Cuarentena Letal

Noche 7. Segunda parte

Leyla nunca sabría explicar a ciencia cierta cómo se salieron de control las cosas, cada rivalidad, cada pequeño e insignificante pleito se convertía en una posible causa de homicidio. Después de que Jason y el profesor Salva encontraran a Arturo muerto en el pasillo volvieron a revisar la casa de pies a cabeza, vaciando los dormitorios y poniendo partas arriba la cabaña. Y nada, ni un rastro del arma homicida o los ensangrentados zapatos del atacante. Para ella todos eran sospechosos, aunque Peter tuviera una teoría muy distinta…

 

-Sólo hay una persona que hemos visto en ambas escenas del crimen. - Insistía Peter dándose aires de gran detective. No era ningún secreto que era bastante paranoico y amaba las novelas policiacas. - El profesor Salvador.

 

- ¿Te has vuelto loco? -Exclamó Johanna, todos estaban sentados en la sala, alrededor de la mesita de café.

 

-De acuerdo, supongamos que yo lo hice, y no estoy diciendo que lo haya hecho solo… finjamos que tienes razón. -Dijo el profesor, en apariencia tranquilo en medio de la tempestad de adolescentes aterrados. Leyla veía cómo escondía sus temblorosas manos en los bolsillos de su chamarra, aun conmocionado por ver tanta sangre ¿Acaso los demás no se daban cuenta? - ¿Cuál sería mi motivo? ¿Por qué mataría a dos chicos que sólo conozco por mis clases?

 

-No lo sé, ¿Los odiaba? -Peter por fin parecía darse cuenta de lo ridícula que resultaba su teoría; un profesor enloquece y mata a dos adolescentes mientras está encerrado en una casa con ellos, el profesor Salvador no era tan tonto. - Y no confío en él…

 

-Yo tampoco confío en él. -Aportó Jason, quien había estado sospechosamente silencioso. Alison estaba abrazada a él estilo koala, haciendo que Leyla deseara esconderse del otro lado de la casa y gritar hasta que le doliera la garganta. -Él estaba allí cuando mataron a Arturo.

 

-Por todo lo que sabemos, tú también estabas ahí, ¿Por qué creerte a ti y no al profesor?

 

Eso último lo dijo Rosa, levantando por fin la mirada. Leyla se sentía mal por ella, lucía realmente terrible, sus ojos rojizos por el llanto rodeados por profundas ojeras. Desde la traición de Alison y la muerte de Helen, comenzó a juntarse cada vez más con Johanna y Rosa, se dio cuenta de que en realidad nunca les dio una oportunidad como amigas, ahora veía que eran más similares de lo que esperaba. Aun no eran las mejores amigas, pero comenzaban a conocerse, a pesar de las sospechas que rondaban sus mentes.

 

-Profesor Salvador, sería mejor si pasara la noche en la cabaña. -Propuso al fin Peter, ignorando el resoplido indignado de Johanna. - Si llega a suceder algún incidente mientras está allá podremos descartarlo como sospechoso.

 

-Espera, ¿Cómo sabremos que no regresa a la casa durante la noche? ¿Y si alguien le ayuda? -Cuando Jason dijo “alguien”, enfatizó sus sospechas mirando tanto a Johanna como a Leyla.

 

-Pueden atarme a una silla, si se sienten más tranquilos. -Dijo Salvador, resignado a su destino, sus ojos fijos en el suelo. Leyla quería intervenir, pero ¿qué podría decir para cambiar la situación? ¿Cómo se puede matar a una idea? Los demás estaban determinados a sospechar del profesor y cualquier intento de cambiarlo podía ser malinterpretado.

 

Al final terminaron yendo a la cabaña Peter, Jason y el profesor. Este último no regresó, aunque no nos sorprendió, esa noche por primera vez cerraron todas las puertas y ventanas con llave. Johanna permaneció unos minutos observando la cabaña desde la ventana, sabia que la joven se culpaba, Pero ¿qué dices en esas situaciones? ¿Lamento que mi exnovio infiel encierre al tuyo?

 

Leyla se retiró a su habitación, segura de que no podría dormir. Pronto se le unieron Rosa y Johanna. Ya llevaban puestas sus pijamas y cargaban en ambas manos almohadas y cobijas.

 

-Odio a Peter. -Dijo Johanna, cepillándose el cabello con demasiada fuerza.

 

-Odio a Jason. -Aportó Leyla, las tres estaban sentadas en el suelo, formando un deforme triangulo. Habían tirado las colchas y almohadas al piso para hacer una especie de pijamada.

 

- ¿Esta bien si odio a ambos? -Completó Rosa, ya lucía más tranquila, aunque Leyla podía notar que seguía bastante ansiosa. - No sé qué esperaba cuando Arturo me invitó a pasar la cuarentena con ustedes, pero definitivamente no era un doble homicidio.

 

Todas asintieron, Leyla solía creer que eran el grupo de amigos más unido de toda la escuela, ahora no estaba tan segura. Había demasiado secretos entre ellos, demasiadas traiciones y dolor.

 

- ¿Quieren jugar dos mentiras y una verdad?

 

-Ese es el juego de Alison. - Respondió Leyla, sintiendo de nuevo la profunda punzada del engaño.-Mejor dos verdades y una mentira, en esencia es lo mismo, tal vez suene tonto…

 

-Está excelente, ¿Ustedes adivinan? -Sugirió Rosa, el juego sería bueno para todas, les ayudaría a apartar su mente de todos los sucesos del día. Ambas asintieron de manera entusiasta. -Bien… ehm … vale, hay un gran secreto que quiero decirles, a ver si adivinan cuál es. Tengo tres perros y un gato, cada uno con nombre de superhéroe. Aborrezco las vacaciones y preferiría trabajar a pasar el tiempo aburriéndome en casa, y en siete meses voy a ser madre soltera.

 

Leyla y Johanna se miraron entre sí, todo lo que dijo tenia cierto toque de verdad, ¿Cuál sería la mentira?

 

-Yo creo … que los perros y gatos son mentira. -Se aventuró a adivinar Leyla. Por la expresión sorprendida de Rosa, tenía razón.

 

-Así es, tengo dos gatos, Cleo y Gordo. Me aburro con facilidad así que las vacaciones son una verdadera tortura y estoy embarazada, el padre no quiere estar involucrado y si soy honesta así es mejor, él no sería un buen padre.




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