poco temblorosa

 

-Soy yo, Johanna.

 

Leyla suspiró. Aunque lo negara había estado bastante asustada, después de todo, ¿Qué podrían hacer si uno de ellos desaparecía? Se encontraban muy lejos de la ciudad, algo que inicialmente les pareció buena idea, aunque en la práctica era bastante inconveniente. Aun así no dijo nada, no expresó sus preocupaciones ni cuestionó a Johanna por desaparecer de esa manera. De seguro había estado curioseando en el jardín o mirando las estrellas.

 

Media hora después ya estaban todos en el vestíbulo, cada uno en su bolsa de dormir, el susto totalmente olvidado. Cada uno tenía planes para el día siguiente y preferían dormir temprano en un lugar desconocido.  La casa tenía otros planes, las vigas tronaban y las puertas rechinaban, movidas por alguna corriente de aire. Cada vez que estaban a punto de dormirse algún crujido del piso de madera los sacaba del reino del sueño. El Rojo daba un pequeño salto cada vez que esto pasaba.

 

- ¿Ya se durmieron? -Preguntó Alison.

 

Todos contestaron. El insomnio compartido es mejor que pasar la noche a solas, preguntándose qué horas serán y cuánto tiempo se extenderá la vigilia. Saberse acompañados les daba cierta sensación de seguridad…

 

- ¿Quieren jugar algo?

 

-Vale, ¿Qué tienes en mente? - Preguntó Arturo, olvidando cualquier intención de dormir y encendiendo su linterna.




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